Un legado de casi 90 años de educación podría desaparecer si el Instituto Privado 9 de Julio no encuentra un nuevo lugar donde seguir impartiendo sus enseñanzas. Esta cooperativa educativa, que se estableció en 1935, enfrenta el reto de encontrar un nuevo hogar.
El colegio cuenta con aproximadamente 100 estudiantes repartidos en cinco grados que van de primero a quinto año, además de unos 25 profesores que dedican el 20% de su remuneración al sostenimiento del centro educativo. Es un Bachillerato con Orientación en Economía y Administración. En el ambiente interno del colegio se respira un aire de familiaridad. Durante una conversación con Clarín, la directora Mariela Gingarelli muestra un trato cercano hacia los alumnos, llamándolos por sus nombres mientras ellos acuden a su oficina para saludarla o solicitar su ayuda.
El desafío de encontrar un nuevo espacio
¿Cuál es la dificultad para comenzar en 2026? Desde el año 2018, el Instituto opera en La Rioja 660, un lugar arrendado al Instituto Ramón Falcón, otra institución secundaria privada. Sin embargo, en julio, les informaron que necesitarán esas instalaciones para su uso interno. Por lo tanto, el Instituto 9 de Julio se ve obligado a buscar un nuevo sitio.
Tras recibir la noticia, el equipo del colegio comenzó la búsqueda de un lugar adecuado para continuar en marzo del próximo año. Una condición primordial es que el espacio cumpla con los requisitos estipulados por las normas del Gobierno de la Ciudad para edificaciones escolares o que pueda ser ajustado para cumplirlos.
Consideraciones económicas y emocionales
La búsqueda se ha tornado difícil, ya que desean que el nuevo lugar no quede lejos de la ubicación actual, para que los estudiantes mantengan la cercanía y no necesiten hacer largos viajes. Sin embargo, al explorar los posibles edificios, los profesores descubrieron alquileres con precios que superan las posibilidades económicas del colegio.
Este centro educativo recibe un 80% de subsidio del gobierno y cobra una cuota de unos $150.000, aunque más de la mitad de los alumnos recibe media beca. Gran parte del soporte económico viene de las contribuciones de los docentes a través de parte de su salario.
Mariela Gingarelli, directora del instituto, detalla: “El 9 de Julio recibe un 80% de apoyo estatal para cubrir los salarios. Nuestra organización cooperativa nos pide asumir roles adicionales a los educativos, como el sostenimiento financiero. Cada docente destina el 20% de su sueldo a la cooperativa. El esfuerzo colectivo de docentes, familias y toda la comunidad educativa ha sido esencial para mantenernos, incluso durante y después de la pandemia, cuando se redujo la cantidad de estudiantes.”
Historias de mudanza y resiliencia
No es la primera vez que el 9 de Julio enfrenta un cambio de ubicación. Originalmente comenzó sus actividades en Palermo, sobre la Avenida Córdoba, a la altura de Sánchez de Bustamante. “En 2012, los propietarios del edificio donde operaba el colegio fallecieron y los herederos decidieron usar el espacio para otros fines. Tuvimos que trasladar la escuela desde su histórica localización, donde funcionó por más de sesenta años, a San Cristóbal. Esta primera mudanza supuso un reto no solo logístico, sino también emocional y pedagógico. La mitad del alumnado no pudo seguir con nosotros, y se tuvo que cerrar el turno nocturno,” explica Cingarelli.
Mientras intentaban estabilizar su presencia en el nuevo barrio, surgieron problemas con la habilitación del edificio, que previamente albergaba un jardín de infantes. Un problema irresoluble con la inclinación de las rampas obligó a buscar otro lugar. “Pensamos en cerrar, pero mientras buscábamos escuelas donde pudieran continuar nuestros alumnos, el Instituto Falcón nos ofreció su espacio. Les estamos profundamente agradecidos por el respaldo durante un momento de tanta necesidad.” Así fue como se trasladaron a finales de 2018.
Cingarelli comenta sobre la diversidad del alumnado: “Nuestros estudiantes tienen historias familiares y capacidades muy diversas. Este año, estas diferencias se han hecho más visibles. Algunos vienen de Ezeiza, otros de la zona sur, algunos enfrentan situaciones económicas difíciles y en muchos casos, el sustento familiar depende de un solo progenitor. En primer año, varios estudiantes asisten con acompañante, lo mismo ocurre en otros cursos.”
Otro rasgo característico del colegio es que acoge a jóvenes provenientes de instituciones deportivas, como sucedió con el exfutbolista Pablo Barrientos durante su tiempo en San Lorenzo. Actualmente, en el 9 de Julio, hay jugadores de voleibol de Boca y Geba originarios de Misiones, y recientemente uno de ellos fue promovido a primera.
Para que el Instituto pueda continuar funcionando como espacio educativo y de pertenencia en 2026, se requiere una propiedad que cuente con las condiciones necesarias para albergar a más de 100 estudiantes, distribuidos en los cinco años de nivel medio, junto a los 25 docentes, áreas específicas de tecnología, laboratorio, biblioteca, además de oficinas para dirección, secretaría, sala de profesores, y un patio, tanto cubierto como descubierto. Las aulas deben contar con al menos 40 metros cuadrados.
En cuanto a los gastos, tras evaluar más de 30 inmuebles, estiman que solo para mudarse (incluyendo el depósito inicial, comisión de inmobiliaria, adecuaciones del edificio, seguro de caución, y otros trámites), se necesitan aproximadamente $50.000.000. El alquiler mensual rondaría los 7.000 dólares.
Una opción para reducir costos sería compartir un edificio escolar, ya que el Instituto solo precisa los espacios durante el turno mañana.
“Disponemos de recursos limitados y agradecemos cualquier tipo de apoyo para poder continuar y mejorar nuestra labor. Nos apasiona lo que hacemos e incluso nos involucramos en tareas fuera de nuestro rol para avanzar. Sería un placer seguir apoyando a nuestros estudiantes,” destaca Gingarelli.
SC
