La enseñanza de matemáticas frecuentemente presenta desafíos para los estudiantes, quienes a menudo la encuentran frustrante. Sin embargo, los docentes y expertos han estado buscando métodos alternativos para hacerla más atractiva y accesible. En este contexto, ha surgido una herramienta innovadora: salas de escape digitales diseñadas por estudiantes de tercer grado, donde las matemáticas se transforman en un reto divertido y colaborativo. Este proyecto, titulado Matescape y desarrollado en la Escuela Scholem Aleijem, es uno de los proyectos finalistas del Premio Docentes de la Ciudad. El próximo jueves, el Ministerio de Educación de Buenos Aires otorgará este reconocimiento en una ceremonia en el Salón Dorado del Teatro Colón.
Innovación continua en el aula
Durante los últimos cinco años, este proyecto ha evolucionado dentro del entorno educativo, convirtiéndose en un valioso ejemplo de cómo la innovación puede transformar el proceso de aprendizaje. Los estudiantes inventan desafíos matemáticos relacionados con temas como numeración, operaciones, problemas, multiplicación y tablas pitagóricas. Estos desafíos se integran en salas de escape interactivas creadas en la plataforma Genially, donde los juegos facilitan el estudio y fomentan una comprensión participativa.
Un enfoque colaborativo y creativo
“El proyecto comenzó durante la pandemia. Nuestra intención fue hacer que los niños no solo resolvieran problemas, sino que también comenzaran a crear sus propios desafíos”, explican Sofía Tenenbaum, Sheila Sztajn y Paula Rodríguez, las docentes encargadas de la iniciativa. A lo largo del año, los contenidos se trabajan en diversas etapas hasta llegar al “reagrupamiento matemático”, un espacio donde los estudiantes de diferentes cursos se reúnen para crear consignas y desafíos.
Al desarrollar estas consignas, los alumnos repasan lo que han aprendido y exploran cómo aplicar esos conocimientos. Las docentes destacan que esta práctica permite a los estudiantes lograr “una comprensión más profunda de la materia”.
El trabajo en equipo es un componente fundamental. Los estudiantes se organizan en grupos, debaten ideas, deciden el diseño de sus salas digitales y elaboran los modelos matemáticos para cada desafío. “Esto fomenta la colaboración, la escucha activa y el trabajo en equipo. Las matemáticas dejan de ser una asignatura complicada y se convierten en una actividad creativa y lúdica. Los alumnos se transforman en creadores de contenido junto a sus compañeros”, explican.
El proyecto también amplía las competencias digitales: los niños adoptan un lenguaje tecnológico que no solo es parte de su cotidianidad, sino que además tiene un propósito educativo claro. Matescape combina innovación pedagógica, trabajo en equipo y creatividad digital, demostrando que el aprendizaje de las matemáticas puede ser una aventura emocionante en lugar de simplemente memorizar ecuaciones.
