Una broma macabra desencadena el infierno
El destino le jugó una mala pasada a Matías Fulco, de 28 años, quien sin imaginárselo, se convirtió en blanco de odio. En la puerta de su hogar en General Pacheco, una multitud furiosa se congregó con un único propósito: hacer justicia por sus propias manos. La indignación circulaba por WhatsApp como un reguero de pólvora, acompañada de imágenes y datos personales de Matías, que lo señalaban como un cruel torturador de animales.
Atrapado en un engaño digital
Lo que pocos sabían era que Matías, quien vive con autismo y síndrome de Asperger, había sido vilmente suplantado por un grupo que buscaba difamarlo. Un joven de 22 años, Adrián, lideraba esta cruel artimaña con la ayuda de otros, usando su identidad en redes sociales para compartir videos horribles de maltrato animal. Estos individuos lograron que Matías se convirtiera en un enemigo público sin haber llevado a cabo ninguna de las atrocidades que se le achacaban.
La denuncia y las represalias
La ola de agresiones no fue solo virtual. Natalia, su madre, descubrió la dimensión del problema cuando una compañera le mostró publicaciones que vinculaban a su hijo con terribles actos de crueldad. El shock inicial se transformó en un esfuerzo desesperado por limpiar el nombre de Matías, mientras el odio en línea se traducía en amenazas físicas en su propio domicilio. Los intentos de apelar a la razón de aquellos atacantes cibernéticos fueron inútiles; abrir una denuncia parecía ser la única salida.
El culpable y una victoria agridulce
Gracias a la investigación judicial, los verdaderos autores fueron encontrados. Adrián, el responsable de la falsa identidad, fue detenido. Paradójicamente, sufre de problemas psiquiátricos y su padre colaboró con la justicia, entregando pruebas cruciales. Aunque Adrián regresó a su hogar bajo la supervisión de su padre, el daño ya estaba hecho. Las capturas de pantalla que asociaban a Matías con episodios de crueldad animal siguen circulando, perpetuando el sufrimiento de su familia.
Un deseo de justicia y paz
A pesar de todo, Natalia y Matías buscan rehacer sus vidas. Desean que la verdad prevalezca y limpiar todas las calumnias. Natalia anhela entender el odio dirigido hacia su hijo y ofrece disposición para dialogar con los autores de esta tragedia digital, esperando que nadie más deba atravesar un calvario tan injusto.
