Julieta Silva, con 37 años, busca declararse responsable de las agresiones hacia su esposo actual para lograr una pena reducida y así evitar enfrentar un juicio oral y público nuevamente ante el tribunal penal en San Rafael, Mendoza.
En el año 2017, Silva fue sentenciada por atropellar mortalmente a su entonces pareja, el rugbier Genaro Fortunato de 25 años, tras una pelea en la salida de un local nocturno. En julio de 2025, volvió a prisión por agredir y acosar a su esposo Lucas Adrián Giménez, de 42 años, con quien inició una relación tras salir en libertad.
Silva fue considerada culpable de la muerte de Fortunato, aunque accidental, y recibió una pena de tres años y nueve meses por homicidio culposo agravado por conducción imprudente; además, se le retiró el permiso de conducir por ocho años. En 2020, fue liberada y estableció una relación con Giménez, con quien se casó y tuvo una hija que ahora tiene dos años. También tiene dos adolescentes de su primer matrimonio.
La semana pasada, sus defensores Clarisa Fuentes y Roberto Castillo iniciaron una solicitud para un juicio abreviado, buscando evitar el juicio oral a cambio de una condena menor, dado que ella admitió su culpabilidad.
La demanda está relacionada con lesiones leves agravadas. La respuesta del juez de San Rafael al pedido de la defensa aún está en espera, según informó el periódico Uno de Mendoza.
Silva recibió el beneficio de cumplir arresto domiciliario por decisión del juez Claudio Gil del Segundo Juzgado Penal Colegiado de San Rafael, considerando primordial el cuidado de su hija menor. Esto se sustentó en informes del Equipo Técnico Interdisciplinario y del Juzgado de Familia que evaluaron su aptitud para cuidar de la niña de dos años.
De aceptarse el juicio abreviado, se llevará a cabo una nueva audiencia. Si la fiscalía, la defensa y la querella llegan a un consenso, el juez podría imponer una sentencia por lesiones agravadas que a penas será de un año, permitiéndole a Silva continuar cumpliendo su pena en casa, tal como lo hace actualmente con monitoreo de una tobillera electrónica.
Denuncias cruzadas
Su actual esposo la denunció por agresiones y por encerrarlo en el baño. Al mismo tiempo, Silva presentó una demanda en su contra, argumentando que Giménez la amenazaba con videos íntimos y que ejercía violencia de género.
Revelaciones sobre el matrimonio
En una entrevista reciente con Telenoche, Silva narró: “Estaba atrapada en la relación porque había acumulado muchas pruebas en forma de videos íntimos, en la ducha o el baño cuando estaba desnuda”.
Ella contó que conoció a Giménez cuatro años atrás y en principio lo vio como un refugio tras la muerte de Fortunato. “Llegó como una persona sufriendo, víctima de una relación anterior, con problemas familiares. Yo venía de la pérdida de Genaro y quise apoyarlo junto a la hija que tenía de su primer matrimonio”, expresó Silva.
Viviendo bajo arresto domiciliario con tobillera electrónica, Silva explicó que la relación se tornó “difícil, compleja y tóxica”. Según su relato, fue objeto de maltratos públicos, como durante el cumpleaños de Giménez: “Estaba limpiando y él tiraba las copas al suelo para que las recogiera, me lanzaba hielo en la cabeza e insultaba frente a sus amigos”.
Relató cómo descubrió que su esposo la grababa sin su conocimiento: “Me llevó su teléfono para mostrarme un video de su hija y en ese momento me di cuenta de que me filmaba: mis conversaciones con amigas o familia”. “Me arrodillé para suplicarle que borrara esos videos”, dijo.
Confianza en la Justicia
Silva afirmó que en el último año presentó al menos cuatro denuncias por violencia de género contra su marido, pero todas fueron ignoradas. “Me lo dijeron claramente: ‘Tus denuncias serán archivadas’. Y así ocurrió. En contraste, cuando él me denunció, me ordenaron detención domiciliaria”, lamentó.
A pesar de buscar un acuerdo judicial, mantiene reservas sobre la justicia mendocina. Durante la entrevista televisiva, Silva confesó: “Nunca me sentí tranquila para declarar. Siempre se me advirtió que si hablaba recibiría 20 años, que mis hijos volverían a sufrir. El miedo me paralizó”.