Renovación en el ambiente festivo
Las celebraciones han tomado un giro hacia la contemplación visual sobre el estruendo auditivo. La disminución en el uso de pirotecnia estridente en los centros urbanos ha sido notable durante la última década, resultado principalmente de legislaciones locales diseñadas para salvaguardar el bienestar de individuos y animales con sensibilidad a los sonidos altos.
En un esfuerzo por reducir la pirotecnia ruidosa, en 2020, la Secretaría de Ambiente de la ciudad implementó una normativa que excluye específicamente el uso de fuegos artificiales ruidosos dentro de ciertas zonas designadas como “áreas de serenidad”, donde el uso de cualquier artículo pirotécnico audible está estrictamente prohibido. Esta medida ha sido fruto de prolongadas campañas por parte de colectivos en defensa de personas con condiciones como el Trastorno del Espectro Autista (TEA) y Transtornos Generales del Desarrollo (TGD), así como activistas de los derechos animales.
Similarmente, la Provincia de Buenos Aires ha tomado medidas con la promulgación de la Ley 15.406, que controla tanto la venta como el uso de dispositivos pirotécnicos que generan un alto nivel de ruido.
Se ha generado una lista de artefactos específicamente prohibidos que incluye, pero no se limita a, bombas y morteros con efectos sonoros fuertes y ciertos tipos de foguetas conocidas popularmente como “tres tiros”, todos con especificaciones de tamaño y calibre detalladas.
Además, se han establecido “zonas de calma” exentas de pirotecnia en proximidades de áreas sensibles como hospitales y reservas ecológicas, asegurando la paz tanto de los pacientes en tratamiento médico como de la fauna local.
Recientemente, las celebraciones de Navidad y Año Nuevo mostraron una reducción significativa en la contaminación sonora, particularmente en zonas clave del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), marcando un contraste con años anteriores donde los ruidos fuertes eran más comunes.
No obstante, este cambio no ha sido uniforme en todas las áreas, ya que aún existen regiones con reportes de uso intensificado de pirotecnia ruidosa, ocasionando incidentes desafortunados como la fuga de animales afectados por el ruido, un ejemplo de ello ocurrió en Don Torcuato donde se reportó la pérdida de dos caballos debido al pánico causado por los fuegos artificiales.
Reinventando los fuegos artificiales
En contraposición a la creencia popular de que la venta de pirotecnia ha declinado, lo que en realidad ha sucedido es una transformación en la industria hacia productos que privilegian el espectáculo visual mediante luces y colores, minimizando el impacto sonoro. Mario Ruschin, líder de la Cámara Argentina de Fuegos Artificiales, detalló cómo el sector se ha adaptado, ofreciendo alternativas que cumplen con las nuevas demandas del mercado sin comprometer sus ingresos, que benefician a cerca de 60,000 hogares en el país.
Aunque el consumo ha ajustado su forma, no ha menguado necesariamente, reorientándose hacia aplicaciones en eventos como partidos de fútbol y conciertos musicales, reflejando un cambio en la preferencia de los consumidores hacia productos que generan menos ruido y más efectos visuales.
Los cambios en la demanda y en las regulaciones municipales y provinciales han llevado a un descenso general en las incidencias relacionadas con lesiones por pirotecnia durante celebraciones importantes, evidenciando una caída significativa en el número de afectados que buscan atención médica por accidentes relacionados, lo que sugiere un impacto positivo de las medidas adoptadas.
Aunque las ventas han experimentado una reducción en fechas clave como Navidad y Año Nuevo, atribuible en parte a la situación económica, este comportamiento no refleja completamente la situación del mercado, que había visto años de auge en décadas anteriores. Lo interesante es observar cómo, más allá de los factores económicos, ha habido un cambio cultural hacia celebraciones más tranquilas y visuales, mostrando una evolución en la conciencia social y un cambio en las prioridades de los consumidores.
