Las deudas no se miden solo en números. Se convierten en noches de insomnio, secretos cargados de culpa y angustias que a menudo quedan sin expresar. En Argentina, el endeudamiento familiar ha superado el 6,6% según el Banco Central, transformando un problema económico en un sufrimiento personal y silencioso.
María: Una lucha silenciosa contra las deudas
María Alegre, una docente jubilada de 59 años, comenzó su calvario financiero durante la pandemia. La pérdida del empleo de su esposo, junto con los gastos de educación de sus hijos, la llevaron a recurrir a tarjetas y préstamos que parecieron un alivio pero se convirtieron en una carga inmanejable, alcanzando los 10 millones de pesos en deudas.
“Mi esposo siempre ha rechazado las deudas”, declara. Temía su reacción y la posibilidad de no ser comprendida o perdonada. Así, cada pequeña compra y cada pago mínimo se convirtieron en un peso creciente en su silencio.
Con el tiempo, las deudas se volvieron incontrolables. “Sentía deseos de desaparecer”, recuerda. Dejó de pagar sus tarjetas y comenzó a aislarse socialmente. Incluso tuvo pensamientos suicidas, que pudo contener gracias al apoyo de su psiquiatra y una aplicación que guió la gestión de sus deudas.
Trabajaba muchas horas, pero sus ingresos nunca eran suficientes. “Gano menos de un millón y lo que debía era mucho más”, cuenta. Aunque su marido encontró un nuevo empleo y ella consiguió un trabajo adicional en un instituto privado, siente que apenas está comenzando a estabilizarse. “Te enseña a vivir con lo que tienes”, reflexiona, sin aún contarle a sus hijos por vergüenza.
José: Entre deudas y el miedo al qué dirán
La historia de José Páez, un chofer de 37 años de Lomas de Zamora, es similar. Acumuló cuatro tarjetas de crédito y tres préstamos, viviendo una espiral de pago mínimo y refinanciación. “Me di cuenta demasiado tarde de que estaba envuelto en una gran deuda”, admitió.
Compraba electrodomésticos y comida, pero cuando los recursos no alcanzaban, recurría a las tarjetas del supermercado. “Un día ya no pude pagar siquiera el mínimo”, indica. Este silencio lo enfrentó solo al estrés diario: noches sin sueño y la constante culpa de no poder decirles sí a sus hijos.
El problema se agravó cuando comenzaron a llamar tanto a él como a su familia en Posadas y a sus suegros. “Eso es lo más agobiante”, expresa. “¿Por qué tienen que involucrar a los demás?”, se pregunta. La amenaza de embargo lo llevó a buscar ayuda profesional. Ahora vive acorde a sus ingresos y ha dejado de usar tarjetas de crédito.
La situación de María y José se repite en muchos, señalan Rodrigo De Britos y Rodolfo Maccioni, creadores de una plataforma que ayuda a gestionar deudas con inteligencia artificial y un enfoque emocional. “Cada vez más personas están atrapadas en el endeudamiento silencioso”, mencionan, seguido de nocivos efectos como la vergüenza, ansiedad y depresión.
El daño se refleja también en la economía. Según el Banco Central, el porcentaje de préstamos en mora ha alcanzado un récord del 6,6%, la cifra más alta desde 2008. Además, muchos hogares recurren a préstamos para poder cubrir sus gastos.
El profundo impacto psicológico de las deudas
Para Martín Wainstein, profesor en la Universidad de Buenos Aires, la verdadera carga no son las cifras en sí, sino lo que representan: fracaso y vergüenza. El miedo al juicio ajeno es un impedimento para hablar del tema, creando un ciclo de estrés continuo con síntomas como insomnio y pensamientos repetitivos.
Wainstein resalta que el endeudamiento puede volverse compulsivo si se utiliza el gasto para gestionar emociones. El primer paso, insiste, es admitir el problema a alguien de confianza para aliviar la carga emocional. Escuchar sin juzgar es crucial para el entorno.
Una posible salida: enfrentar el problema directamente
Gabriela Totaro, especialista en finanzas, sugiere enfrentar la deuda con honestidad. Crear una lista exhaustiva de todas las obligaciones es el primer paso para buscar soluciones. Recomienda estrategias como la “bola de nieve” o la “avalancha” según el tipo de deuda.
Hablar del endeudamiento es vital para evitar decisiones impulsivas. Un plan, que incluya autocuidado y gestión emocional, puede disminuir el miedo y ayudar a superar el aislamiento. Recordar que la deuda es una circunstancia, y no una identidad, es esencial para la recuperación.
Ambos expertos concuerdan en que el endeudamiento es un problema estructural, alimentado por el consumismo. El diálogo abierto sobre este tema, junto con herramientas prácticas como presupuestos y asesoría financiera, puede ofrecer un camino para salir del laberinto de la deuda.
El silencio en torno a las deudas es devastador. María concluye: “Es una experiencia terrible que desgasta todos los aspectos de la vida”. José agrega: “Cuando te das cuenta, estás atrapado en las cuotas… y parece que no hay salida.”
A pesar de que ambos encontraron una solución, sus historias reflejan que el impacto de las deudas va más allá del ámbito económico. Es crucial romper el silencio y buscar ayuda.
