A seis semanas del trasplante, felipe impresiona a los médicos y pronto será dado de alta del hospital

Felipe pasó nueve meses en una sala del Hospital Italiano aguardando un trasplante de corazón. A las seis semanas de la operación, su madre, Pamela, todavía no puede evitar emocionarse al verlo alcanzar un juguete él mismo o mantenerse más recto. “Antes, sus manos siempre estaban cerradas con el pulgar hacia adentro, haciendo mucha presión. Ahora las abre solito, busca los juguetes, los agarra”, relata. “Es algo extraordinario”, insiste a Clarín.

El cambio de rutina y esperanza

Felipe está a punto de recibir el alta médica para continuar su tratamiento en casa. Aunque no será su regreso final a casa (la familia es originaria de Neuquén), este nuevo paso representa un cambio significativo. Tras mucho tiempo de incertidumbre y vigilancia constante, su madre sueña con un momento simple: “Lo que deseo hoy es compartir un mate con mi esposo, ver a nuestros hijos y pensar: lo conseguimos”.

El 18 de junio ocurrió el trasplante que le salvó la vida a Felipe. El corazón que ahora late vigorosamente en su pecho pertenecía a Luca, el niño que compartía habitación con él. Esta trágica pero increíble coincidencia dejó una huella imborrable en ambas familias.

Un vínculo más allá del trasplante

Pamela recuerda el día que estaban esperando la validación de la posibilidad de trasplante. Estaban en el pasillo cuando Paula, la madre de Luca, se acercó y le comentó que el corazón se había detenido y vuelto a latir fuera del cuerpo, lo cual significaba que el trasplante era posible.

Lo siguiente fue un abrazo emotivo. “Les agradecimos por salvar la vida de nuestro hijo. Lloramos juntos”, recuerda Pamela, describiendo el instante en que confirmaron que la operación había sido un éxito. Desde entonces, el tiempo se percibe de otra manera. “Cuando salió del quirófano, verlo lleno de tubos fue duro, pero sabíamos que era una posibilidad. Todo resultó para mejor”, explica.

Felipe superó las expectativas médicas. “Es realmente asombroso”, comenta Pamela. “Los doctores estaban sorprendidos. Su recuperación ha sido impresionante. Aunque un derrame pleural nos preocupó temporalmente, se resolvió y ya no está presente”, agrega con emoción. Cada consulta con los cardiólogos trae consigo una nueva sorpresa. “Tiene un corazón robusto”, le aseguró una médica en su última revisión.

Una vivienda cercana al hospital se prepara para la estancia de Felipe en casa. “Siento temor”, admite Pamela. “No por lo que pueda ocurrir, ya que estamos cerca, sino porque no es su hogar. Tampoco es lo familiar”. Permanecerán en Buenos Aires hasta el próximo año, pero el deseo de regresar a Neuquén está muy presente. “Salir del hospital implica muchas responsabilidades… Lo importante es que estemos todos juntos fuera de esas cuatro paredes”, comenta entre lágrimas.

Felipe, de un año, muestra cada vez más interés por su entorno. Sonríe al ver al personal de limpieza y ríe a carcajadas con una kinesióloga que le hace reír con un juego. Reconoce a quienes ve regularmente y llora al oír ciertos sonidos como el de una gasa. “Él lo reconoce todo”, enfatiza Pamela, maravillada por su avance.

La conexión con la familia de Luca persiste con respeto y afecto. Paula le pidió a Pamela un gesto entrañable: que le cantara a Felipe una canción que calmaba a su hijo. “Paula me envió un audio explicando que Luca siempre se dormía con esa canción y me pidió que se la pusiera a Feli o que se la cantara, pensando que tal vez la reconocería de alguna manera”, recuerda Pamela.

Paula le expresó que sentía, e incluso creía que la ciencia lo podría justificar, que algo de Luca seguía vivo en Felipe. Posiblemente no solo el corazón, sino una forma de memoria emocional o celular. “Desea que en los progresos de Felipe haya algo de Luca también”, comenta Pamela.

Se aproxima la mudanza al nuevo departamento y un homenaje especial en Cutral Co, lugar natal de Luca. El evento será el 9 de agosto en el Cuartel de Bomberos, donde se organizará una jornada sobre la importancia de la donación pediátrica de órganos. Pamela viajará para reencontrarse con Paula y su esposo. La localización elegida tiene un significado particular, ya que Luca amaba a los bomberos y soñaba con ser uno de ellos.

Este homenaje también busca agradecer y dar visibilidad a lo que la donación significa. “No es que elimine el dolor”, afirma Pamela, “pero que otra madre sepa que su hijo vive gracias a una decisión así… puede ofrecer cierto consuelo. Un sentido. Para nosotros, significa todo”.

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La familia de Felipe es consciente de que aún queda un largo camino. Deben permanecer en Buenos Aires hasta el próximo año. Aunque su hogar en Neuquén está alquilado, el corazón de Pamela ya visualiza ese regreso. “Deseo que Felipe corra por el césped, que su abuela lo vea, que escuche las aves y contemple el verdadero cielo. Aquí solo ve los pasillos del hospital”, dice conteniendo la emoción.

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Mientras tanto, Felipe continúa desarrollándose y perfeccionando sus habilidades motoras y su conciencia del entorno. “Nos dijeron que quizás nunca caminara o que necesitaría asistencia como una silla o un bastón. Pero la neuroplasticidad es real”, afirma Pamela. “Agradezco a los médicos, pero creo en mi hijo. Nadie pensó que conseguiría un trasplante de corazón, y lo logró. Así que no me sorprendería si un día comienza a caminar”.

“Y si debe usar una silla de ruedas, lo llevaré por el mundo. Lo único que importa es que esté vivo”, añade Pamela.

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Desde su vivencia, Pamela sigue abogando por la donación de órganos. Siempre tiene en mente a Eka, una niña que espera un corazón tal como lo hizo Felipe. Pamela, entre lágrimas, recuerda a todos los niños que esperaban un trasplante. Eka está en el Italiano desde antes que ellos llegaran. “Cada vez que escuchamos sobre un corazón pediátrico disponible, miramos para ver si es para Eka. Ella también lo merece”, afirma Pamela. “Nadie debería esperar tanto tiempo”, comenta.

Pamela sueña con cosas simples: disfrutar del jardín, mirar el cielo, sentir el pasto, recoger a su hijo mayor del colegio con Felipe en brazos. “Quiero que crezca saludable, libre, fuerte, sonriendo siempre con esa hermosa sonrisa. Todo el mundo dice que él vino al mundo para lograr grandes cosas, y seguramente así será”, concluye.

AS/AA

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