Durante el período comprendido entre febrero y mayo, se registraron al menos 76 casos de pacientes en unidades de cuidados intensivos en 19 hospitales que padecieron una neumonía súbita debido a una infección bacteriana, sin relación con su estado de salud previo. Las bacterias se encontraban en ampollas de fentanilo, un opiáceo administrado para el alivio del dolor y facilitar el descanso. Hasta el momento de redactar este informe, 52 de estos casos fatales estaban ligados al uso de fentanilo contaminado. La cifra sigue en aumento, invitándonos a considerar las historias humanas detrás de las estadísticas.
Entre las numerosas víctimas se destacan dos historias que sensibilizan: un adolescente de 18 años y un adulto mayor de 72. Ambos fueron hospitalizados por condiciones médicas diferentes, pero el uso de fentanilo pudo haber precipitado su final.
Las ampollas de fentanilo, producidas por dos laboratorios actualmente bajo investigación penal en el Juzgado Federal Nº 3, estaban contaminadas. Estos son el HLB Pharma Group de San Isidro y los laboratorios Ramallo, con planta en la misma localidad.
Desde la denuncia inicial del Hospital Italiano de La Plata por las primeras muertes vinculadas a las bacterias en el fentanilo, la ANMAT ha desempeñado un papel crucial. Se enfrenta al reto de retirar los lotes contaminados de todo el país y lidia con críticas por su insuficiente control sobre estas farmacéuticas, ahora clausuradas, ya previamente señaladas por malas prácticas de fabricación.
Con un incremento continuo en el número de muertes asociadas al fentanilo contaminado, el Hospital Italiano de La Plata y cinco familias de las víctimas han presentado sus querellas. Estas personas buscan justicia y dar voz a su dolor.
El caso de Luis Rossetti: un testimonio conmovedor
“No sé cuál hubiera sido su opinión respecto a este episodio negligente, pero seguro demandaría responsabilidad máxima. La vida de una persona requiere el más alto rigor en control y protección”, dice un hijo de Luis Rossetti, una de las víctimas, quien prefiere mantener el anonimato.
Como en otras más de 50 situaciones similares, la Justicia acredita la causa de su fallecimiento al fentanilo contaminado usado en sanatorios de distintas provincias.
Luis Rossetti, reconocido exárbitro de fútbol, fue rememorado por colegas tras su muerte el 18 de mayo. La Asociación Argentina de Árbitros destacó su larga carrera y honores obtenidos como árbitro asistente de primera división.
Rossetti se hospitalizó en el sanatorio porteño Dupuytren desde el 1º de mayo debido a condiciones preexistentes, pero gozaba de una vida activa. Su hijo, golpeado por el suceso, sospechó la implicación del fentanilo contaminado al ponerse en contacto con el equipo de Clarín.
Rossetti, a pesar de sus afecciones de EPOC, insuficiencias cardíacas y renales, mantenía su salud relativamente estable. Una sensación de falta de aire motivó su hospitalización y, aunque los especialistas no mencionaron neumonía, su muerte se achacó a una infección por bacterias en el fentanilo.
“Las decisiones en salud no admiten márgenes de error”, reflexiona el hijo, comparando la necesidad de control riguroso como el que el VAR intenta ofrecer en el fútbol.
Recordando a su padre como hombre modesto de origen italiano, con hábitos familiares como cocinar y recibir a la familia los domingos, su ausencia se siente con fuerza en su hogar en Villa Ballester.
Joven promesa: Renato Nicolini y el trágico desenlace
Soledad Francese, acostumbrada a emergencias por su trabajo de enfermera, recibió una de las peores llamadas el 25 de abril a las 5 am: su hijo Renato Nicolini, de 18 años, había sufrido un grave accidente de tránsito. Fue el inicio de un doloroso camino hospitalario que lo convirtió en la víctima más joven del fentanilo contaminado.
Renato, un joven cerrajero apasionado por las motos, fue derivado al Hospital Italiano de La Plata tras el accidente. Su madre relata con orgullo su especialización en cerraduras automotrices y su personalidad afable.
Hospitalizado por traumatismos de cráneo, su cuadro se complicó inesperadamente por una neumonía y meningitis, no relacionados con su condición inicial. El 4 de mayo se declaró su muerte cerebral. Renato, donante de órganos, logró salvar vidas incluso en sus últimos días.
Soledad emprendió un camino legal, buscando no sólo justicia para su hijo, sino también concienciar a otras familias afectadas.
Con el apoyo de sus hijos y familia, busca que la verdad salga a la luz en el caso investigado por el juez Kreplak, demandando condenas para los responsables. “El hospital jamás nos comunicó del fentanilo contaminado, y nos dieron respuestas insatisfactorias”, lamenta Soledad.
El sorpresivo giro en el destino de Soledad y su familia desde ese abril la ha impulsado a luchar incansablemente por la memoria de Renato.
AS
