Hoy en día, la infancia se desarrolla en un entorno muy diferente al del pasado. El avance tecnológico ha llevado a un ambiente repleto de estímulos rápidos y constante conexión, transformando la forma en que los jóvenes aprenden y se relacionan. La serie británica “Adolescencia” en Netflix refleja este contexto y destaca el papel crucial de los padres, contrastando distintos modelos educativos: ¿debe ser la crianza autoritaria, permisiva o respetuosa?
“Las normas han cambiado y, por ello, nuestra manera de guiar a los jóvenes también debe adaptarse. Siguen necesitando lo de siempre: amor, reglas, seguridad y atención. Sin embargo, el enfoque de hoy implica más escucha y estar presentes de manera significativa, no solo físicamente”, comenta Lourdes Gelay, psicóloga clínica y perinatal.
Está claro que la educación desde temprana edad influye significativamente en el desarrollo emocional y conductual durante la adolescencia. Los años formativos son cruciales para cimentar las bases psicológicas y cognitivas que estarán presentes a lo largo de la vida. Expertos en el tema coinciden en esta perspectiva.
El desafío de imponer consecuencias
La psicóloga Maritchu Seitún, especializada en asesoramiento parental, sugiere hablar de consecuencias más que de castigos. “La violencia está en el abuso de poder. Nuestro deber como adultos es establecer límites y asegurarnos de que se respeten o, de lo contrario, se sufran las consecuencias. A menudo nos enfadamos porque no nos ocupamos de ser contundentes desde el principio”, explica en una entrevista con Clarín.
Para Gelay, es importante diferenciar entre corregir y castigar. “Corregir de forma estricta no es violencia. Los adultos deben señalar malas conductas, pero el castigo muchas veces refleja una falta de autocontrol”, analiza.
Según Rossi, un buen correctivo debe ser un proceso de enseñanza, sin estar impulsado por el enojo. “Debe ser adecuado a la edad del joven, ofreciendo un acompañamiento afectuoso pero firme”, sostiene.
Comparación entre estilos de crianza
En el pasado, el orden se mantenía mediante castigos y amenazas, pero el enfoque actual se inclina por el respeto al infante. “Reconocemos que los chicos son personas que deben ser escuchadas y atendidas”, explica Seitún.
La pregunta que surge para muchos padres es cuál es la mejor estrategia: ¿ser estrictos o comprensivos? Seitún indica que, aunque la firmeza del autoritarismo puede ser positiva, falta comprensión. Los padres permisivos, por otro lado, no ofrecen límites claros, dejando a los niños desorientados.
Para Rossi, imponer límites autoritarios se enfoca en la obediencia por miedo y, aunque puede ser efectivo al principio, conlleva riesgos a largo plazo, como inseguridad y rebeldía. “Es fundamental una crianza respetuosa con límites claros que combine lo mejor de cada enfoque”, coincide Rossi.
Ventajas de establecer límites
Aunque a menudo se perciben negativamente, los límites son fundamentales para el crecimiento seguro de un adolescente. “Los jóvenes no siempre tienen la madurez para tomar decisiones apropiadas o asumir responsabilidades. Necesitan nuestra guía y estabilidad emocional”, afirma Seitún.
Los límites proporcionan estructura y sentido de dirección en una etapa cargada de desafíos. “Saber que hay un adulto estable detrás de ellos les ofrece una base segura”, insiste Rossi.
Finalmente, algunos consejos para padres
No existen soluciones mágicas, pero adoptar ciertas actitudes puede mejorar significativamente la relación con los adolescentes. Entre las recomendaciones se encuentran: mantener la calma y poner límites claros acompañados de afecto; escuchar sin prejuicios y mostrar empatía hacia sus emociones; y dar buen ejemplo en las acciones diarias.
“No se trata de buscar culpables, sino de entender que la prevención comienza mucho antes de la adolescencia. La presencia y la coherencia son clave”, concluye Rossi.
