Destinar recursos a la educación no soluciona todo, pero contribuye a mejorar la situación

Por Alejandro Morduchowicz

Crisis en la financiación educativa

En los últimos años, el problema se ha profundizado notablemente. La situación económica que enfrentan tanto docentes como estudiantes con respecto a sus sueldos y condiciones de aprendizaje es palpable. Los números hablan por sí solos. Entre 2023 y 2024, el presupuesto nacional para la educación se redujo en un 44% en términos reales. La educación primaria y secundaria experimentó una baja del 69%. En cuanto a las universidades, también sufrieron un ajuste significativo del 24%.

El impacto en las provincias

En las provincias, la situación también es alarmante. A pesar de que la situación se ha desarrollado de manera gradual y con un impacto disperso, las cifras no mienten. Entre 2015 y 2024, el salario promedio docente se redujo en un 32%, a valores constantes. El gasto educativo provincial total disminuyó un 15% entre 2023 y 2024, y la caída en la última década superó el 20%.

Estos cambios son evidentes en el principal indicador de inversión en educación: después de alcanzar el 6% del PIB en 2015, se ha desplomado a alrededor del 5%. Más aún, la investigación de Argentinos por la Educación revela que el incumplimiento de la Ley de Financiamiento Educativo y la Ley de Educación Nacional acumula una deuda de 7,8% del PIB.

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El impacto en el sistema educativo no es menor. Dado que el 90% de los recursos provinciales para educación se dedican a salarios, esta deuda equivale a más de un año de sueldos para los docentes. Si esa deuda fuera reclamable, cada educador tendría más de 12 meses de salario sin cobrar, un claro reflejo del empeoramiento de los ingresos.

El empobrecimiento de los educadores no solo afecta su calidad de vida, sino también la capacidad del sistema para atraer talento. El perfil de los nuevos docentes está disminuyendo, y las condiciones de formación se han vuelto más flexibles sin ser suficientes. En las escuelas, se observa una falta de profesores, lo que lleva a contratar a personas sin la capacitación adecuada. Esto agrava el ciclo de deterioro educativo y el éxodo de familias hacia la educación privada.

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Desde la vuelta de la democracia, hemos experimentado diferentes situaciones económicas en la educación. Momentos críticos han dejado lecciones importantes. Aunque no se resuelven todos los problemas con más recursos, la inversión en educación sigue siendo fundamental para mejorar.

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