Hace aproximadamente diez años se subió un video en YouTube que ha acumulado 2 millones de reproducciones. En él, se ve a dos jóvenes probando el ají más poderoso del planeta. Sus caras reflejan el impacto de la experiencia y sus reacciones van desde lágrimas hasta malestar. Comer algo picante afecta tanto al cuerpo como al alma, y en Argentina, esta tendencia está ganando terreno.
Esta es una moda que se extiende a nivel global, y hasta cuenta con una fecha de celebración: el Día Internacional de la Comida Picante, que tuvo lugar el pasado jueves. En el contexto argentino, el interés por el picante ha crecido en los últimos años y en 2025 destacó por el lanzamiento de una edición limitada del reconocido alfajor de Havanna.
Productos picantes en el supermercado
Solo basta con mirar las estanterías de un supermercado o un kiosco para notar el auge de lo picante. Productos como snacks, aderezos, salsas e incluso vodka prometen provocar esa sensación de ardor. En la gastronomía gourmet, hay una continua exploración de estas sensaciones a través de chocolates ligeramente picantes y otros artículos desarrollados para la alta cocina.
Primero, vale aclarar que el picante no se clasifica como un sabor. Los sabores básicos son cinco: ácido, dulce, salado, amargo y umami. El picante es, de hecho, una sensación. ¿Qué lo causa? La capsaicina, una molécula presente en los ajíes que activa receptores en la boca humanos que normalmente responden al calor, generando una sensación de ardor. Además, también estimula la producción de endorfinas y por ello es usado en medicinas como cremas analgésicas por sus propiedades beneficiosas.
La escala Scoville y la diversidad del picante
Los ajíes, excepto el morrón, poseen diferentes niveles de picor. Fue Wilbur L. Scoville, un farmacéutico estadounidense, quien desarrolló en 1912 una escala para medir la intensidad del picante, conocida hoy como la escala Scoville. Esta escala cuantifica la cantidad de unidades de calor (SHU) requeridas para diluir el picor de cada tipo de ají.
La escala inicia con el pimiento dulce (0 SHU) y avanza a otros conocidos como el peperoncino (100-500), el jalapeño (2.500-8.000) y el tabasco (30.000-50.000), llegando hasta el Carolina Reaper (1,4-2,2 millones SHU), el máximo exponente del picor.
Existe una relación cultural con el picante y un proceso gradual de adaptación. Sociedades que habitualmente lo consumen, toleran niveles más altos. Pero, ¿cuál es la situación local?
Ricardo, quien lleva seis años manejando el kiosco Ricky en Avellaneda, comenta que la tolerancia al picante va en aumento. Los estudiantes prefieren snacks picantes a otros, a pesar de su precio más elevado. Un paquete de 85 gramos de la versión convencional se vende por $2.300, mientras que el de 70 gramos de la versión picante cuesta $2.500.
El segmento picante está creciendo en el mercado de snacks. Agustina Padilla, de PepsiCo, observa que los argentinos, aunque con paladares tradicionalmente sensibles, están abiertos a nuevas experiencias. Según encuestas regionales de la marca, el 58% de los encuestados en Argentina está dispuesto a probar estos productos.
Esta creciente demanda favoreció la llegada de Takis, famosos por su presencia en redes sociales. Bimbo, la compañía detrás de esta marca, notó la tendencia hacia sabores fuertes y experiencias únicas. Han introducido tres variedades con diferentes grados de intensidad.
El éxito de lo picante también motivó la introducción del Smirnoff Spicy Tamarind en Argentina. Julián Menéndez de Diageo destaca que buscan brindar algo novedoso en el mercado de vodkas saborizados, combinando tamarindo dulce con chiles picantes para una experiencia diferente.
Innovación en productos locales
Havanna eligió una estrategia similar a la del año pasado con sus populares alfajores de verano. Este 2025, ha lanzado una línea picante que incluye versiones de peperoncino, jalapeño y, próximamente, habanero. Martín Zalazar de Havanna, menciona que los jóvenes son los principales consumidores, más por el reto que representa que por el sabor en sí.
El sector gourmet también se suma a esta tendencia. Diferentes regiones del interior de Argentina históricamente han incorporado más picante, y culturas como la china, taiwanesa, japonesa, peruana, chilena y boliviana, lo han integrado a sus recetas. Oscar Mazzitelli y Adriana Domínguez destacan este fenómeno, ofreciendo una línea de ajíes picantes dirigida a sus clientes asiáticos.
Sandra Lee, chef experta en cocina coreana, recuerda que el ají, originalmente americano, llegó a Corea a finales del siglo XVIII y se convirtió en un ingrediente clave. Para ella, el picante proporciona una gama de sabores únicos, que combinan bien con lo dulce, amargo, ácido y salado.
Rodrigo Bauni experimentó con un bombón que mezcla chocolate peruano al 70% con ají y mandarinas. Resultó en un must-have para los clientes de Purocacao, ofreciendo una experiencia culinaria donde el picor progresa lentamente hasta alcanzar su pico, brindando una vivencia novedosa.
En resumen, ya sea por la influencia cultural, la viralidad, o la mayor apertura entre los jóvenes, el interés por los productos picantes está en aumento, como todos estos expertos coinciden.
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