Belén Zerda, de 38 años, regresó a Argentina después de estar dos semanas sin contacto en México. Su reencuentro con su hermano y madre estuvo lleno de lágrimas. La historia narra un temor intenso, una huida hacia la selva, y el amor inquebrantable de una familia que nunca detuvo su búsqueda.
El reencuentro emotivo en Ezeiza
“Nunca me iré de nuevo”, fueron las palabras de Belén Zerda a su hermano mientras se abrazaban con fuerza. Eran aproximadamente las 10:30 del sábado cuando, temblando aún, llegó a Ezeiza tras pasar dos terribles semanas en México.
Guillermo Zerda, su hermano, experimentó una mezcla de emociones: alivio, llanto, felicidad y, como él mismo lo expresa, “la conciencia de que el final podría haber sido otro”. Belén estaba con vida, pero con heridas tanto físicas como emocionales. Ese periodo dejó una marca indeleble en ella.
El relato de Guillermo Zerda
“Primero, el abrazo de mi madre, con lágrimas. Luego, ella me abrazó, lo hice con fuerza también y lloramos juntos. Me dijo que nunca más. Fue una combinación de sensaciones. Hasta que no apareció con sus valijas, no descansamos. Pensábamos muchas cosas mientras esperábamos, felices, pero podría haber sido al contrario”, relata Guillermo a Clarín, aún con el eco del terror vivido.
Hablando con este medio, Guillermo empieza a desentrañar los pocos detalles que se conocen de lo sucedido con Belén durante esas dos semanas de incertidumbre. El relato incluye un robo, amenazas, y el temor que empujó a Belén a esconderse en un sitio inesperado: la selva.
El escape a la selva
“Muchas de mis suposiciones se basan en el último mensaje que ella envió antes de desaparecer. Estaba aterrorizada, había sido amenazada. Conocían toda su información: dónde vivía, dónde comía, su entorno. Así que decidió ocultarse en la jungla”, describe Guillermo.
La decisión de Belén fue precipitada por un asalto que se tornó violento: le robaron el celular, lo que permitió el acceso a toda su información personal: redes sociales, cuentas bancarias y más. “La extorsionaron, fue acosada y asustada. Sin conflictos con nadie, no es que un cártel o alguien la amenazó sin razón. Sustrajeron cuentas del banco, de Facebook, Instagram, de todo un poco”, explica Guillermo.
En su desesperación, Belén se adentró sola en la selva, sin suministros, con lo que llevaba puesto. Resistió allí varios días. “Tiene muchas picaduras, cortes y heridas después de estar allí tanto tiempo. Pero está bien. En México le hicieron todo tipo de pruebas, porque de lo contrario, no le habrían permitido viajar sola. Está bien mentalmente. Solo se ven los rastros de haber estado expuesta a la dura naturaleza”, relató.
Durante la corta conversación con su familia al regresar, Belén admitió que la primera semana no consumió alimentos. “Luego nos contó que comía lo que encontraba: hojas, tal vez animales de allí”, comenta su hermano, ahora enfocado en la recuperación de Belén tras esta difícil experiencia.
Últimos momentos antes de desaparecer
Belén fue vista por última vez el 6 de abril, según testigos, huyendo hacia la selva. Luego de varios días sin rastro alguno, la fiscalía descartó que hubiera sido secuestrada.
Las autoridades asociaron el caso a un problema de salud mental. “Las primeras investigaciones descartan un secuestro, ya que, según testigos, la mujer sufre de esquizofrenia, y fue en un episodio de dicha enfermedad que corrió a la selva”, indicó la Fiscalía General del Estado de Quintana Roo en un comunicado publicado en X.
Sin embargo, esta versión fue categóricamente rechazada por la familia, que negó cualquier problema mental.
Belén fue hallada el viernes por la mañana, en una zona peligrosa del municipio de Benito Juárez, en Quintana Roo.