En las calles de barrios como Chacarita, Villa Urquiza, Recoleta, Caballito, Palermo, Once, Belgrano, Barracas y Almagro, Clarín visitó más de 15 farmacias con una pregunta simple: “¿Tenés Ozempic?”. La respuesta fue siempre rápida y sin dudar: “Sí, ¿lo querés?”. Nadie solicitó una receta médica. No preguntaron el motivo. Solo ofrecieron el producto como si fuera una simple aspirina de venta libre.
Aumento de la demanda de Ozempic
Ozempic es el nombre comercial de un medicamento que contiene semaglutida, pensado originalmente para tratar la diabetes tipo 2. Sin embargo, se hizo conocido por sus efectos en la pérdida de peso, popularizado por celebridades y usuarios de TikTok, lo que llevó a un incremento en su demanda. Aunque en Argentina su venta requiere receta médica, la norma parece ser olvidada.
La situación se repite en cada lugar visitado. Farmacias que venden sin receta ni control, como si fuera un producto más en el estante. Algunas farmacias comparan precios y efectividad entre la versión argentina (Dutide, del laboratorio Elea) y la importada, fabricada por el laboratorio danés Novo Nordisk, que lanzará una variante específica de semaglutida para pérdida de peso bajo el nombre de Wegovy.
Venta informal en redes sociales
Clarín también buscó estos fármacos en grupos de Telegram, donde se venden de forma unitaria, comprimido por comprimido. El vendedor ofrece la semaglutida Dutide en su versión oral, incluso enviando fotos de las cajas. Son muestras médicas que claramente no deben ser vendidas. “Te las doy en caja”, promete el vendedor. El precio lo establece en $ 7.000 por el comprimido de 3 mg y $ 8.500 por el de 7,5 mg. Asegura que “en farmacias está más caro”, como si hablara de otro tipo de producto.
En uno de los intercambios, el vendedor especifica que no trabaja con la forma inyectable, sino que vende pastillas. “Cada pastilla cuesta eso. Para empezar el tratamiento, se toman por 15 días las de 3 mg y luego las de 7,5”, explica con confianza. Al ser cuestionado sobre la autenticidad del producto, responder simplemente: “Es real, solo efectivo”.
Opiniones de profesionales y organizaciones
Consultado por Clarín, el director médico del laboratorio Elea, Matías Deprati, aseguró que hasta el momento no han recibido denuncias sobre ventas ilegales vía Telegram o a través de otros medios. Sin embargo, al compartirle las imágenes, comentó que “hemos analizado internamente el lote y vencimiento de esas muestras de semaglutida oral, las cuales pertenecen a medicamentos fabricados en Elea. Desconocemos cómo estos llegaron a canales de venta ilegales. En el empaque secundario se indica que no es un producto comercial. No creemos que este desvío provenga de personal de Elea”, argumentó. El personal de promoción del medicamento está altamente calificado y reconocido por seguir prácticas éticas de promoción.
Desde Novo Nordisk también expresaron su postura sobre la venta sin receta de estos fármacos en farmacias. “Recalcamos que la semaglutida requiere siempre prescripción médica y seguimiento”, enfatizaron, dejando claro que la empresa “no apoya ni fomenta ninguna promoción que no esté indicada en el prospecto autorizado de sus productos, y trabaja continuamente para asegurar el uso adecuado de sus medicamentos según lo estipulado en el prospecto”.
La presidenta del Colegio de Farmacéuticos y Bioquímicos de Buenos Aires, Margarita Menéndez Llanos, afirma que Ozempic es de venta bajo receta, aunque aclara que no es una receta archivada. Esto quiere decir que, salvo casos de compra por obra social o prepaga, la farmacia no tiene que guardar la receta, aunque sí debe presentarse el troquel para ciertos trámites administrativos.
Menéndez Llanos admite que hay farmacias que no cumplen con la normativa, pero destaca que eso no permite generalizar. “Así como en cualquier profesión, hay quienes no actúan adecuadamente”, menciona. “Cada profesional es responsable de su conducta. No es correcto decir que todas las farmacias venden sin receta, ya que hay quienes cumplen con la normativa”, recalca.
Explica que cuando un paciente compra el medicamento de manera particular, la farmacia no retiene ningún registro, pues no es una receta de archivo. En caso de compra con descuento por obra social, la receta se presenta a la entidad correspondiente, pero tampoco queda en la farmacia. Esa falta de trazabilidad impide fiscalizar estas ventas, y por ende, no existen sanciones específicas. “El Ministerio de Salud solo fiscaliza los medicamentos de venta bajo receta archivada, ya que son los únicos que dejan un registro”, detalla.
Además, Menéndez Llanos señala que las farmacias suelen recibir críticas injustas. “Estamos aquí para dar el consejo correspondiente y seguir las condiciones de venta establecidas. Ningún medicamento es inocuo, ni siquiera un ibuprofeno o paracetamol”, concluye.
La doctora Mónica Katz, experta en nutrición, considera que el medicamento del que todos hablan significa más que una tendencia: es, para ella, la tercera gran revolución en el tratamiento de la obesidad. La primera fue el descubrimiento de la leptina en los años 90. Luego, la cirugía bariátrica. Y ahora, los análogos del GLP-1, una hormona intestinal, marcan un nuevo camino.
Según Katz, la semaglutida es una molécula activa que imita una hormona natural que señala al cerebro la sensación de saciedad y prolonga la presencia de alimentos en el estómago e intestino, aumentando la sensación de plenitud.
“La semaglutida no solo ayuda a perder peso”, afirma Katz, “también mejora el metabolismo, el páncreas, la glucosa y muchos otros indicadores metabólicos y cardiovasculares. Reduce el riesgo de infarto y ACV no fatales, mejora la función renal, el hígado graso, la insuficiencia cardiaca y la función cardíaca. Incluso hay evidencia de que puede ayudar a quienes enfrentan comportamientos compulsivos como el tabaquismo o el alcoholismo”.
En dosis menores, este medicamento se utiliza para tratar la diabetes tipo 2 y ha sido reformulado para que su efecto dure hasta 180 horas, por lo que se administra solo una vez a la semana. “No afecta el estómago”, explica Katz. “Aunque las personas con reflujo pueden experimentar acidez, esto no es una contraindicación”.
Katz advierte que usarlo debe ser indicado estrictamente por un médico. “No se requiere que sea un especialista en obesidad, pero sí que entienda la molécula y pueda ajustar la dosis”, subraya. No es un antibiótico de toma estándar: la dosis cambia según se trate de una persona con diabetes o con obesidad.
Katz también menciona los peligros del uso incorrecto: “Personas con trastornos alimenticios, como anorexia o bulimia, no deben usarlo. Es como dar penicilina a alguien alérgico: no es un tratamiento para esos casos”. Ante la obsesión social por la delgadez, añade: “Tener un tratamiento eficaz no significa que sea para todos. No hay que demonizarlo, ya que es seguro y útil para quienes realmente lo necesitan. Pero tampoco debe permitirse su uso indiscriminado”.
Mientras el mundo alerta sobre los efectos no deseados del uso recreativo de semaglutida, en Argentina se comercializa sin restricciones, ni receta, ni preguntas. Tanto en el mercado negro como en farmacias, el Ozempic –nombre que resuena casi como un genérico, al igual que el Viagra– está disponible para quien tenga dinero y quiera perder peso.