Evolución de los niños a lo largo del tiempo

La Relación con el Padre a lo Largo del Tiempo

No siempre resulta sencillo entablar una conversación con el padre. A veces, existe una barrera emocional que impide abrirse. Además, lo que es común para una generación puede parecer raro para otra. En mi caso, creo que durante muchos años, la política sirvió como un puente en la relación con mi padre; nos apasionaba a ambos y generaba temas para discutir. No obstante, era un tema externo que no tocaba nuestras emociones más personales.

Transformaciones y Nuevas Dimensiones

A lo largo del tiempo, las oportunidades para reconectar emergen. Mi padre, de formación ingeniero y naturalmente pragmático, comenzó a adoptar nuevas prácticas conforme pasaron los años. Empezó a practicar yoga y a dedicar tiempo a leer para personas con discapacidades visuales. Estos nuevos intereses ampliaron nuestras conversaciones. También yo experimenté cambios; de joven, valoraba mucho mi privacidad, pero después de casarme y tener hijos, me volví más abierto y lo invité a ser parte de mi entorno diario. Ambos evolucionamos.

Compartiendo Momentos y Experiencias

En mi etapa como padre, estoy lleno de aspiraciones, aunque no siempre seguro. Cuando mis hijos eran pequeños, les narraba cuentos que inventaba, usando personajes entrañables como Ben 10 y Rapunzel, a los que les inventaba historias disparatadas pero divertidas. Posteriormente, al interesarme por el running, participamos juntos en carreras; los adultos corríamos 10 kilómetros y los niños 3. El objetivo era pasar tiempo en armonía y buena compañía.

Hoy, mis hijos están en la adolescencia o un poco más allá, y se encuentran en esa etapa en la que buscan su propio espacio. No me supone un problema; creo que sería más preocupante si no lo hicieran y no desarrollaran su independencia. Aunque el tiempo físico juntos se reduce, me esfuerzo en que sea significativo y profundo, no ligero o trivial. Probablemente cometa errores, pero la realidad es que nadie posee toda la sabiduría al respecto.

Cuando pienso en el futuro, en la vejez, me pregunto cómo será nuestra relación. ¿Viviremos cerca uno del otro? Aunque el futuro es incierto, lo que sí tengo claro es que mi deseo no es que mis hijos se conviertan en mi centro de cuidado, sino más bien que sigamos cuidándonos mutuamente en un sentido amplio. Deseo que sigan construyendo sus vidas, no que continúen la mía.

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