Un descubrimiento inesperado en La Rioja
Un simple deseo de encontrar fósiles llevó a Martín Hechenleitner a una aventura inesperada en las quebradas de La Rioja. Equipado solo con una pala y un fervor innato, un paleontólogo comenzó su búsqueda. A pesar del limitado presupuesto inicial, semejante espíritu de curiosidad lo incentivó a regresar cada año con la esperanza de descubrir más. Durante los últimos diez años, esta dedicación lo condujo a localizar los fósiles de 70 criaturas prehistóricas.
El hallazgo en una región inhóspita
El esfuerzo fue recompensado cuando la prestigiosa revista Nature publicó sus hallazgos sobre los restos de uno de los dinosaurios más impactantes del planeta. Esta especie, desconocida antes por la ciencia, fue bautizada como Huayracursor Jaguensis. Se halló en La Rioja gracias a un equipo del Conicet bajo la dirección de Hechenleitner. Esta criatura, que habitó la Tierra hace 230 millones de años, representa uno de los dinosaurios más antiguos registrados hasta la fecha.
La expedición se efectúa en las escarpadas subidas de la precordillera andina, en Santo Domingo. Un desafío tanto para el cuerpo como para la tenacidad, la región se alza a 3,000 metros y está marcada por brutales contrastes climáticos. “Trabajar allí es una prueba de resistencia”, detalló el investigador, refiriéndose a la falta de oxígeno y el clima riguroso.
Cuando Hechenleitner, entonces menor de 39 años, decidió explorar estas tierras inhóspitas, poco sabía del viaje que lo esperaba. Sin embargo, después de obtener su formación en la Universidad Nacional de La Plata y un anhelo de aventura, su intuición lo llevó a aplicar para un cargo en el Centro Regional de Investigaciones en La Rioja.
Los indicios de fósiles en Santo Domingo eran esquivos. Las visitas iniciales carecieron de éxito significativo. Sin embargo, en 2015, armado con poco más que determinación y fondos personales, Hechenleitner y sus colegas iniciaron búsquedas que pronto revelarían riquezas ocultas. Este compromiso hizo posible el notable descubrimiento en 2018.
Detalles del descubrimiento
Una ladera particularmente desafiante fue donde se encontró el famoso Huayracursor. En esta búsqueda, el grupo superó momentos de desaliento: mientras Hechenleitner se desplazaba a otras áreas, fue el perseverante Agustín Martinelli quien halló los primeros fragmentos del dinosaurio.
El nombre de esta criatura refleja un mestizaje cultural: “Huayracursor” combina el término quechua “huayra” (viento) y el latín “cursor” (corredor), vinculado también al cercano Jagüé. En cuanto a la geología, este espécimen precede al imponente Punatitán, un dinosaurio herbívoro de dimensiones monumentales.
El descubrimiento de las rocas del Triásico añade un nuevo capítulo a la historia paleontológica. Estos restos, junto a rinosaurios y cinodontos, formaban un ecosistema diverso en ese entonces. Los fósiles del Triásico tardío significan una revelación científica que Hechenleitner describió con entusiasmo como “una pequeña bomba científica”.
Inicialmente, creencias generalizadas sostenían que los dinosaurios se originaron a partir de pequeñas criaturas insectívoras, semejantes al Huayracursor, antes de convertirse en los gigantes herbívoros del Cretácico. Sin embargo, este hallazgo sugiere un panorama más complejo en esta evolución.
Además de este reportaje extenso, Hechenleitner resaltó los eventos subsiguientes al hallazgo. Un año de dura labor en laboratorio, llamado “preparación”, fue esencial para estudiar los fósiles en profundidad, una fase decisiva antes de realizar un análisis científico completo.
“Este Huayracursor es una fusión entre el pasado y el futuro de los dinosaurios, encapsulando millones de años en un solo descubrimiento”, reflexionó el investigador. Su hallazgo desafió innumerables creencias previas. “Nos ha obligado a reevaluar todo lo que pensamos sobre los dinosaurios”, concluyó.
