Resulta sorprendente que el acontecimiento central de la historia, aquel que transformó el calendario humano, no esté protagonizado por un individuo adinerado y poderoso, sino por una familia humilde, cuyo hijo nació en un establo ubicado en las afueras de un gran imperio. Este niño trajo un mensaje de amor tan revolucionario que cambió el curso de la humanidad.
El Origen de la Celebración Navideña
Desde tiempos remotos, los creyentes del Niño de Belén sintieron la necesidad de conmemorar su nacimiento. Aunque desconocían la fecha exacta, optaron por el 25 de diciembre, resignificando la festividad pagana del “Natalis solis invicti”, o el nacimiento del sol invencible. Coincidiendo con el solsticio de invierno en el hemisferio norte, esta fecha simboliza el triunfo del sol sobre la oscuridad, cuando los días empiezan a alargarse una vez más.
Transformaciones Durante la Edad Media
En la Edad Media, la Navidad era una mezcla de solemnidad religiosa y alegría popular. Las festividades abarcaban doce días, comenzando con la Misa del gallo a medianoche del 24 de diciembre, y extendiéndose hasta la Epifanía. Durante este tiempo, la gente intercambiaba presentes y organizaba banquetes en hogares decorados con guirnaldas y ramas verdes, como el acebo y el muérdago, plantas que tradicionalmente habían ambientado las festividades de invierno.
La primera evidencia de la celebración del 25 de diciembre data de un calendario romano del año 336. Originalmente, la Navidad y la Epifanía formaban parte de una misma celebración, sino hasta finales del siglo IV en Occidente, cuando se separaron y la Epifanía empezó a celebrarse el 6 de enero. Aún hay iglesias en Oriente que celebran ambas festividades juntas el 6 de enero.
La Evolución del Árbol de Navidad
El árbol de Navidad cuenta con un antecedente en el siglo VIII, cuando San Bonifacio, al misionar en tierras germanas, derribó un roble consagrado a dioses paganos, sustituyéndolo por un abeto, que simboliza la vida eterna en Cristo. El árbol tal como hoy lo conocemos, adornado con luces y decoraciones, se popularizó entre los luteranos alemanes del siglo XVI y gradualmente fue adoptado también por los católicos.
Actualmente, el árbol de Navidad se coloca al lado del pesebre en el corazón del Vaticano. La tradición está respaldada por el Directorio de piedad popular y liturgia, que indica que el árbol simboliza tanto el árbol de la vida del Edén como el árbol de la cruz, revistiendo un profundo significado cristológico.
El fenómeno se hizo global tras la publicación en 1848 de una representación de la familia real británica alrededor de un árbol de Navidad, reflejando valores familiares y burgueses de la era victoriana, valores que rápidamente fueron imitados en todo el mundo. La llegada del árbol de Navidad a Estados Unidos fue impulsada por inmigrantes alemanes, y eventualmente ganó popularidad en espacios públicos, destacando el primer árbol iluminado eléctricamente en 1882 por Edward Johnson, socio de Thomas Edison.
La Llegada de Santa Claus
Santa Claus hizo su aparición en anuncios en Estados Unidos durante la década de 1930. Su figura se vincula históricamente con San Nicolás, un obispo del siglo IV conocido por su amabilidad hacia los pobres y los niños.
La figura de Papá Noel se popularizó en Estados Unidos gracias a la publicidad de una conocida marca de refrescos. Esta tradición fue enriquecida por la influencia de inmigrantes alemanes y holandeses de los siglos XVIII y XIX que compartían cuentos del santo que repartía obsequios en diciembre.
La Tradición de los Villancicos
Los villancicos tienen un legado antiguo en la tradición navideña. Eran simples canciones populares que en el Renacimiento se usaron para difundir la fe cristiana de un modo accesible. Ya en el siglo XIX, los villancicos adquirieron su carácter distintivo de alegría navideña.
Un ejemplo memorable es el villancico “Noche de Paz”, estrenado en la Nochebuena de 1818 en una iglesia de Austria. La paz y ternura que transmitía calaron hondo, convirtiéndolo en un himno navideño por excelencia.
La poesía de su letra se fusiona con su sencilla melodía, ofreciendo una catequesis cantada: en la tranquilidad de la noche, cuando el silencio reina, irrumpe la luz divina hecha carne en la humildad de un niño.
Concluyendo este viaje por la historia de las navidades, en muchas tradiciones se valora especialmente la reunión en familia. En muchas partes, los hogares son decorados con árboles de Navidad y belenes, y la cena de Nochebuena se convierte en un evento central lleno de pequeños rituales familiares.
El momento cumbre del encuentro llega con el brindar a medianoche. Que este año, al alzar las copas, recordemos el mensaje de unión y amor del Niño del pesebre, y nos comprometamos a no dejar a nadie atrás.
