En el pródromo de un apacible retiro, La Pedrera se erige como un lugar que se siente como una postal en su silencio casi tangible. Este calmado rincón es un perfecto refugio después de experimentar la dinámica y seductora confusión de Punta del Este. Para encontrar esta serenidad, se recorre alrededor de 120 kilómetros hacia el Departamento de Rocha, bordeando la Ruta 10. En este trayecto uno se encuentra con La Paloma, un lugar más natural, y su vecina cercana, La Pedrera, que ofrece un ambiente más sofisticado.
Un Paradigma de Tranquilidad
Son las primeras horas de un lunes por la tarde. Aunque el día no es sofocante, el sol impone su presencia, provocando que quienes deambulan por la vibrante peatonal se dirijan a las dos playas locales: al norte, El Desplayado, preferida por las familias, y El Barco, un lugar frecuentado por los jóvenes y aficionados al surf, llamado así por un navío taiwanés que se hundió en 1977.
Una Mezcla de Encanto Rústico y Modernidad
La Pedrera es un lugar que recuerda a La Barra y José Ignacio por su combinación única de rusticidad moderna y un toque colonial dado por sus calles adoquinadas, distantes del bullicio de Punta del Este. Hay una percepción errónea de que no vienen jóvenes, idea que desmienten las vivencias en sus playas, calles empedradas y diversos bares. En los últimos tiempos, han crecido en número, atrayendo cada vez a un público más joven.
La Pedrera ofrece unas vacaciones distintas, siendo un 30% más económicas en alojamiento y entre un 15% y 20% menos en gastronomía comparado con Punta del Este. Abel Sagardía, un visitante asiduo, resalta que a pesar de la modernización, el espíritu del lugar permanece inalterado, conservando la esencia de tranquilidad, orden y naturaleza, donde el sonido del mar es omnipresente.
Turismo y Economía: Una Atracción Duradera
Este pintoresco pueblo se puede recorrer fácilmente en una tarde. Desde la rambla, se aprecian las dos playas, brindando un panorama perfecto al mar. Tabaré, guía de un bus turístico, indica que el 33% de los visitantes son argentinos, muchos de los cuales complete su recorrido en La Paloma y La Pedrera.
Diego y Lucía, quienes inicialmente consideraron vacacionar en la costa argentina, decidieron viajar a La Pedrera por su coste inferior. sorpresivamente hallaron alojamiento por 90 dólares la noche, contrastando con los costos en Mar de las Pampas y Chapadmalal que excedían los 100 dólares por noche, prueba del ahorro que implica elegir Uruguay.
La diversidad de oferta gastronómica ha mejorado significativamente, expandiéndose a nuevos menús en múltiples restaurantes y heladerías. Jorge, un visitante del Departamento Los 33, confirma esta evolución mientras alerta sobre la posible alza de precios debido a la modernización acelerada.
En las cálidas tardes, la playa El Barco se transforma en escenario de guitarreadas espontáneas, reflejo de la propuesta relajada y libre de pretensiones del lugar. Aquí, tocando parasoles y jugando al strike, turistas de los más diversos orígenes disfrutan de un ambiente idílico.
Encontrándose en perfecta armonía con su entorno, el lugar permite a sus visitantes recargar energías. Tanto argentinos como extranjeros hallan en La Pedrera un espacio donde se cultiva respeto y seguridad, ideal para familias y grupos de amigos que buscan desconectar.
Así, La Pedrera se mantiene como un sitio ideal para quienes valoran una experiencia tranquila y auténtica, apartada del bullicio veraniego. Con un equilibrio entre tradición y modernidad, se configura como un destino para un público que busca autenticidad y cercanía con la naturaleza.
