En Ushuaia, la capital de Tierra del Fuego, una noche tranquila se vio interrumpida por una explosión que despertó a una familia y a sus vecinos en el barrio Peniel 1, habitado principalmente por trabajadores. La casa número 4 se convirtió en una trampa de fuego y humo. Los padres lograron salir, protegiéndose con mantas y sufriendo quemaduras en pies y cuerpo. Desafortunadamente, sus tres hijos no pudieron ser rescatados.
Lucas, Tomás y Mateo, tres hermanos de 21, 19 y 16 años, fallecieron sin posibilidad de escapar. La vivienda, construida con el esfuerzo compartido de la familia, fue devastada por el incendio mientras los padres, desesperados, intentaban retornar al interior en un intento de salvarlos.
Esta familia había soñado con una mejor vida al recorrer más de 4.000 kilómetros desde Palpalá, Jujuy, hasta la región más austral del país. Pero encontraron una tragedia que ahora intentan superar de alguna manera.
Las lesiones físicas les mantuvieron hospitalizados por casi dos meses, pero el dolor en sus corazones es lo más difícil de sanar.
Héctor Carlos Cruz (45) y Fabiola Vanesa Sejas (43) comparten su dolor con Clarín y, a pesar de todo, expresan su gratitud hacia quienes los apoyaron después de esta tragedia indescriptible.
Nadie sabe explicar el “por qué”. “Me he preguntado, pero solo Dios tiene la respuesta, solo Él sabe por qué ocurrió”, dice Héctor, que encuentra consuelo en su fe evangélica. Aún sin ingresos, requiere de curaciones y es monotributista, lo que complica la situación económica.
Fabiola trabaja en Newsan, una empresa líder de electrónica en Argentina, y continúa de baja médica desde el accidente. “Agradezco que siguen pagándome”, recalca.
Un fatídico momento
El lunes 1° de septiembre, Fabiola debía comenzar su jornada laboral a las seis de la mañana. La noche anterior, toda la familia se retiró a descansar a las 21 horas. Cerca de las 22, la pesadilla comenzó.
“Se dice que ropa caída en una estufa pudo causar el incendio. No recuerdo haber lavado ese día. Solo recuerdo que fuimos a dormir y después la explosión nos despertó”, dice Fabiola.
Según el comisario Luis Perich, jefe de la comisaría 5ta. de Ushuaia, “la vivienda todavía estaba en construcción, tenía mucho material combustible, como madera y placas OSB, y carecía de ventanas”.
“Había llamas y un humo tan espeso que apenas podíamos ver. Héctor consiguió abrir la puerta y salir. Nunca escuché a mis hijos, me cubrí con una manta y salí. Sufrí quemaduras en diferentes partes de mi cuerpo. Pregunté a Héctor por los chicos, pero no estaban fuera”, cuenta Fabiola.
S intentaron romper un lateral para sacar a los niños. “No escuché ninguna señal, ninguna voz”, recuerda con tristeza.
Días después, aún en el hospital y habiendo salido del coma inducido, se les dio la devastadora noticia.
“Sigo creyendo que mi casa y mis hijos están allí. Me digo que es una mentira, que pronto tendré que recogerlos del colegio, pero el mensaje nunca llega”, comenta la madre.
En 2007, Héctor se trasladó desde Palpalá y un año después, Fabiola lo siguió. Ya eran padres de “Luquitas” y “Nacho”, mientras que Mateo nació en febrero de 2009.
“Nos ganamos la vida con esfuerzo. Alquilamos al principio, y después de cuatro años, la Municipalidad nos dió un terreno en Peniel, donde construimos nuestro hogar con alegría”, relata.
No es la primera vez que el fuego arruina sus vidas; el hogar alquilado se incendió previamente por la tarde, mientras trabajaban y los niños asistían a sus escuelas.
Aquella vez, dice Fabiola, “todo se perdió por la falta de rapidez de los bomberos, que llegaron con un solo camión y tuvieron problemas de agua”.
En Peniel 1, todos los servicios están presentes, salvo la red de agua. Un camión abastece de agua a los tanques y hay un caño comunitario cercano.
Iniciativa solidaria
Un amigo de Tomás, llamado Jeremías, organizó una colecta solidaria, pero la asistencia fue menor de lo esperado debido al mal tiempo. “Apreciamos lo que se recaudó; es importante para nosotros”, afirma Fabiola.
“Queremos que sepan que el dinero se utilizó adecuadamente y estamos inmensamente agradecidos”, añade Héctor.
Para reconstruir su hogar en honor a sus hijos, compartieron el alias “empezar.casa.gracias” vinculado a la cuenta bancaria de Fabiola Vanesa Sejas.
“Perder a los tres hijos es una experiencia inimaginable. Uno anhela abrazarlos de nuevo”, comparte Héctor, aconsejando a los padres a valorar cada momento con sus hijos.
El legado de los hermanos
Fabiola describe a sus hijos, quienes recibieron sepultura con el respaldo económico de la Municipalidad de Ushuaia.
Lucas (21): Era una persona atenta y siempre dispuesto a ayudar pese al cansancio. Comenzó el Profesorado de Matemáticas tras dejar Ingeniería Industrial.
Tomás (19): Con gran madurez, era un buen consejero para su entorno y acababa de iniciar la Licenciatura en Economía en la Universidad Nacional de Tierra del Fuego.
Mateo (16): Lleno de amor y afecto, estudiaba en el colegio técnico y deseaba convertirse en arquitecto en Córdoba.
Fabiola relata que al velorio de sus hijos, compañeros dejaron notas sobre ellos, confirmando su autenticidad y buena salud mental.
Concluyen con un mensaje de esperanza: “Soñamos con reencontrarnos con ellos algún día”, reflexiona Fabiola, reiterando la importancia de compartir momentos con los hijos.
EMJ
