En un rincón vibrante de la Expo Rural 137°, la calma de los animales y maquinaria agrícola contrasta con la dinámica de visitantes. Las personas circulan con bolsas repletas de alfajores, se detienen a saborear una auténtica empanada tucumana o se animan a danzar al ritmo del chamamé. Algunos observan asombrados cómo una mujer hábilmente trenza y prepara masa. Se trata del Paseo Federal de Sabores Regionales, un espacio donde las provincias exhiben su esencia culinaria y cultural.
En el corazón de Palermo, cada puesto se convierte en una instantánea: un fragmento de Neuquén, un retazo de Tucumán, una porción de Chaco. Viajar por el país mientras permaneces en Buenos Aires se hace realidad al explorar con los sentidos los productos nacidos en cada región.
Un recorrido pintoresco a través de sabores
En el lugar dedicado a Tucumán, figuran personajes vestidos de época que invitan a los visitantes a participar en la elaboración de empanadas. El aroma se percibe a la distancia, y el interés del público no deja de crecer. “Mi abuela, originaria de Tucumán, me enseñó a prepararlas, y ahora estoy aquí para refrescar la memoria. Esta representación del clásico hogar tucumano me resulta muy emotiva”, relata Mónica, quien ha venido con su familia y siente una profunda conexión con sus raíces.
Más adelante, en el stand de Corrientes, se ofrece una degustación de dulce de leche y el patio se llena de parejas, familias y grupos que se animan a bailar un chamamé, creando una alegre ronda de danza. “Venimos todos los años porque el folclore correntino nos llena de felicidad”, comenta Gabriel, quien llegó junto a su familia desde Avellaneda. Los alfajores de pistacho, yerba mate y dulce de leche son los protagonistas aclamados.
Una experiencia de realidad virtual en Córdoba ofrece la oportunidad de recorrer las sierras a través de unos goggles especiales. Después del viaje virtual, los visitantes pueden adquirir una variedad de productos como fiambres, salames, miel y carne de cordero envasada al vacío. “Salimos cargados con delicias para armar una picada”, comenta Elena mientras deja el stand con bolsas llenas.
Neuquén deslumbra con su ajo negro fermentado de sabor dulce y un amplio surtido de condimentos típicos. Las bandejas de madera lenga son las más codiciadas, con precios que van desde $32.000 a $36.000, según el tamaño.
En Salta, los visitantes encuentran artesanías, tejidos, vinos, mates y cervezas locales. “Probamos una cerveza de quinoa salteña, ¡nunca habíamos visto algo así!”, exclama Ariel, de Caballito.
Las piezas artesanales más demandadas son los ponchos tejidos a mano, con precios desde $130.000 de lana de llama, alpaca y oveja. Las polainas cuestan $32.500 y las bandejas de madera de pacara van desde $18.000 a $40.000. Los típicos mates de calabaza con apliques cuestan $25.000.
Santiago del Estero sorprende con alfajores, miel y originales harinas y licores de frutas autóctonas como mistol, chañar y algarrobo blanco. Mientras que en San Juan, la cosmética natural se destaca con jabones, cremas y bálsamos de aceite de oliva, además de aceitunas, almendras, nueces y licores.
Entre Ríos aporta miel, vinos, nueces, artesanías y textiles. San Luis se suma con sus alfajores, degustaciones de gin y vino, y presentaciones de danzas típicas.
Descubriendo la diversidad de un país
En Río Negro, la fondue de chocolate atrae a los más golosos y sus embutidos de ciervo, jabalí y cordero conquistan a los amantes de la carne. También hay mermeladas de frutos patagónicos, además de dulce de leche y miel. Por su lado, Santa Cruz ofrece carne de guanaco, cerveza artesanal y productos de cosmética.
Chaco se hace presente con vestimenta, plantas nativas, cerveza artesanal y miel, además de una fuerte propuesta artesanal. Mendoza pone en valor sus productos emblemáticos, y Santa Fe ofrece una propuesta variada que incluye gin tonic, dulces, embutidos, alfajores, miel y sorteos.
Finalmente, la Ciudad de Buenos Aires participa con cuidadosas artesanías porteñas, reflejando el espíritu urbano dentro del mosaico cultural presente en la feria.
Cada puesto tiene su singularidad. Algunos brindan degustaciones, otros talleres, juegos o exhibiciones. Según Claudia, quien aprovechó para llevar nueces sanjuaninas, “esto trasciende una simple feria. Es un viaje por toda la Argentina sin salir de Palermo”. En pleno evento rural, las provincias no solo muestran sus productos, sino también su esencia cultural y tradiciones.
MG