En La Carlota, Córdoba, un grupo de estudiantes de secundaria logró implementar una normativa local para gestionar adecuadamente el desperdicio de colillas de cigarro. Esta política pública se originó en el aula de la Escuela Superior El Nacional, gracias a Macarena Uría, quien transformó un desafío ambiental en una iniciativa educativa.
Para Macarena, la ciencia no solo se trata de ecuaciones o gráficos. Ella considera que la emoción, el arte y el compromiso social son componentes esenciales de sus lecciones. Opta por salir de las estructuras tradicionales y relacionar diferentes áreas del conocimiento. Conecta la química con la biología y la ciudadanía, promoviendo experiencias que permiten a los estudiantes investigar, crear y sentirse protagonistas de un aprendizaje significativo.
Este enfoque le ha permitido ser una de las seis finalistas de Docentes que Inspiran, el premio otorgado por Clarín y Zurich, que reconoce a educadores que impactan en la vida de sus estudiantes.
Transformación pedagógica
“Mis clases eran estrictas y observé que los estudiantes perdían interés, supe que necesitaba un cambio”, admite la profesora. Este cambio de dirección la llevó a reflexionar. “La flexibilidad no es ausencia de rigor, sino una manera de facilitar un aprendizaje más rico”, explica. La consigna que guía sus clases es clara: menos teoría, más práctica.
Este giro abrió un laboratorio de ideas donde la curiosidad es bienvenida y los errores se convierten en oportunidades de aprendizaje. Los estudiantes exploran el impacto del vapeo en la actividad enzimática, elaboran pigmentos naturales para acuarelas y crean biomateriales a partir de restos de café. Un puente entre la química, la biología y la economía circular.
Proyectos de impacto
La clase dejó de ser un espacio limitado. Los estudiantes participan en ferias científicas, desarrollan chatbots y crean productos reciclados. También reunieron 24.000 colillas de cigarro y las transformaron en papel reciclado a través de micorremediación. Lo que aprenden en clase se traduce en soluciones concretas para su comunidad.
En los años recientes, algunos proyectos promovidos por Macarena han recibido reconocimientos internacionales. Lograron el segundo lugar en el Concurso Iberoamericano “Los ODS e Innovación Educativa”, compitiendo entre 300 candidatos de 23 naciones. Los 5.000 euros otorgados se destinaron, como cada premio económico obtenido, para mejorar las instalaciones: se compró equipo de laboratorio y materiales. “Aunque contemos con recursos limitados, la pasión, creatividad y ética producen excelencia pedagógica”, afirma Macarena.
El impacto en los alumnos
Los resultados son evidentes: jóvenes que lideran proyectos, participan en ferias y se atreven a hablar en público. Un estudiante, apasionado por las banderas de diferentes países, encontró su manera de aprender sobre modelos atómicos a través de un proyecto fotográfico que conectaba con la historia de la ciencia. Otro alumno, con dificultades de lectura, accedió a los contenidos mediante audios personalizados que la docente grabó para él.
El entusiasmo es contagioso: la mayoría aprueba, no porque la exigencia sea menor, sino porque se evalúan habilidades como el pensamiento crítico, la creatividad, el compromiso y la capacidad de comunicar, indica Macarena.
Una educadora inspiradora
Esta docente suele expresar que enseñar es tanto un acto político como poético: implica sembrar preguntas, despertar conciencia y permitir la creación. Esta filosofía le ha permitido ser una de las seis finalistas del premio Docentes que Inspiran, otorgado por Clarín y Zurich, que distribuye 24 millones de pesos y distingue a quienes dejan una marca profunda en sus alumnos.
Para conocer las historias de los seis finalistas del Premio Docentes que Inspiran, visita www.premiodocentesqueinspiran.com.ar o las redes sociales del concurso: en Facebook, “Docentes que Inspiran”; y en Instagram, @docentequeinspiran.
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