Fotos nunca vistas muestran desafíos extremos de los seguidores de un famoso explorador al colocar hitos históricos en el pasado

Impulsados por la Aventura: Los desafíos de los Exploradores en la Patagonia

En las desoladas extensiones de la Patagonia, tempestades inflexibles, embarcaciones perdidas y sacrificios inconcebibles marcaron las travesías lideradas por Emilio Frey y Luis Álvarez, pupilos del célebre Perito Moreno, a finales del siglo XIX. Estas extenuantes jornadas tenían como objetivo definir la frontera entre Argentina y Chile.

Riesgos y Tragedias en la Ruta al Sur

Las comisiones de demarcación afrontaron la ardua tarea de delimitar un campo desierto y en litigio entre las dos naciones. Los esfuerzos estuvieron signados por tragedias humanas como hipotermia, accidentes fatales y naufragios, enfrentándose a las implacables condiciones climáticas y un entorno hostil.

La Lucha por la Soberanía Argentina

Bajo la presión de un tiempo limitado para establecer 88 pesadas estructuras de hierro que definirían las fronteras, Moreno debía ser presentado ante las autoridades británicas en Londres, deseosas de actuar como mediadoras. Las fotografías y diarios de estas campañas, ahora accesibles gracias a la Cancillería, no solo atestiguan el fervor patriótico sino también el precio humano por la expansión del dominio argentino en el sur.

Las expediciones de Emilio Frey y Luis Álvarez. En 1900, la subcomisión coloca un hito de metal en la posición XV.

Desafiando condiciones adversas como tormentas nevadas y terrenos impenetrables, estos discípulos del Perito Moreno lideraron misiones que cambiaron el rumbo del destino patagónico. Como miembros asistentes de las subcomisiones N.º 4 y N.º 7, recorrieron vastedades inexploradas para establecer los límites entre los países.

A medida que el siglo XIX llegaba a su fin, Argentina consolidaba su territorio tras las llamadas “Conquistas del Desierto”, campañas militares impulsadas por Julio Argentino Roca para afirmar el control estatal en las tierras ocupadas por comunidades indígenas. Este proceso, calificado por algunos autores como genocidio, fue acompañado por el apoyo decisivo de la comunidad galesa a la soberanía argentina.

La distribución de terrenos por parte del gobierno de Roca hacia los colonos galeses en 1897 se convirtió en una estrategia política para mantener su lealtad y contrarrestar la influencia chilena. Este gesto no solo fortaleció la relación durante el arbitraje británico de 1902, sino también aseguró un apoyo estratégico durante la resolución de disputas territoriales.

Los hitos de metal transportados arduamente sobre mulas.

Un evento significativo ocurrió el 30 de abril de 1902 en la Escuela N.º 18 del Valle 16 de Octubre, donde aproximadamente trescientos habitantes, mayoritariamente galeses, expresaron su deseo de pertenecer a Argentina durante una consulta crucial ante el árbitro británico y representantes de ambas naciones, subrayando su lealtad al país que los acogió desde 1885.

Este voto a favor de Argentina, simbolizado por la presencia de su bandera en la escuela, fue crucial en la decisión de concederle a la República Argentina una gran área disputada, actual Departamento de Futaleufú en Chubut. Este acto reafirmó la importancia del diálogo binacional y el rol fundamental de la población local en el arbitraje.

Francisco Pascasio Moreno, conocido como el Perito Moreno, fue vital en los aspectos científicos y técnicos de la empresa mucho antes de que interviniera el arbitraje británico. Como director del Museo de La Plata, Moreno supervisaba las subcomisiones de límites que llevaban a cabo relevamientos geográficos exhaustivos, aunque los problemas en la definición de ciertos hitos requirieron la intervención de la Corona Británica para asegurar un acuerdo pacífico.

Zacarías Sánchez, cabeza de la oficina de límites con Chile, en sus Informes de Cancillería de 1900, reportó al ministro interino que las subcomisiones operaban bajo las directrices de Francisco P. Moreno, antes de su viaje a Londres. Sánchez comentaba que “la comisión recogía sistemáticamente valiosos datos y elementos geográficos”. Estos documentos eran enviados a Moreno en Londres, cruciales para su misión arbitral. Sus seguidores, Emilio Frey y Luis Álvarez, continuaron su legado, enfrentando las adversidades de un paisaje inhóspito y trazando hitos en la compleja tarea de definir la frontera.

Campamentos rústicos para completar la misión del Perito Moreno en el sur.

El inicio del año 1900 no solo trajo consigo el viento frío del sur, sino también el persistente zumbido de los insectos, que acompañaban las intensas jornadas de estos exploradores. Armados con coraje y determinación, Emilio E. Frey y Luis Álvarez, asistentes de las Subcomisiones 7 y 4, continuaron su ardua travesía por los límites entre Argentina y Chile, inmortalizando sus aventuras en instantáneas fotográficas y diarios de campo que aún hoy conservan su legado en el archivo de Cancillería.

Con detalle, registraron cada experiencia vivida en el norte neuquino y el noroeste del Nahuel Huapi, enfrentando las duras condiciones geográficas. De sus precisas mediciones y observaciones fotográficas surgieron importantes contribuciones al conocimiento topográfico y geográfico de la región, sentando las bases de una exploración argentina histórica.

Apoyados por una estructura jerárquica bien definida, ayudantes jefes, ingenieros y cartógrafos colaboraban estrechamente en el tramo comprendido entre septiembre y marzo, con la misión de recolectar datos topográficos, observaciones astronómicas y registros documentales que fundamentaran las negociaciones. Las narrativas de los paisajes, plasmadas en las libretas, ofrecen un valor tanto literario como histórico.

Entre el Legado de Frey y la Operativa de Álvarez

Mientras que las expediciones de la Subcomisión 4 se extendían desde el norte neuquino hasta sitios emblemáticos como el Volcán Lanín y el lago Quillén, los responsables de la Subcomisión 7 trabajaban en sectores más al sur, sorteando complejidades topográficas en su intrincada misión. La información de la Cancillería registra las hazañas de Alfonso Schiobeck y Emilio Frey a quienes algunos expedicionarios como Carlos Lehmann acompañaban en sus destacadas travesías.

Emilio Enrique Frey, nacido en 1872, se destacó como explorador y precursor del conservacionismo. Su formación en agrimensura y topografía en Suiza le permitió integrarse a la Comisión Nacional de Límites, cuya responsabilidad consistió en cartografiar vastos territorios y descubrir notables cuerpos de agua. Su legado perdura en iniciativas de sostenibilidad y en lugares emblemáticos que llevan su nombre.

Legados como el Refugio Frey y el Lago Frey encierran la historia de sus aportes, sellados por la dedicación a áreas protegidas y la educación medioambiental. A pesar de las adversidades, como un naufragio, su perseverancia lo afianzó en su propósito por la preservación del entorno natural. Su legado sigue inspirando a quienes abogan por la conservación del patrimonio natural.

Exploración y Nostalgia: Una Mirada al Pasado

En febrero de 1899, Emilio Frey detalló en sus libretas una estrategia de exploración acuática desde el campamento Futalaufquen. Los equipos se dividieron para mapear lagos como Menéndez y Kruger. Las fotografías tomadas describen la capacidad logística y la destreza de utilizarse como evidencia documental más que como expresión artística.

Bajo las condiciones extremas de la naturaleza, se superaron adversidades como ríos desbordantes o peligrosos encuentros como el del peón Felipe Saldivia, fatalmente herido por un disparo accidental. Las misiones, por momentos invisibilizadas en los relatos oficiales, ignoran el alto costo humano de estas empresas. El investigador Juan Pablo Baliña describe cómo, a pesar del rigor de las circunstancias, la cooperación bilateral entre Chile y Argentina fue fundamental para la legitimidad del proceso.

Siguiendo con su relato, Baliña menciona que accidentes repetidos y condiciones climáticas adversas marcaron la vivencia de quienes incursionaron en estas tierras. Comisiones mixtas de ambos países colaboraban incesantemente para validar cada hito establecido en la frontera, superando obstáculos como el mal tiempo, enfermedades o precariedades logísticas. Estos desafíos, entre otros, fueron afrontados con determinación en pos de un objetivo común: afianzar la soberanía a través del trabajo coordinado.

Finalmente, estas experiencias pioneras no solo sirvieron para demarcar territorios, sino que también sentaron cimientos para una colaboración internacional que, en tiempos de disputa, permitió la consolidación de límites territoriales mediante el conocimiento y la perseverancia.

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