Perspectivas sobre la mapaternidad
La necesidad de cuidar, de apoyar en el crecimiento, de estar presente, de experimentar emociones, de dar y recibir amor… podría describir lo que hoy entendemos por mapaternidad. En tiempos pasados, los hijos se veían como una responsabilidad femenina, utilizándose como mano de obra o herederos dependiendo de la economía de la familia.
Transformaciones en las expectativas familiares
Actualmente, la presencia o ausencia de hijos está relacionada con valores diferentes, como el deseo de alcanzar una realización personal. Al mismo tiempo, se puede ver como un deber que limita nuestro tiempo para perseguir lo que realmente queremos. Aquí es donde la discrepancia entre lo biológico y lo físico se presenta. Un hombre de 80 años hoy puede ser ágil, ejercitarse regularmente, y una mujer de 50 años puede seguir siendo atractiva y mantener su vida sexual activa.
Nuevas posibilidades y retos
Entonces, ¿por qué no tener hijos con más madurez y sabiduría? ¿Por qué algunos deberían y otros no? Estos son conflictos que surgen de la nueva biocultura. A menudo no encontramos respuestas claras, ya que mientras podemos cambiar algunas cosas, otras permanecen inmutables, al menos por el momento. Se abren alternativas para adaptarse a estos cambios, como la preservación de óvulos. Aunque como hombre pueda tener una visión limitada, considero que esta posibilidad es esperanzadora para aquellas mujeres que todavía no están seguras sobre la maternidad, o que esperan hacerlo en pareja.
Detrás de esta decisión puede haber un deseo oculto, pero es un deseo igualmente válido. No obstante, es fundamental no engañarse: estos procedimientos no son un pasatiempo desde una perspectiva médica o psicológica. Se deben enfrentar el estrés físico y emocional que conllevan. No obstante, existe esperanza.
Renunciar definitivamente a tener hijos cuando hay un deseo latente tampoco es algo sencillo. Para algunas mujeres, resulta doloroso. Aunque la opción de la adopción siempre está presente, no todas están dispuestas a recorrer ese camino. Como en otros aspectos de la vida, vale la pena avanzar hacia nuestros sueños, sin idealizaciones y sin asumir que lo posible es necesariamente fácil.