Barcos pesqueros en condiciones extremas: cómo operan en mares sin regulación

Encuentro Inesperado en el Océano Índico

En octubre de 2022, durante un viaje en su yate, una pareja británico-estadounidense, Kyle y Maryanne Webb, se encontraba navegando por una sección remota del Océano Índico, situada entre las islas de Mauricio y Seychelles. Estaban justo al sur del Banco Saya de Malha, una vasta pradera submarina. Durante el trayecto, avistaron un pesquero pequeño, de unos 16 metros, decorado con los colores amarillo y turquesa, y con varias banderas de color rojo y naranja ondeando desde el techo. Esta era la embarcación de Sri Lanka bautizada en cingalés como el Hasaranga Putha.

Condiciones Duras para la Tripulación

La tripulación del pesquero, aparentando desgaste y desesperación, relató a los Webb que habían cubierto unas 2.000 millas náuticas desde Beruwala, en Sri Lanka. A pesar de llevar dos semanas en el mar, sus capturas se limitaban a solo cuatro peces. Desesperados por provisiones, rogaron a los Webb por alimentos, bebidas y cigarrillos. Los Webb les ofrecieron aquello que pudieron, incluyendo agua potable, antes de continuar su viaje.

Desafíos en Aguas Sin Regula

Según Maryanne Webb, era evidente que los pescadores pasaban por dificultades económicas. “Ver cómo se sacrifican por el bienestar de sus familias me rompió el corazón”, comentó. Un mes después, otra nave, el S.A. Agulhas II, un barco investigador de Mónaco Explorations, se cruzó nuevamente con el Hasaranga Putha. Para entonces, los pescadores de Sri Lanka casi sin combustible, pedían desesperadamente diésel. Aunque los científicos no contaban con el tipo correcto de combustible, lograron proporcionarles agua y cigarrillos. A cambio, la tripulación les ofreció pescado.

El Hasaranga Putha permaneció en el océano otros seis meses antes de regresar al puerto de Colombo en abril de 2023. El área remota hace de esta una experiencia dolorosa para muchos pescadores, con riesgos que van aumentando cuanto más se alejan de la costa.

Peligros en el Banco Saya de Malha

El Banco Saya de Malha es un área aislada de alta mar que acoge a pescadores de varios países que se aventuran en peligrosos trayectos marinos. Numerosas tripulaciones enfrentan tormentas, accidentes fatales, malnutrición y violencia. Barcos de Sri Lanka, por ejemplo, practican el transbordo para permanecer más momentos pescando lejos de tierra.

La pesca se confirma como una de las ocupaciones más riesgosas a nivel mundial. Cada año, hay más de 100.000 muertes de pescadores, con muchos cuerpos dejados en el mar, más aún durante estas largas excursiones lejanas.

El Banco también llama la atención de arrastreros tailandeses que realizan peligrosos viajes desde Kantang, acumulando más de 2.500 millas náuticas.

Los Desafíos de la Enfermedad en el Mar

En enero de 2016, tres arrastreros tailandeses zarparon hacia Tailandia desde el Banco. Durante el regreso, 38 tripulantes camboyanos enfermaron, y seis fallecieron antes de arribar. Los demás estaban afectados por beriberi, una deficiencia que incita letargo, mareos y otros síntomas, asociada generalmente a negligencias.

Casos de beriberi promovidos por el transbordo y el trabajo arduo y prolongado han resultado en críticas de expertos. En Tailandia, un informe concluyó que tales condiciones aceleran el agotamiento de vitamina B1, lo que lleva a serios problemas de salud.

A pesar de menos viajes, barcos tailandeses aún desafían estas aguas, rodeados de interrogantes sobre sus prácticas laborales.

Desenlace Fatal en un Pesquero

Uno de estos barcos, el Chokephoemsin 1, partió en abril de 2023 con Ae Khunsena en su tripulación. Khunsena ganaba un salario moderado bajo agotadoras horas de trabajo. Durante una de sus últimas llamadas, relató haber presenciado un acto violento con un congénere fallecido, presuntamente oculto en el congelador del barco.

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La familia se comunicó con él el 22 de julio antes de que Ae Khunsena desapareciera del barco, con cámara del barco mostrando su caída al mar. La compañía dictaminó el suceso como un suicidio, con evidencia que parecía confirmarlo.

Sin embargo, su familia argumenta que fue testigo de un crimen violento y, con potencial venganza, le forzaron a lanzarse. La vida en estas embarcaciones es dura, aislada, y a menudo violenta, propiciando condiciones que pueden llevar a tragedias tanto por incidentes como por suicidio.

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Además, el Banco Saya de Malha ahora supone un peligroso camino para muchos migrantes de Sri Lanka buscando mejor vida en la isla de Reunión. Ante las limitadas oportunidades, los dueños de barcos empujan a sus tripulaciones a territorios como el Banco Saya de Malha constantemente. Este remoto espacio ofrece un ecosistema próspero pero resulta en una existencia precaria para quienes son forzados a trabajar bajo tales términos.

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