El fenómeno proteico, que The New York Times denominó como una “locura proteínica”, ha llegado con fuerza a Argentina. Las proteínas, conocidas como “prota” localmente y frecuentemente destacadas en entrenamientos de TikTok, han salido del ámbito exclusivo de los gimnasios y se han instalado en farmacias, supermercados y kioscos.
El etiquetado “altos en proteínas” se observa en productos como leches, yogures, barritas de cereal, panes y snacks, prometiendo beneficios como mejorar la salud, aumentar la masa muscular o perder peso. ¿Pero exactamente cuánta proteína se necesita diariamente?
El Colegio de Nutricionistas de la Provincia de Buenos Aires cuestiona: ¿es este auge de las proteínas una necesidad genuina o solo una táctica de marketing?
La tendencia y su contexto social
Señalan que este fenómeno responde a una creencia social de que se requiere más proteína de la que se consume actualmente. Pero, ¿es realmente cierto?
Fernanda Delgado, secretaria de la organización de nutricionistas bonaerenses, manifiesta que esta preocupación se ha magnificado por las estrategias de marketing de las industrias alimentaria y farmacéutica. El objetivo comercial es arraigar la noción de que las proteínas son esenciales para un cuerpo “saludable” o “ideal”, compartiendo mensajes que a veces no coinciden con la ciencia.
Recomendaciones diarias y ultraprocesados
Para la población general, se recomienda que entre un 15% y un 20% de la ingesta diaria provenga de proteínas, ya sean de origen animal o vegetal, asegura Delgado. Esta cantidad puede lograrse con una dieta equilibrada.
Delgado advierte que los productos con “proteínas extras” no siempre son más saludables. Muchos alimentos ultraprocesados pueden contener altos niveles de sodio, azúcares o grasas saturadas, y un consumo excesivo de proteínas puede desplazar nutrientes esenciales como la fibra, las vitaminas y los minerales, generando desequilibrios a largo plazo.
Entonces, ¿es perjudicial consumir estas proteínas de fácil acceso? La respuesta no es siempre negativa. En algunos casos, un exceso de proteínas puede sobrecargar órganos como los riñones o el hígado. Sin embargo, en situaciones específicas como ciertas enfermedades, personas mayores o deportistas de alto rendimiento, podría ser necesario ajustar la ingesta proteica.
Omar Tabacco, extitular de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), junto con la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN) están estudiando esta creciente presencia de “+ proteínas” en diversos productos. Indica que los requerimientos diarios de proteínas varían según la edad.
Proteínas: Necesidades y fuentes
El aporte se expresa en gramos de proteína por kilo de peso al día. Por ejemplo, los niños requieren de 1 a 1.2 gr/kg/día, los adolescentes 1 gr/kg/día, y los deportistas de 1,8 a 2 gr/kg/día.
Las proteínas de origen animal se recomiendan por contener todos los aminoácidos esenciales necesarios que el cuerpo no puede producir por sí mismo, lo que les confiere un alto valor biológico. Ejemplos incluyen lácteos, carnes y huevos.
En el análisis del pediatra, mediante encuestas sobre consumo proteico en adolescentes, concluye que no es particularmente problemático que algunos productos incluyan proteínas adicionales, más allá de sus estrategias de marketing.
Es preferible obtener las proteínas a través de alimentos, en lugar de suplementos proteicos en polvo, que son populares entre adolescentes y deportistas, ya que los alimentos permiten una mejor digestión y aportan otros nutrientes importantes.
El valor de las proteínas vegetales
Laura Romano, nutricionista con gran presencia en redes, subraya que el interés por las proteínas tiene un aspecto positivo, ayudando a la conciencia sobre su importancia.
También destaca la necesidad de entender las diversas fuentes de proteínas. Aunque en Argentina se asocian principalmente con carne y huevos, existen abundantes opciones vegetales ricas en proteínas como legumbres, granos, frutos secos y semillas, que también aportan proteínas de alta calidad.
En el reciente Congreso de Nutrición de Estados Unidos, se promovió un aumento del consumo de proteínas de origen vegetal, ya que se asocian con mejores indicadores de salud y son más beneficiosas para los riñones que las de origen animal.
Romano observa que las necesidades proteicas se suelen cumplir en el almuerzo y cena, pero desayunos y meriendas tienden a ser bajos en proteínas, lo que favorece al picoteo constante. Por eso desarrolló productos como barritas, granolas y snacks, para facilitar la incorporación de proteínas vegetales en esos momentos del día.
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