La vivienda presenta un aspecto desolador, como si el tiempo hubiera pasado sin tocar nada durante años. En la cocina, el desorden domina, aunque sorprendentemente, un refrigerador sigue en funcionamiento. En el centro de la habitación cuelga una tenue bombilla que se mantiene encendida.
Este es el interior de la casa en Florencio Varela, donde fueron brutalmente asesinadas Brenda del Castillo (20), Morena Verdi (20) y Lara Morena Gutiérrez (15). Las autoridades investigan el caso como un posible ajuste de cuentas, denominaron el acto como un “disciplinamiento”, ya que se cree que una de las jóvenes habría retenido drogas pertenecientes a una organización de narcotraficantes peruanos.
En el jardín, lugar donde fueron enterradas tras ser cruelmente descuartizadas, se observan aún las hojas acumuladas de varios otoños, dispersas alrededor de viejas hamacas y un peculiar muñeco de trapo, que tiene el tamaño de un adulto y lleva un buzo de Callejeros y pantalones.
Dentro de la vivienda, las paredes se muestran deterioradas. Cuando la policía llegó al lugar (tras localizar el último registro de los móviles de las chicas allí) se encontraron limpiando manchas de sangre una pareja, posteriormente detenida. Gracias a sus confesiones, se confirmó que la tortura fue transmitida en vivo a través de un grupo privado de Instagram.
El patio está lleno de juguetes desgastados, como un camión de plástico similar a los usados para transportar tierra. A un lado, hay indicios de una huerta improvisada y en otro sector, un tendal hecho con caños de PVC de manera rudimentaria.
En los sitios donde los cuerpos fueron enterrados, la tierra aún se ve revuelta. Los pozos no excedían los 20 centímetros de profundidad, facilitando que los investigadores los encontraran con relativa facilidad.
Un hecho sorprendente es que por horas el lugar del delito no tuvo ninguna barrera de seguridad ni presencia policial que lo resguardara. Cualquier persona pudo ingresar y recorrer los alrededores de la casa, situada en una esquina y rodeada por otras viviendas habitadas.
Un reporte capturado por TN mostró cómo un hombre entraba y luego se iba en su bicicleta, llevándose una bolsa llena de objetos.
Investigación del triple homicidio
Los agentes rastrearon la señal de los teléfonos de las desaparecidas hasta esta casa en Florencio Varela, poniendo fin a días de incertidumbre. Las familias de Brenda, Morena y Lara habían reportado la desaparición a la policía el sábado previo.
El miércoles por la noche, los primeros resultados de la autopsia salieron a la luz. Todo indica que antes de ser asesinadas, Morena, Brenda y Lara sufrieron torturas, supuestamente como represalia por parte de un grupo de narcotraficantes peruanos de la Villa 1-11-14.
De acuerdo con las fuentes, Lara, la menor de 15 años, sufrió la amputación de todos los dedos de su mano izquierda y una oreja, antes de que le cortaran el cuello. Brenda fue atacada repetidas veces en el cuello, golpeada en el rostro y finalmente asesinada con un golpe severo que le provocó un hundimiento en el cráneo. Luego de haberla matado, le abrieron el abdomen. En el caso de Morena, sufrió una paliza en la cara antes de que le rompieran el cuello.
Sospechas y arrestos
La policía ha arrestado a cuatro individuos, fortaleciendo la teoría de que estos asesinatos fueron obra de narcotraficantes peruanos de la Villa 1-11-14, situada en el Bajo Flores. Los detenidos han sido identificados como Magalí Celeste González Guerrero (28), Miguel Angel Villanueva Silva (25), Daniela Iara Ibarra (19) y Maximiliano Andrés Parra (18). Durante el allanamiento de la vivienda, Parra e Ibarra fueron capturados.
Impacto en la comunidad
El suceso ha conmocionado a los vecinos, quienes permanecen atentos a los desarrollos de la investigación. Mientras tanto, el lugar sigue siendo objeto de curiosidad por parte de algunos residentes locales que observan desde la distancia.
