En el contexto social actual, donde el éxito se exalta y el fracaso se condena, prevalece la creencia errónea de que nuestra competencia no es suficiente. El perfeccionismo, la autoexigencia desmedida, el temor al error, la tendencia a compararnos con otros y las expectativas propias pueden conducirnos a la percepción de que no cumplimos con lo esperado. El fenómeno del impostor se magnifica aún más en tiempos de inmediatez y en el ámbito de las redes sociales.
Entendiendo el fenómeno del impostor
¿A qué se refiere este fenómeno? No es una cuestión de falsa humildad. Es un comportamiento psicológico que nos hace sentir injustamente que no merecemos los éxitos alcanzados, movidos por la convicción de que no estamos a la altura o que lo que logramos es producto del acaso más que de nuestro esfuerzo genuino.
Investigaciones han revelado que cerca del 70% de las personas lo experimentan en algún punto de sus vidas. Un estudio realizado recientemente por la consultora Korn Ferry, que entrevistó a más de 10,000 empleados globalmente, evidenció que uno de los insights más significativos de este año fue el fenómeno del impostor entre líderes: el 71% admitió haberlo sentido.
El síndrome del impostor en la vida pública y privada
Entre aquellos que lo reconocen públicamente están figuras como Emma Watson, Shakira y Michelle Obama. No obstante, cualquier persona puede experimentarlo, desde una CEO enfrentando nuevos retos hasta un estudiante realizando un examen, o alguien iniciando su carrera laboral y creyendo no estar suficientemente preparado.
La psicóloga Lorena Moris señala que a pesar de que este fenómeno se estudia desde hace aproximadamente cinco décadas, no está incluido en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5). Según ella, hablar sobre esto en terapia facilita el alivio, creación de conciencia y desarticulación del problema. Se asocia comúnmente con estrés, ansiedad y depresión, y genera una falsa sensación de fragilidad y falta de competencia que esconde nuestro verdadero ser.
Eduardo Keegan, experto de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires (UBA), dice que no se trata de un diagnóstico formal ni un concepto clínico, sino de un término que surgió en un estudio sociológico de mujeres académicamente exitosas en los años 70. “No es un concepto que los psicólogos clínicos empleen. El problema existe, pero se aborda como parte de otros problemas como la ansiedad”.
Testimonios y experiencias personales
Alejandra Marcote, coach ejecutiva y organizacional, ha coexistido con este sentimiento de impostora durante gran parte de su vida. Aunque ocasionalmente reaparece, ha encontrado mecanismos para convertirlo en un motor de cambio personal.
“Terminé la secundaria con un promedio casi perfecto y me gradué con honores en la Universidad de Buenos Aires (UBA) como contadora. Sin embargo, me sentía avergonzada de mis notas, pensando que eran fruto de la suerte más que del esfuerzo. Este sentimiento me llevó a hacer una maestría y varios cursos adicionales. Nunca me sentí suficientemente preparada”, relata en una entrevista con Clarín.
Su proceso de transformación culminó en la publicación de “Cómo transformar el síndrome del impostor en tu aliado”. En su obra, abordó la influencia del entorno en esta sensación de insuficiencia, señalando que tanto las dinámicas familiares como la cultura de equipos y organizaciones afectan la percepción personal.
Convirtiendo al ‘impostor’ en un recurso valioso
Para afrontar este fenómeno, Marcote recomienda un camino de autodescubrimiento y fortalecimiento personal mediante tres puntos clave: 1) las creencias limitantes no cuestionadas pueden redefinirse para vivir la vida que verdaderamente deseamos; 2) podemos reprogramar nuestro diálogo interno y 3) las emociones que evitamos pueden contener mensajes importantes que no hemos aprendido a interpretar aún.
“Estoy convencida de que podemos convertir este fenómeno en un aliado, como lo he hecho yo al cambiar de carrera de contadora a coach y establecer mi propio negocio. Para lograrlo, debí desafiar el perfeccionismo que me había llevado hasta ese punto, ya que se había transformado en un gran obstáculo”, explica.
¿Algunos consejos prácticos para conectar con nuestro poder personal? Habla de tu experiencia con personas de confianza; evalúa las expectativas que te impones y cómo te comparas; reconoce tus logros y fortalezas; cambia la forma en que te relacionas con los errores; avanza sin esperar la perfección y acepta elogios con gratitud, en lugar de restarle mérito a tus logros.