Un amor construido en el campo
Rubén Ruatta y Rosana Contigiani, productores agropecuarios de Córdoba, compartieron una vida juntos desde jóvenes. Celebraron 29 años de matrimonio en abril, y tienen dos hijos, Natalí, periodista, y Leonel, próximo a convertirse en ingeniero mecánico. Su relación se forjó en el campo, donde comenzaron como tamberos antes de diversificar sus actividades.
Alianzas renovadas, compromiso inquebrantable
Con el paso de los años, las alianzas de boda se desgastaron, por lo que decidieron fundir el oro original, añadir más y crear nuevas joyas. Estas fueron bendecidas por el sacerdote local en su hogar de La Tordilla. Aunque Rubén optó por no llevarla diariamente debido a sus tareas rurales, su hija le persuadió para que la usara en el dedo anular derecho.
Un final inesperado y doloroso
El destino trágico alcanzó a Rubén mientras se dirigía a un campo en Santiago del Estero con sus socios para entregar cajas navideñas a sus empleados. Durante el trayecto, sufrió un infarto y chocó, falleciendo en el acto. La tragedia se acrecentó cuando desapareció su alianza, lo que impulsó a su hija a iniciar una campaña en las redes para recuperarla.
El llamado desesperado para recuperar el anillo
Con lágrimas en los ojos, Natalí usa plataformas sociales para solicitar ayuda en la recuperación del anillo robado tras el fallecimiento de su padre. Está dispuesta a recompensar a quien pueda devolver la alianza. La prioridad no es el valor material, sino el sentimental, anhelando regresar el símbolo de amor a su madre.
En la morgue en Santiago del Estero, le entregaron un aro dorado en lugar de la alianza, intensificando su deseo de recuperar el objeto verdadero. “Por favor, si alguien la tiene, yo la compraré. Quiero dársela a mi mamá, quien perdió a su compañero”, expresa.
Esta dolorosa situación arroja luz sobre la rica historia de amor de Rubén y Rosana, quienes incluso después de 29 años seguían desbordando amor y compañerismo. En sus últimos días, Rubén había organizado un asado para amigos en la nueva casa que construyó con su esposa. Era un hombre de pocas palabras, pero sus acciones siempre demostraban su amor por la familia.
Los problemas cotidianos nunca fueron un obstáculo para Rubén, quien con su habilidad y dedicación siempre encontró soluciones. Su hija recuerda con cariño cómo encendía la estufa para derretir queso o cómo recolectaba agua de lluvia para que su esposa pudiera disfrutar de su mate preferido.
