Preocupaciones en los Mensajes Internos
En una conversación entre empleados de HLB Pharma y Laboratorios Ramallo, una afirmación llamó la atención de los investigadores y resaltó un problema grave en la industria: “No van a aprender hasta que ocurra una tragedia”. Esta conversación fue crucial en la indagatoria de Ariel García Furfaro y 16 más por su implicación en las operaciones irregulares de los laboratorios.
Descubrimientos Impactantes
El celular de Wilson Pons, jefe de Control de Calidad en Ramallo, contenía conversaciones del 19 de mayo de 2024 con Rocío Garay, supervisora del área, donde se detallaban las malas prácticas. Estas prácticas eran previas a la fabricación del lote contaminado 31.202, relacionado con la muerte de 96 pacientes debido a una contaminación bacteriana.
Investigaciones y Acusaciones
A lo largo de la investigación, Ariel García Furfaro y otras personas clave fueron interrogadas. Durante su declaración de seis horas, García Furfaro negó conocer las fallas en su instalación, señalando a los empleados técnicos como responsables. Los mensajes de WhatsApp indicaron que tanto HLB como Ramallo incumplían las Buenas Prácticas de Fabricación necesarias en la industria farmacéutica.
El informe del ANLIS-Malbrán ratificó las deficiencias en los registros del laboratorio. Se encontraron problemas en el sellado de envases y un control manual deficiente de las ampollas rechazadas. Las conversaciones de WhatsApp también detallaban problemas con el fentanilo: se mencionaba la necesidad de repetir análisis porque “dio mal”, y otro mensaje indicaba una discrepancia en la concentración del fármaco.
Pons expresó dudas sobre la precisión en el espectrofotómetro, equipo esencial para detectar impurezas, asegurando que “nunca se calibró ni recibió mantenimiento”. Los fiscales afirmaron que estas eran pruebas de los continuos problemas de calidad del laboratorio. Los registros en el teléfono de Pons también revelaron que los acusados manipulaban los datos de producción.
Tras una inspección de ANMAT en diciembre, la directora técnica, Carolina Ansaldi, advirtió la falta de registros completos para un lote, confesando que la producción “se realizó sin documentación real”. En un chat grupal, Javier Tchukran, director general del laboratorio, pidió detener la práctica de “fabricar datos” y asegurar la documentación requerida para evitar estos problemas recurrentes.
Otros mensajes mostraban cómo reconstituían los registros de producción con datos erróneos o inventados. En un intercambio de diciembre de 2024, antes del lote que afectó a los 96 pacientes, una empleada aconsejaba poner “todas las horas reales”. Imágenes encontradas documentaban materiales expuestos al clima y presencia de insectos, con un mensaje describiendo reactivos almacenados incorrectamente.
En abril, al estallar la crisis, el jefe de Control de Calidad describió la situación como resultado de “la mala política de la empresa”. Los fiscales identificaron problemas adicionales en las conversaciones de WhatsApp: cortes de luz, fallos en generadores, suciedad, derrumbes, explosiones, y personas consumiendo mate dentro de la planta, creando un entorno peligroso para la fabricación de medicinas cruciales.