Lágrimas, conmoción y cánticos resonaron en el autobús número 109. Incluso los pasajeros participaron en la alegre batucada. La última jornada laboral del conductor Aldo Estrada en la línea 560 fue una sorpresa total, con su familia aguardando su retorno en el recorrido final.
“Mis hijos siempre disfrutan gastándome bromas, pero esto, hecho junto a mis compañeros, fue inesperado. Lágrimas de felicidad, eso sentí”, comenta Aldo al diario Clarín, mientras se encuentra en la sala de estar de su hogar en Guaymallén, acompañado de su familia.
La gratitud y afecto de su familia hacia “el padre jubilado” quedaron inmortalizados en un video que su hija mayor Leonela (@liituz) publicó en TikTok, convirtiéndose rápidamente en un fenómeno viral.
Una jornada llena de sentimientos encontrados
Fue el último día de trabajo de Aldo el martes 30 de septiembre, después de dedicar 24 años como conductor y 10 más como mecánico y trabajador en una fábrica. Como era habitual, inició su jornada a las 6 de la mañana, una hora antes de comenzar su turno, dejando el autobús impecable y disfrutando de unos mates antes de encarar las nueve horas de servicio habituales.
Un recorrido inesperado
A las 10.30 de la mañana, el conductor habitual del autobús 109, parte del grupo 500 General Roca, cambió turnos con Aldo en la petición de un supervisor. “Mi última vuelta debía llevarme hasta Rodeo de la Cruz, donde aguardaba mi familia”, rememora Aldo.
Anécdotas de un conductor dedicado
Durante 24 años, también se desempeñó al volante para la cooperativa TAC, donde su padre fue jefe. “Comencé manejando un autobús escolar. En el transcurso de los años, los niños que transportaba se convirtieron en adultos que frecuentan la línea 500”, relata. Al recorrer diariamente la misma ruta, se forjan vínculos amistosos con algunos pasajeros. “Me gusta saludar a todos, aunque a veces no contestan, especialmente ahora que llevan auriculares puestos”, expone Aldo.
El significado de una despedida especial
Después de muchos años trabajando sin descanso, Aldo recuerda cómo debía tocar la bocina para que los niños apresuraran el paso y no llegarán tarde. También rememora a quienes se quedaban dormidos y despertaban desconcertados, cuestionando su ubicación y cómo regresar.
Ninguna anécdota como el último trayecto, con su madre Carmen, de 85 años, siendo la primera en subir abordo y reconociendo que no pudo rechazar el pedido de sus nietos. Su esposa Claudia, su hijo Emanuel y el resto de su numerosa hinchada se unieron en el trayecto, todos uniformados como colectiveros.
A bordo del autobús, globos y felicitaciones rodearon a Aldo. No podía acelerar, abrumado por las emociones al ver a su familia. “Trabajé intensamente para criar a mis cinco hijos. Asegurarnos que nada les faltara fue mi prioridad, incluso lográbamos salir de vacaciones”, comenta conmovido.
Un cartel decoraba el autobús, proclamando su jubilación. Aldo se sorprendió al notar cómo varios colegas conjuraron para organizar aquel día significativo, con bocinas y aplausos resonando. “Jamás pensé recibir tal despedida”, confiesa, todavía emocionado por el gesto colectivo.
En una exhibición de afecto inolvidable, un inspector se ofreció a llevar a toda la familia de regreso a casa en el autobús 109, anunciando el último viaje de Aldo por el vecindario. “Mi gratitud hacia todos aquellos que hicieron posible esta despedida es inmensa”, afirma.
El día concluyó con lágrimas y abrazos, acompañado por antiguos y actuales compañeros, brindando en honor a tantas memorias compartidas.