Un Obelisco transformado
El Obelisco se ha convertido en un escenario insólito. Allí yacen dos camillas: una sostiene un descomunal corazón que asemeja al de un adulto; la otra, un corazón que podría corresponder a un infante. Pantallas monitorean signos vitales, mientras sondas rodean la escena. Los transeúntes se detienen desorientados, sacan sus celulares, investigan en internet. “¿Cuál es el mensaje?”, se preguntan entre susurros. Todos quieren entender. Ni siquiera la inteligencia artificial conocida como Chat GPT parece tener las respuestas.
Impacto y curiosidad
Este ícono turístico suele ser claro en su simbolismo, pero en esta ocasión, no basta con ver. Solo al cabo de 24 horas, quienes observan esta instalación lograrán desentrañar su significado.
El propósito del artista
Leandro Sivori, el escultor detrás de esta obra, expresa: “Vivimos en un mundo que se desentiende de lo que no le afecta directamente. Mi intención fue sacudir conciencias. Las camillas con sus corazones, bajo una cuenta regresiva que amenaza como una bomba a punto de estallar, invitan a la reflexión sin proporcionar respuestas explícitas. Quiero ver las reacciones, generar incertidumbre y curiosidad”.
Inspiración tras la obra
Sivori, reconocido por sus impresionantes esculturas de corazones —algunos de los cuales se subastaron en la Fundación Favaloro— se ha inspirado en la trágica historia de Ekaterina, una niña que perdió la vida esperando un corazón. Su conmovedor caso retumbó en redes sociales, y ella falleció en el Día Mundial del Corazón, sin llegar a recibir el trasplante.
El contacto de Sivori con la madre de Ekaterina y su amistad con otras familias que aguardan órganos para sus hijos motivaron esta instalación. Pamela Domínguez, madre de Felipe, un niño que recibió un innovador trasplante, es parte de esta historia. Tras meses de hospitalización y una intensa campaña (#UnCorazónParaFelipe), Felipe volvió a casa gracias a un pionero transplante a partir de donación en asistolia controlada.
Sivori, aunque declara no ser un experto en leyes, apoya cualquier iniciativa legislativa que fomente la donación, especialmente en el ámbito pediátrico. Destaca la Ley Justina, que desde 2018 asumió que todos son donantes salvo que se nieguen expresamente, lo que redujo la negativa a donar de un 40% a un 13%. Esta normativa, sin embargo, no incluye a menores de 18, donde aún se requiere permiso familiar.
Hasta el domingo por la noche, los corazones permanecerán en el Obelisco. Este jueves, 4 de diciembre, coincidiendo con el Día de la Persona Trasplantada, se despejará cualquier confusión: un código QR será presentado como parte de un acto de concienciación, acompañado de un mensaje resonante: “No hay más tiempo”.
Un llamado a la acción
“La colaboración entre el artista y madres involucradas subraya la importancia de mantener este tema en la agenda pública. La constante necesidad de donaciones es urgente: más de 8.000 adultos y 200 niños aguardan por un trasplante” afirma Fernando Cichero, presidente del Instituto de Trasplante de Buenos Aires.
“Diariamente perdemos potenciales donantes. En Argentina, tenemos un promedio de 16 donantes por millón de habitantes, comparado con los 50 de España”, dice Cichero. Destaca los esfuerzos realizados en la Ciudad que han reducido significativamente los tiempos de espera para trasplantes de córnea.
Gracias a rigurosas acciones y la legalización del proceso, el diagnóstico de muerte obliga a consultar con el Instituto de Trasplante para encontrar posibles receptores. En el último año, la lista de espera se redujo de 220 a 90 pacientes, y las capacidades para donaciones aumentan” concluye Cichero.
PS
