“Las lágrimas no paran de caer, ¿será que me hice mayor?… Gracias por considerarnos. GRACIAS ETERNAMENTE”. Así escribe, con el corazón al borde de los dedos, un veterano de la Guerra de Malvinas que, a los 19 años, pasó un mes encarcelado en la bodega de un barco inglés. Este lunes, fue uno de los asistentes al palco de lectores de Clarín, celebrando las ocho décadas desde la fundación del diario.
Cuando recibió el mensaje de WhatsApp con la invitación para el evento en el teatro Colón, respondió antes incluso de terminar de leer: “No se imaginan lo mucho que esto significa para mí”.
Historias que marcaron a Clarín
Adrián Cabello, un soldado de la clase 62, está ahora entre personas cuya vida ha sido acompañada por Clarín. Algunos se convirtieron en protagonistas de las portadas, otros alzaron su voz y encontraron oídos. Todos han podido reescribir su destino.
La historia de Cabello se escribió durante la cuarentena, cuando se animó a enviar una carta a la Redacción: “Si te gustan las historias de vida…”, comenzaba. Al buscar en Google, casi no aparecían referencias de este soldado, quien afirmaba haber sido parte del Comando de la X Brigada, La Plata 1. Para la mayoría, Adrián Cabello era un perfecto desconocido, incapaz de hablar sobre sus días en Malvinas. Ni siquiera cuando su hija le pidió relatar su historia en la escuela pudo pronunciar una palabra. Fue gracias a la misiva enviada a Clarín, fechada en marzo de 2020, que encontró la voz que buscaba.
En ese escrito, pedía algo especial a los argentinos confinados: “Yo fui prisionero un mes. Ahora todos debemos resguardarnos. Los únicos armados son los médicos”, expresó. Un año después llegó un nuevo mensaje a la Redacción tras el revuelo del vacunatorio VIP: “En la guerra, todo el país se alineó, brindándonos apoyo. Ahora, cualquiera se atreve a cortar la fila de las vacunas. No entiendo nada de política. Solo quiero expresar que he perdido la ilusión de esa fila india que avanzaba en la misma dirección”.
Encuentros que cambian vidas
En La Plata, donde reside junto a su esposa, todos lo conocen por “Indio”. Es instructor de Educación Física y posee dos gimnasios grandes. Tiene dos hijos que recorren el mundo.
El 1 de abril de 1982, mientras vivía con sus padres, un policía llegó a su casa en un patrullero: debía presentarse ese mismo día en el regimiento donde había realizado el servicio militar. Su hermano le sugirió que llevara un abrigo, pero él se negó, convencido de que regresaría pronto. No fue así: volvió tres meses después.
Reflejando momentos difíciles
“¿Qué preparación recibió uno en el servicio militar? Disparar diez veces con un Fal. Nada más”. En Puerto Argentino actuó como intérprete de inglés para comprender las transmisiones británicas. Cuando la guerra concluyó, fue capturado por los ingleses. Ayudó a desarmar minas y a enterrar a los caídos. Finalmente, lo subieron al buque Saint Edmund. Más de treinta días. Un día pidió a un escocés que abriera una puerta para permitir un rayo de sol en ese inmenso contenedor humano donde se apiñaban los soldados argentinos: “El sol nos cegó”.
De regreso en La Plata, todo había cambiado. Sus padres abatidos por la tristeza. La Universidad de La Plata no lo admitió en Ingeniería porque “el año académico ya estaba perdido”.
Agobiado, una noche tras salir de un boliche y con algunos tragos encima, hizo autostop en la penumbra de la madrugada. Un Fiat 128 azul lo recogió. “El conductor preguntó a dónde iba, medio en broma le respondí que rumbo a Perú. Nos reímos. Luego hablé de mi tiempo en Malvinas. Se ofreció a llevarme a Retiro. Tomé el primer tren con destino a Mendoza. De allí, a Uspallata. Pasarían tres meses antes de arribar a Perú, donde permanecí dando vueltas durante un año. Creo que eso me salvó. Fue mi terapia”.
Palabras que sanan
Para Juan Ledezma, otro invitado al palco de lectores, su salvación llegó al aprender a leer y escribir, enseñado por un periodista de Clarín. Juan necesitaba despedirse de su princesa, la más joven víctima de Cromañón.
En la trágica noche que dejó 194 muertos, Juan trabajaba como seguridad en el boliche y vio a su novia llegar con su hija de 9 meses. Logró un pase para ellas al área VIP, creyendo que era el lugar más seguro para la pequeña. Nunca imaginó que no volvería a verlas vivas.
Una historia de superación emergió cuando el periodista Pablo Calvo (fallecido por Covid en 2021) se cruzó con Juan, que deseaba escribir una carta de despedida como acto de amor eterno. Este relato conmovió incluso a Gabriel García Márquez, quien galardonó a Pablo con el premio de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano.
Hoy, con 40 años, Juan Ledezma escribe nuevamente una carta que Clarín publica, destinada a Ayelén, su princesa, y Griselda, su amor: “Pese a lo difícil, logré seguir adelante. Tuve cinco hijos más (…). La vida unió mi camino a alguien que, como yo, sobrevivió a aquel infierno. Comprendemos nuestro dolor mutuo. Juntos encontramos paz. Esta carta es posible gracias a Pablo, quien me enseñó a escribir para despedirme de ustedes hace dos décadas. Hoy, aunque no esté, siento su compañía. Gracias a él, puedo expresar mis sentimientos nuevamente. Las amo con todo mi ser, eternamente. PAPÁ JUAN”.
Nuevas oportunidades de vida
Lucas Cesio, un joven que fue portada de Clarín cuando concluyó la educación primaria en diciembre de 2015, también estuvo presente. Durante cinco años, vivió en un automóvil viejo en Villa Urquiza y, a pesar de ello, nunca faltó a clases. Para Lucas, la escuela era su refugio. Estudiaba bajo los árboles, dormía en el asiento de un viejo Peugeot 505 color champagne y siempre cumplía con sus tareas escolares. Ahora trabaja en la estación de servicio YPF, donde antes le prestaban el baño cuando no tenía hogar.
Lucas expresó en el Colón, donde asistió con su madre, su agradecimiento por ser parte de la celebración del aniversario del diario: “Ustedes han sido testigos de toda mi vida, contando mi historia y ayudando a que muchas personas nos asistan para dejar la calle. Mi madre consiguió empleo, mis hermanos y yo terminamos la escuela y seguimos soñando”. Lucas, que ahora aspira a ser director técnico, recuerda: “La pelota, al igual que la escuela, ofrece oportunidades a quienes tienen poco. Como técnico, quiero ayudar a jóvenes, de la misma forma que me ayudaron a mí”.
Con 22 años, Lucas ha completado la secundaria y mantiene contacto con sus maestras de la primaria N° 5 Enrique de Vedia: “Siempre agradezco lo que hicieron por mí cuando era indigente, especialmente cuando hacían la vista gorda cuando me quedaba dormido de tanto cansancio”.
Una segunda oportunidad
La doctora Brenda Bigiatti también ocupó un asiento en el evento. Su presencia era imprescindible. A fines de 2017, cuando se dirigía al hospital universitario Malvinas Argentinas para rendir un examen, fue víctima de un robo durante su viaje en tren. Tras el incidente, peleó por su vida durante un mes en el hospital. Una vez recuperada, eligió a Clarín para documentar su regreso a la estación Don Torcuato del Belgrano Norte, esa estación que cambió su vida. Una mañana radiante de mediados de 2018, Brenda subió al auto de Clarín, orgullosa de mostrar el andén que representa un nuevo comienzo para ella.
A lo largo del trayecto, habló como si no fuera la chica del famoso video que circuló globalmente. El material captado por cámaras de seguridad mostraba el instante en que un hombre, vistiendo una chaqueta azul, salta del tren en movimiento con su celular robado en mano, seguido por Brenda, quien cae entre el tren y el andén, sufriendo varias fracturas.
Aún con las cicatrices, Brenda no permitió que su experiencia la dominara. Se propuso recuperarse y Clarín documentó el cambio: obtuvo su título, hizo la residencia en pediatría en el hospital Churruca y, a sus casi 35 años, busca especializarse aún más. “La vida me brindó una segunda oportunidad que planeo aprovechar al máximo”, asegura.
Estas historias, junto a muchas otras, muestran cómo el diario Clarín no solo ha documentado momentos cruciales, sino que también ha actuado como un catalizador para aquellos que han encontrado en sus páginas un medio para transformar sus vidas.
