Una pareja de experimentados bailarines de tango, vestidos con elegancia, deslumbra la pista con sus impecables pasos acompasados por el ritmo del tango. Un poco más allá, una mujer con figura estilizada y mirada alerta intenta esos mismos movimientos, preparándose para salir a bailar con su compañero.
El Espectáculo Comienza
Pronto, la pista se llena con decenas de parejas -de diversas edades y procedencias- que se mueven al compás de la seductora música del bandoneón.
Cerca de la entrada discreta en la calle 23, entre 43 y 44, en el barrio de La Loma en La Plata, una fila de personas avanza, ansiosas por disfrutar de la energía del baile y calmar el frío con un plato casero bien preparado.
Un Lugar Sin Luces de Fama
No hay celebridades ni personajes famosos en este evento familiar que cobra vida todos los martes a las 21:30, luego de la clase gratuita de tango dirigida por el profesor Ciro.
Sin embargo, a través de las historias de los asistentes habituales, surge la figura de Raúl Gaggiotti, el ingenioso ingeniero electrónico de 83 años. Convertido en músico y luthier, Raúl es el creador de este espacio de reunión y expresión personal.
Desde su inauguración en 1988, “Lo de Raúl” ha sido un punto de referencia en la sociedad platense, surgido como un punto de encuentro para los amantes del tango y otros géneros musicales.
Un Icono de La Plata
Hoy en día, el amplio salón de más de mil metros cuadrados atrae a una multitud en sus noches más concurridas, ganándose la reputación de “La milonga más grande del mundo”. Aquí convergen entusiastas del tango y quienes prefieren los ritmos románticos y caribeños que tienen lugar los sábados.
Con un perfil modesto, Gaggiotti se mezcla con la multitud como el maestro de ceremonias. Al llegar, supervisa que todo esté preparado en la cocina, dejando los detalles culinarios a su hija Andrea. Luego de revisar la barra del comedor, asignada a su esposa, encomienda a su nieto, Franco Velázquez, que verifique el salón lleno de milongueros y comensales.
Finalmente, este multifacético músico lleva a su nieta Lucía al escenario sobre el buffet para ofrecer un espectáculo: mientras ella, a sus 18 años, deslumbra en el piano, él alterna entre el bandoneón y un piano con bajo que él mismo construyó durante sus inicios junto a Los Cuatro Soles.
Los ritmos románticos y tropicales de la banda de los años ’60, que Gaggiotti dirigía en sus primeros tiempos, renacen cada sábado con su voz y dirección musical, acompañado por sus nietos Franco y Lucía, junto con el baterista Alejandro Velázquez.
El repertorio satisface a la audiencia al instante, creando una conexión inquebrantable entre músicos y asistentes. Y para culminar la noche, el anfitrión interpreta “Nunca más para olvidarte”, marcando el cierre de la velada del sábado, extendiéndose hasta el amanecer del domingo en este espacio de comunidad y cultura.
En un descanso de su rutina, Gaggiotti comenta que “aquí se rompen barreras generacionales y prejuicios. Se puede ver a jóvenes y adultos compartiendo, a maestros de tango bailando con principiantes y a personas del mismo género disfrutando juntos”.
Entre las palabras de Gaggiotti y el murmullo de los bailarines y visitantes, se percibe la atmósfera vibrante de este lugar adornado con telas, guirnaldas, antiguos bandoneones y fotografías que honran a las grandes orquestas clásicas y figuras memorables de la noche de La Plata.
“Nací en La Plata en 1942, en el hogar de mi familia, rodeado de radios, instrumentos musicales, y equipos electrónicos. Mi padre, que también era músico, me enseñó a tocar el bandoneón desde los 5 años y me inspiró a estudiar Ingeniería Electrónica y canto lírico durante seis años”, revela Gaggiotti sobre su influencia paterna.
Este aprendizaje inicial permitió su incorporación a la escena musical, incluyendo su integración a la orquesta de tango moderno de Horacio Del Buono a la edad de 20 años. Allí, fortaleció su carrera realizando numerosas presentaciones en Buenos Aires y otras ciudades.
Su carrera musical evolucionó de manera silenciosa y extraordinaria. Cambió ocasionalmente el bandoneón por el bajo y viajó con su banda en una camioneta Chevrolet para cumplir con extensas giras, primero con Los Cuatro Soles y posteriormente con Hierba.
Dicha experiencia enriqueció su repertorio con música romántica, valses peruanos y boleros, siempre manteniendo su corazón en el tango. Su pasión por este género lo distingue cada noche de martes y sábado en el acogedor refugio platense que construyó para compartir su amor por la música y el baile.