El futuro de la cirugía: operación con realidad aumentada en un hospital público de Coghlan

“No todas las operaciones ni todos los pacientes son candidatos aptos. La metodología se aplica en procedimientos sumamente complejos que demandan extrema precisión al extirpar tumores, existiendo el riesgo de causar parálisis facial y dejar secuelas permanentes, como daños en los nervios de la voz o la deglución”. Gabriel Damiano parece un médico convencional, pero resulta ser innovador y hasta vanguardista. Se refiere a una avanzada técnica que pocos emplean en el país: la realidad aumentada en intervenciones quirúrgicas de la región cervical y cefálica, área que lidera en el Hospital Pirovano, un centro de salud pública que apuesta por esta tecnología para “realizar cirugías más seguras y predecibles”.

Durante los últimos 15 años, Damiano ha encabezado esta área del Pirovano, ubicado en el barrio de Coghlan. Después de décadas de formación en el Hospital Roffo, en Francia y los Estados Unidos, su vasta experiencia probablemente le aconseja aclarar en detalle: “Cuidado. Esta técnica no es la solución definitiva. No es aplicable a todas las cirugías ni a todos los casos, y no existen estadísticas ya que es un método muy novedoso. Debemos evaluar la relación costo-beneficio de su uso”.

No obstante, sus logros son palpables. Damiano cuenta con tres pacientes que tras ser operados en los últimos meses presentan un buen pronóstico, casos complicados en los que aplicó realidad aumentada, saliendo optimista del quirófano.

Pero, ¿qué es la realidad aumentada? “Es una técnica iniciada en los años 90 que, ante todo, no debe confundirse con la realidad virtual. Mientras la realidad virtual crea un entorno totalmente ficticio, la realidad aumentada es nuestro entorno real al que se le añaden elementos visuales, sonoros u olfativos”, explicó.

Partimos de una limitación: no podemos ver más allá de la materia que tenemos enfrente nuestro. Percibimos el auto, su chasis, pero no el motor. O vemos un sachet de leche, pero no el contenido. ¿Y si pudiéramos superponer capas de imágenes capturadas momentos antes con tecnologías como la tomografía o la resonancia magnética, y, mediante gafas especiales, observar esa superposición; la capa externa (el auto o el sachet de leche, o un paciente en camilla) junto con lo que hay tras esa “cáscara”? Esto es posible gracias a la realidad aumentada.

Los médicos del Pirovano ahora pueden visualizar elementos invisibles a simple vista.

La realidad aumentada: ¿Una nueva visión para la medicina?

Existe un detalle adicional: las imágenes no solo se superponen, sino que se resaltan con colores según la preferencia del médico, gracias a un programa informático que gestiona todo el proceso.

“Con imágenes de alta definición, capturadas preferiblemente el día previo a la operación (ya que algunos tumores crecen rápidamente) mediante resonancia o tomografía, se puede conocer, instantes antes de intervenir, la ubicación de la arteria carótida o la vena yugular, así como los nervios, al mismo tiempo que se observa al paciente. El software proporciona colores para distintas áreas”, detalló.

Innovación visual: una primera vez en la medicina porteña

“Por ejemplo, las arterias aparecen en rojo, y los nervios en amarillo; o los tumores del color que se prefiera. Esta tecnología ofrece una visión preoperatoria mediante las gafas, lo que nos brinda una percepción auténtica del problema a abordar”, continuó.

Damiano, cercano a sus sesenta años, comprende que no se debe jugar con las expectativas de los pacientes. A la par, está convencido de la efectividad de esta técnica: “Estas cirugías pueden dejar secuelas fácilmente. En algunos casos, incluso deformaciones faciales que complican la reintegración social del paciente. Poder abordarlas con más precisión es un avance significativo”.

Gabriel Damiano -segundo desde la derecha- junto a su equipo del Pirovano.

Aplicación de la realidad aumentada en Argentina

Las intervenciones quirúrgicas en el área de cuello y cabeza “comprenden desde las clavículas hasta la base del cráneo, sin afectar el interior cerebral”, precisó el médico. “Es una región donde todo está muy ‘compacto’. Hay una gran concentración de nervios y vasos. Por experiencia se pueden identificar, pero hay ocasiones en que la anatomía se altera por malformaciones o debido a tumores”, explicó, ilustrando: “La realidad aumentada te permite ver una habitación llena de cables colgando”.

Damiano desconoce si otro equipo argentino utiliza esta tecnología para operar, a excepción del Hospital Italiano de Buenos Aires. Sin embargo, reconoce otra aplicación, que él considera insustituible y que merece ser difundida: “Para la enseñanza es formidable. Se pueden mostrar todos los detalles a los residentes y guiarlos en la planificación y ejecución paso a paso de la cirugía”.

Un cirujano usando el equipo de realidad aumentada.

Los tres pacientes operados recientemente son, en primer lugar, “una mujer de unos 40 años con una recaída de un tumor tiroideo, localizado tras la faringe. Es un área próxima al nervio vago -que controla la voz- y la arteria carótida interna”.

“Aplicamos realidad aumentada y, sin mayores complicaciones, solo fue necesaria una incisión de tres centímetros para remover el tumor por la boca. No tuvimos que abrir el cuello”, afirmó con satisfacción.

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También operó a “un joven de 30 años con un sarcoma sinovial, un tumor muy agresivo”. Este tipo de tumor tiende a reaparecer, por lo que se debe remover el tumor junto con tejido circundante, lo que los médicos llaman “margen”. Según Damiano, “se pudo extirpar el tumor con un margen de seguridad adecuado, sin afectar la zona ocular, permitiendo la reconstrucción mandibular”.

El tercer caso implicaba a un paciente de unos 50 años con síndrome de Eagle. Necesitaba extraer un “pequeño hueso”, ubicado en la base del cráneo, que “afectaba la vena yugular interna y ocasionaba tinitus al paciente cada vez que realizaba actividad física”. Fue un caso complicado. “Con la realidad aumentada, pudimos observar la relación entre venas, nervios y la arteria carótida interna, así como los huesos circundantes. Esto nos permitió llegar con gran precisión al hueso que debía ser eliminado”, destacó, añadiendo que “el paciente notó una remisión de los síntomas sin inconvenientes”.

Con cautela, Damiano enfatizó nuevamente: “Esta tecnología no es una solución mágica y todavía debemos determinar en qué casos, de qué áreas y para qué pacientes es adecuada. No está demostrado que sea imprescindible, pero considero que será útil en casos específicos”.

¿Qué motiva a un médico a especializarse en un campo tan complejo y con alto riesgo de secuelas? Damiano respondió sin titubeos: “Soy médico porque desde pequeño deseé serlo. Provengo de una familia trabajadora del interior. Soy el resultado de la movilidad social de los años 80, cuando estudiar tenía sentido, algo que, les digo a mis hijos, todavía vale la pena. Estoy muy satisfecho de haber elegido esta especialidad. El agradecimiento de los pacientes no tiene precio”.

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