“Salió perfecto”, expresó emocionada la doctora. En un feriado frío y nublado, ella sonríe al evocar a Luana dando de mamar a su pequeña. Fue después de la cesárea de madrugada y dos meses tras la operación intrauterina con la que el equipo médico que lidera intentó prevenir un futuro irremediable: que la bebé enfrentara serias complicaciones por haber nacido con espina bífida.
La expresión “salió perfecto” proviene de Patricia Bellani, responsable de Neonatología del primer establecimiento público que, sin intervención privada, lleva a cabo un procedimiento así en Argentina. Se trata del Hospital Garrahan, referente en pediatría en el país, lugar que ha sido centro de una disputa salarial debido a los bajos ingresos de su personal.
Intervención innovadora para corregir espina bífida
Este relato trata sobre un desafiante procedimiento médico que encontró su camino a pesar de las dificultades. El propósito: solucionar una malformación en la columna vertebral conocida como “espina bífida”, que suele conllevar discapacidades severas en muchas personas.
Todo esto forma parte de una iniciativa rara en hospitales, que, en el Garrahan, está operativa desde 2008, habiendo atendido a más de 2,500 pacientes: el Programa de Diagnóstico y Tratamiento Fetal, ideado originalmente por las doctoras Claudia Cannizzaro y Diana Fariña.
En este programa, el Garrahan maneja la observación de embarazos con presuntas malformaciones congénitas. El equipo médico se encarga de comprobar o descartar el diagnóstico proporcionado por el médico derivante. Si el diagnóstico se confirma y existe la posibilidad de operar o tratar la patología, se procede.
Se realice o no la intervención, la institución se ocupa de que la familia, aún en proceso de gestación, se familiarice con cada rincón del enorme hospital, y con los médicos (ya sean cardiólogos, neurólogos, especialistas en salud mental, entre otros) que los acompañarán en el futuro, un porvenir que en muchos casos puede ser largo y dificultoso, durando incluso hasta que el paciente cumpla 18 años, cuando aún no ha nacido.
Un segmento del equipo médico del Hospital Garrahan, tras llevar a cabo la primera cirugía intrauterina de espina bífida 100% en un establecimiento público del país.
“Dame un momento para reunir todos los detalles y no olvidar ningún nombre o dato. Participó mucha gente en esto, y además todo comenzó hace muchos años”, explica Bellani, hoy jefa de “neo” y ex directora de Atención Pediátrica de este centro de salud hasta el pasado septiembre.
En conversaciones con esta reportera, Bellani se esforzó en rememorar nombres completos y listar las personas y cargos de quienes participaron (y aún lo hacen) en la historia de Luana, la joven madre de una niña que evitó nacer con espina bífida (técnicamente conocida como mielomeningocele) gracias a una intervención intrauterina practicada en abril.
Ventajas de la cirugía prenatal en espina bífida
La bebé no requirió (como suele suceder si no se efectúa la cirugía prenatal) ninguna válvula para drenar el líquido cefalorraquídeo que se escapa por la columna abierta, compartió la obstetra y “fetóloga”, Analizia Astudillo, miembro esencial en el equipo de Bellani.
“Según la lesión y si se logra cerrar apropiadamente, como sucedió en este caso gracias a nuestros excelentes neurocirujanos, se debe observar cómo evoluciona la motricidad. Pero, lo que observamos es que, aunque no se pueda garantizar nada, la bebé mueve ambas piernas, lo cual es muy positivo, y no requirió válvulas”, añadió.
Bellani, aún emocionada, sigue reuniendo los nombres que aparecerán al final de esta nota. Se percibe que la presión ha disminuido y que lo más complicado ya quedó atrás. “Luana está amamantando y está feliz”, menciona. La bebé nació saludable, con 2.7 kg en la semana 36, “casi a término, lo cual no es común en estas situaciones, donde el parto puede adelantarse”. Aclara que se requiere tiempo para comprender completamente las consecuencias de la espina bífida que fue abordada pero nunca llegó a ser.
Fue tratada en la semana 27 del embarazo, considerado el “límite” ya que en ese momento se cierra la oportunidad que se abre desde la semana 20 para realizar este tipo de intervenciones invasivas.
No es la primera vez que una intervención de este tipo se lleva a cabo en Argentina. “En el sector privado se realizan desde 2015”, menciona Astudillo. Ella es una doctora en sus treinta, especializada en Londres (Inglaterra) en medicina materno-fetal y, particularmente, en cirugía fetal.
“Regresé en 2021 porque mi intención era dedicarme a la medicina fetal en el sector público, encontrando maneras de mejorar diagnósticos prenatales”, declaró. Aunque su especialidad está todavía en una fase incipiente en el país, encontró su lugar en el Garrahan, que ya contaba con el Programa de Diagnóstico y Tratamiento Fetal en práctica.
La importancia de los hospitales públicos en cirugías avanzadas
Los únicos hospitales públicos que hasta ahora han llevado a cabo esta cirugía son la Nueva Maternidad Provincial de Córdoba y el Hospital Fernández (CABA), pero en ambos casos, la intervención se hizo en colaboración con hospitales privados. En Córdoba, con el Hospital Privado de la capital, y en el segundo, con el Hospital Austral, reconocido por su experiencia en cirugía intrauterina de espina bífida.
Si una prepaga no cubre la cirugía, el costo privado puede oscilar entre los 15,000 y 20,000 dólares, excluyendo el seguimiento pre y posnatal. En el caso de Luana y su bebé, todo el abordaje se realizó íntegramente en el sector público por primera vez.
El Hospital Garrahan no es un lugar cualquiera, y vale mencionarlo. Es mundialmente conocido, operando bajo un sistema de gestión mixta (formalmente, SAMIC), con un 80% bajo la administración nacional y un 20%, bajo la de CABA.
A diferencia de otros centros de salud de su clase, el Ministerio de Salud, liderado por Mario Lugones, reconoce sin interés alguno de transferir el hospital a otra jurisdicción, dada la función crucial que cumple el Garrahan al responder a la demanda pediátrica de todo el país. Ningún otro hospital estaría en capacidad de igualar la respuesta nacional que los profesionales del Garrahan han proporcionado durante décadas.
“En este caso, el apoyo de la Fundación Garrahan fue crucial”, especificó Bellani. Destacó la colaboración de un grupo de médicos brasileños (que actuaron en una especie de “mentoría” sin costo alguno) y especialistas de la maternidad del Hospital Argerich. “El Garrahan tiene una maternidad pequeña”, explicó Astudillo. Bellani amplió: “Realmente, no diría que es pequeña, pero no tenemos obstetras de guardia todo el día, por eso necesitábamos colaborar con otro centro de salud”.
Una colaboración médica para el éxito de una operación
El 9 de abril, una docena de médicos se reunió en un quirófano del Garrahan. Habían conocido a Luana, una mujer de 28 años de Buenos Aires, dos semanas antes. Confirmaron el diagnóstico prenatal y le presentaron la propuesta. Luana podría haber optado por no realizar la cirugía; preferir, de ser necesario, una operación postnatal. Las secuelas habrían sido más severas, como aseguraron las dos doctoras, pero ni la madre ni el embarazo habrían pasado por un procedimiento quirúrgico con sus riesgos inherentes. Luana evaluó la situación cuidadosamente.
Se organizó la intervención. Expertos de diversos lugares acudieron. Se dividieron en tres grupos. Los obstetras esperaron afuera “por precaución”. La cirugía podría haber desencadenado un parto prematuro, pero no sucedió. Los doctores restantes se encargaron de acceder al útero mientras los neurocirujanos reparaban la columna del feto.
El equipo de anestesistas cuidó de la madre y del feto. Astudillo, quien es “fetóloga” y especialista en cirugía fetal, hizo la incisión en el útero, dejando un espacio de 3 centímetros para que los neurocirujanos pudieran trabajar. A través de esa pequeña abertura, cerraron las vértebras abiertas y previnieron que los nervios expuestos al líquido amniótico siguieran sufriendo daños. Pasaron las semanas y la bebé nació. Las doctoras relatan que “ni tiene cicatriz”.
“La cesárea estaba prevista para este martes, pero el domingo a la 1 de la madrugada Luana me llamó diciendo ‘me hice pis’. Su bolsa se había roto. Todo el equipo fue convocado: el mismo que la había asistido previamente y que iba a participar el martes”, recordó Astudillo emocionada. Puesto que el Garrahan no tiene obstetras disponibles todo el tiempo, la paciente debía dirigirse al Argerich si se adelantaba el parto. “Pero ya que nos reunimos todos, trasladamos a la mamá en ambulancia del Argerich al Garrahan. Imaginen la emoción al vernos ahí a las 3 de la mañana”, relató.
“Lo que sucede en el Garrahan no pasa en otros lados; todas las necesidades están cubiertas. La paciente siempre se encuentra con caras conocidas, desde el embarazo hasta los 18 años de su hijo. Antes del parto, ya conoce a todos los médicos y también los espacios, rincones y pasillos del hospital que recorrerá en el futuro. Es un lugar grande, fácil de perderse, pero con el diagnóstico y tratamiento temprano, se pueden establecer lazos de confianza que persistirán toda la vida”, opinó Bellani.
Astudillo comentó sobre la emoción del parto: “Dejamos todo lo que hacíamos para atender este caso. Tras tanto esfuerzo y habiendo formado ya un lazo familiar con la paciente, teníamos que estar ahí. Para nosotros, este caso marca un antes y un después”.
El equipo detrás del éxito
Después de compartir una larga lista de todos los profesionales que asistieron a Luana y su embarazo, Bellani resumió una versión breve de las personas que representan a un mayor número de profesionales de las instituciones participantes.
Del Programa de Diagnóstico y Tratamiento Fetal mencionó a María Soledad Arbio (jefa de Clínica del Área de Terapia Intensiva Neonatal) y Susana Gutiérrez (neonatóloga).
Incluyó a los obstetras Analizia Astudillo (especialista en Medicina Fetal), Daniela García (obstetra), Federico Corina (becario, obstetra especializado en Medicina Fetal), Gastón Senyk (obstetra del Hospital Argerich), Patricia Nemer (obstetra) y Natalia Basualdo (obstetra especializada en Obstetricia Crítica).
Finalmente, Bellani nombró a los especialistas en terapia para adultos centrada en la obstetricia crítica: Mariana Kirschbaum y el neurocirujano principal que realizó el cierre del mielo prenatal de la bebé: Javier González Ramos.
AS