Una vida marcada por la resiliencia y el activismo
Jacqueline Caminos, conocida cariñosamente como Jackie, emergió de una familia destacada en términos económicos y políticos para enfrentarse a un giro inesperado de la vida a sus 14 años: la poliomielitis. Esta enfermedad, lejos de limitarla, marcó el inicio de una trayectoria de superación y compromiso social. Nacida en Punta Arenas el 14 de febrero de 1937, Jackie disfrutaba de una infancia privilegiada llena de actividades y educación en casa, hasta que un día su salud tomó un rumbo inesperado, llevándola a un largo proceso de recuperación y adaptación.
El diagnóstico de poliomielitis llegó por parte del reconocido pediatra Juan Pedro Garrahan, en un momento en que esta enfermedad tenía un alcance global devastador. La experiencia en los Estados Unidos marcó un punto de inflexión para Jackie, mostrándole una sociedad más inclusiva y abierta. A su regreso a Argentina, no se dejó amedrentar por las limitaciones físicas ni los prejuicios sociales, y llevó una vida plena, incluyendo amor, matrimonio y maternidad.
Fundación Par: el legado de Jacqueline de las Carreras
El compromiso de Jacqueline con las cuestiones de discapacidad comenzó a tomar forma en los 70, culminando en la creación de la Fundación Par en 1992. Esta organización se transformó en un faro de esperanza y un motor de cambio para miles de personas con discapacidades, proveyendo capacitación, fomentando la inclusión laboral y educativa, y abogando por políticas públicas inclusivas. Su trabajo ha sido un catalizador para un cambio de actitud en la sociedad y entre los decisores políticos respecto a la discapacidad.
A pesar de enfrentarse a desafíos personales significativos, Jacqueline de las Carreras prefirió mantener el foco en su obra, la Fundación Par, más que en su propia narrativa. A lo largo de 32 años, la fundación ha sido una plataforma a través de la cual personas con distintas discapacidades han encontrado voz, oportunidades y reconocimiento. La lucha de Jackie contra los prejuicios y por una sociedad más inclusiva es una fuente de inspiración y un llamado a la acción para todos.
“Mi problema no es andar en silla de ruedas, sino observar a cada paso el desconcierto que despierta la persona discapacitada en la sociedad”, expresó en sus reflexiones, instando a una lucha constante contra la ignorancia y el miedo irracional hacia la discapacidad. Ahora, a sus 87 años, aunque considera que su enfoque prioritario es su familia, Jackie se mantiene abierta a contribuir al cambio social siempre que sea posible.
Este relato de vida, más allá de ser una historia personal, resalta el poder del espíritu humano para sobreponerse, transformar adversidades en oportunidades y liderar con el ejemplo. La historia de Jacqueline es un poderoso recordatorio de que, incluso frente a grandes desafíos, una persona puede marcar una diferencia significativa en la vida de muchos, dejando un legado perdurable de esperanza, inclusión y cambio.