Diez argentinos fueron regresados a su país desde Estados Unidos bajo la administración de Donald Trump, llegando de madrugada a Argentina. “No somos criminales”, declararon algunos a su llegada al aeropuerto de Ezeiza, donde se reencontraron emotivamente con sus familiares.
Testimonios al bajar del avión
Maximiliano García, de 49 años, fue uno de los primeros en compartir su experiencia. Criticando la gestión de Trump, explicó la razón de su detención: una “aparente orden de deportación” emitida en 2015 de la cual nunca fue informado, pese a residir en Estados Unidos desde 2001, con permisos de residencia y trabajo en regla.
“Resulta desconcertante estar bajo arresto en circunstancias tan insólitas, ya que esta administración representa un capítulo oscuro en la historia estadounidense”, indicó. Además, agregó: “Para ellos, somos vistos como criminales”.
Impacto de las detenciones
García relató que fue identificado al realizar un trámite familiar en la oficina de Inmigración en Orlando y trasladado a un centro de detención desde el 21 de agosto. “Mi hija tiene 21 años y, tras completar el trámite, me pidieron que pasara a un lado para responder a más preguntas. Fue entonces que me arrestaron”, comentó.
En su opinión, el gobierno estadounidense exhibe un claro prejuicio y racismo, afectando incluso a residentes legales. “El racismo es evidente en esta pobre administración de Trump”, afirmó.
“No tenía miedo, pero están fragmentando familias. Estuve detenido en un centro en Miami”, finalizó.
Declaraciones de otros deportados
Mario Robles, de 25 años, también habló con la prensa afirmando contundentemente: “No somos criminales”.
Con un notable acento mexicano por haber vivido allí desde los 18 años, narró que fue arrestado al llegar a San Antonio, Texas. Aunque no especificó por qué fue detenido, reiteró: “No somos criminales, no hemos matado ni violado. Ahora solo deseo reunirme con mi familia”.
Le informaron que no podrá regresar a Estados Unidos por cinco años. En México queda su esposa e hija. “Es difícil estar alejado de los seres queridos, de gente buena. Hoy solo quiero volver a mi familia”, concluyó con un gesto que combinaba alivio y tristeza.
Estos ciudadanos viajaron en un Boeing 767-300 mediante un vuelo especial de la empresa Omni Air International, contratado por el Departamento de Seguridad Nacional de EE. UU.
El avión primero aterrizó en Bogotá, Colombia, luego dejó a un grupo de brasileños en el aeropuerto de Confins, en Belo Horizonte. Por un hecho sin precedentes, continuó hacia Buenos Aires, llegando a Ezeiza a las 3:19 de la mañana.
De acuerdo al Departamento de Seguridad Nacional, los vuelos de deportación buscan devolver a sus naciones a quienes infringieron las leyes migratorias de EE. UU. Son mayoritariamente personas que entraron sin autorización, no podían permanecer en el país, fueron condenadas por delitos o son consideradas amenazas a la seguridad nacional.
