El increíble rescate que salvó a un bebé de 11 meses

Un Preocupante Comienzo

En cuanto Álvaro, su pequeño de 11 meses, empezó a mostrar síntomas de fiebre alta, Sofía tuvo un mal presentimiento. Sentía que no era una simple gripe pasajera. Confiando en su instinto materno, llevó a su hijo al hospital más cercano al notar que la fiebre no cedía. Fue el inicio de un viaje lleno de urgencias, ambulancias y un inédito vuelo en avión sanitario, equipado con tecnología que nunca se había usado en niños en el país, todo con el objetivo de salvar su vida.

El pediatra de Álvaro lo revisó, pero tras tres días, a pesar de mantener temperaturas por encima de los 39°, no lograron identificar la causa de su malestar. En el quinto día, la situación empeoró con síntomas claros de insuficiencia hepática y presión arterial descontrolada.

La Intensidad del Diagnóstico

En cuestión de días, la fiebre había dejado a Álvaro sin energías. En su localidad, Ayacucho, suponen que había contraído el síndrome urémico hemolítico, una enfermedad grave causada por Escherichia coli. Se decide entonces su traslado urgente a una clínica en Mar del Plata.

El recorrido hasta Mar del Plata abarcaba unos 180 kilómetros, siguiendo las rutas 74 y 2. Leandro, el padre, siguió tras la ambulancia en su vehículo. Sus otros hijos, Indalecio y Alfonsina, mellizos de pronto a cumplir cuatro años, se quedaron esa noche bajo el cuidado de los abuelos. Sin perder de vista a su bebé, Sofía llegó también a la Clínica del Niño y la Familia, donde la situación tomó un giro rápido e inesperado.

Álvaro no solo presentaba problemas renales descubiertos en Ayacucho, sino que también comenzaban a registrarse deficiencias en el hígado y en el sistema hemodinámico. Se descartó el síndrome urémico hemolítico. Decidieron intubarlo ya que no respondía, recuerda su madre esos momentos llenos de desesperación.

Ahora Álvaro está en los brazos de su madre, mostrando ese carácter vivaz de siempre. Ansía moverse por el suelo y lo hace con rapidez, buscando estar cerca de sus hermanos. “Siempre ha sido un niño lleno de energía”, comenta su madre, recordando cómo antes de su enfermedad comía con entusiasmo.

Esa noche en Mar del Plata, Álvaro fue ingresado en la unidad de cuidados intensivos. Durante tres semanas, Sofía y Leandro vivieron días tensos y desgarradores, con Mar del Plata solo como una breve parada en su travesía.

La etapa siguiente implicó un intrincado traslado en un avión sanitario. Al día siguiente, la terapista de la clínica sugirió llevarlo a Buenos Aires, una propuesta que Sofía aceptó con la esperanza de lo mejor. Le anunciaron que esa misma noche un equipo del Hospital Italiano llegaría por Álvaro.

Sofía recuerda con emoción la dedicación del personal médico, enfermér@as y demás equipos, reconociendo que sin su labor y sin el ECMO, no habrían tenido éxito.

Como radióloga, Sofía estaba familiarizada con el lenguaje técnico médico, pero aún así, reconocer términos como plasmaféresis o ECMO referido al vuelo era complicado. Era la primera vez que un bebé se conectaba a este sistema móvil para un viaje aéreo desde el aeropuerto Astor Piazzolla hacia el Jorge Newbery.

Desde 2016, el Hospital Italiano emplea tecnología ECMO, crucial para soportar temporalmente las funciones cardíacas y pulmonares, ofreciendo así un puente de vida para pacientes en situación crítica. Hasta entonces, tales traslados no se habían realizado por aire en pacientes pediátricos, logrando reducir un trayecto de cinco horas a solo 40 minutos.

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Sofía recuerda acomodarse en un rincón del avión, abarrotado por el equipo médico, que incluía un enfermero y un perfusionista, responsable de supervisar la función del corazón y los pulmones durante el vuelo.

El éxito del traslado fue también un logro logístico y humano, comentó Jorge Barretta, jefe del Servicio de Cirugía Cardiovascular Pediátrica, señalando que mostró la posibilidad de ofrecer atención compleja en cualquier parte del país.

Mateo Ferrero, subjefe de Terapia Intensiva Pediátrica, subrayó la necesidad de experiencia con esta tecnología, sólo manejable en centros especializados.

Mientras preparaban a Álvaro, un proceso que tomó unas cuatro horas, Leandro regresó a Ayacucho en busca de pertenencias para permanecer en Buenos Aires, y partió por la ruta a toda velocidad. Alcanzó el hospital antes de que Álvaro llegara en ambulancia desde el aeroparque.

Médicos explicaron que Álvaro llegó en estado de shock séptico, necesitaba fármacos para estabilizar su presión, un método que no era sostenible. Se aplicó un tratamiento denominado plasmaféresis, que envuelve la extracción y reposición del plasma sanguíneo.

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A través de la plasmaféresis lograron reducir poco a poco la medicación, después Álvaro fue retirado del ECMO y al día siguiente pudo ser desconectado del respirador. Permaneció varios días adicionales en cuidados pediátricos antes de recibir el alta, después de 19 días críticos.

Durante su hospitalización recibió 18 transfusiones de sangre, pero a pesar de todo, su progreso fue continuo, dice Sofía, agradecida con su hijo de nuevo en sus brazos.

Álvaro recibió el alta el 27 de diciembre, un día de doble celebración para la familia. Ese mismo día lo esperaban en casa sus hermanos y abuelos para festejar su primer cumpleaños. Desde entonces, el pequeño más nunca ha necesitado del chupete.

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