Los problemas cardíacos son responsables de cerca de un tercio de las muertes a nivel mundial. Por lo tanto, cualquier avance en su prevención o tratamiento puede representar un impacto significativo para la salud pública global. Recientemente, se han descubierto dos aspectos cruciales sobre esta enfermedad: uno desfavorable y otro esperanzador.
Reevaluación de las estadísticas de mortalidad cardíaca
Contrario a lo que se pensaba, entre el 2020 y el 2023, los casos de fallecimientos por infarto aumentaron hasta un 17 por ciento durante la pandemia y luego. Al mismo tiempo, se ha corroborado que un medicamento utilizado desde 2017 para tratar la diabetes tipo 2 también ayuda a reducir riesgos cardiovasculares.
Una investigación mencionada por la revista JAMA, que incluyó datos hospitalarios de 15 países, destacó una disminución del 20 al 34 por ciento en las hospitalizaciones por infarto después del inicio del Covid, junto con una reducción en los procedimientos quirúrgicos.
Cambio en el lugar de ocurrencia
Sin embargo, un nuevo informe en JAMA indica que los fallecimientos por eventos cardíacos no disminuyeron, sino que ocurrieron más fuera de los hospitales, principalmente en los hogares de las personas afectadas.
Investigadores del Hospital General de Massachusetts y la Escuela de Medicina de Harvard revisaron datos del estado de Massachusetts. De un total de 127.746 personas estudiadas, con una edad promedio de 77 años, el 47.9% eran mujeres. Entre 2020 y 2023, las muertes por causas cardíacas fueron un 16 por ciento más altas en 2020, incrementando un 17 por ciento en 2021 y 2022, y un 6 por ciento en 2023.
“Numerosos análisis han detectado menos ingresos hospitalarios por problemas cardíacos, pero es probable que hayan pasado por alto los eventos ocurridos fuera del ámbito hospitalario”, detallaron los autores. “Estos hallazgos, en conjunto con investigaciones anteriores, apuntan a un incremento en la mortalidad tras la pandemia de Covid-19 y un cambio en el lugar donde se producen los fallecimientos. Hasta mediados de 2024, algunas tasas seguían en aumento”.
Perspectiva positiva: Un medicamento alternativo
Paralelamente, durante el 32° Congreso Europeo de Obesidad en España, se presentó la prometedora información sobre la semaglutida. Este medicamento, que actúa como agonista del GLP-1 y regula el azúcar en sangre, demostró reducir hasta un 50 por ciento el riesgo de mortalidad cardiovascular en los primeros seis meses de tratamiento.
Se ha demostrado que la semaglutida disminuyó un 37 por ciento el riesgo de eventos cardiovasculares adversos mayores en adultos con sobrepeso y obesidad. A dosis menores, se utiliza para tratar la diabetes tipo 2 y, a dosis mayores, para la pérdida de peso, lo que también conlleva beneficios significativos para la salud cardiovascular.
Los estudios han mostrado que el tratamiento con semaglutida reduce un 20 por ciento el riesgo de eventos cardiovasculares, como infartos o muertes por problemas cardíacos, independientemente de la pérdida de peso, lo que sugiere que sus beneficios van más allá de la mejora metabólica convencional.
El cardiólogo Fernando Botto, del Instituto Cardiovascular de Buenos Aires, explicó que los efectos cardiovasculares positivos de la semaglutida no se deben únicamente a la pérdida de peso, sino también a su capacidad para mejorar la glucemia, la presión arterial y el perfil lipídico, además de reducir la inflamación.
Según Botto, los agonistas del GLP-1 ofrecen beneficios anti-ateroscleróticos en pacientes con sobrepeso, y también en aquellos con infarto de miocardio, independientemente de la presencia de diabetes. Estos efectos incluyen mejoras en la función del corazón y la reducción de grasa alrededor del corazón.
En la práctica clínica, el uso de estos medicamentos se está considerando cada vez más, y la elección entre ellos puede depender de factores como el costo y la disponibilidad, además de las condiciones específicas del paciente.