Molécula anticancerígena también previene la hepatitis fulminante

Descubrimiento revolucionario en la lucha contra enfermedades hepáticas

Una investigación llevada a cabo por científicos de la Universidad Austral y del Conicet ha identificado una molécula capaz de inhibir una proteína clave en el daño hepático severo. Este descubrimiento sin precedentes podría transformar el tratamiento de una enfermedad con alta tasa de mortalidad y escasas opciones terapéuticas. “Nos encontramos a dos años de poder aplicar este avance en la clínica”, declara Guillermo Mazzolini, investigador del Conicet y decano de la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral.

La molécula 1D-142, originalmente creada para investigación oncológica, ha demostrado por primera vez ser eficaz en la mitigación de la hepatitis fulminante. El equipo liderado por Mazzolini lleva más de cinco años estudiando su capacidad antitumoral, obteniendo resultados alentadores en el tratamiento del hepatocarcinoma, el tipo más común de cáncer de hígado.

Resultados sorprendentes en la inflamación hepática

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Inicialmente, los resultados fueron publicados en la revista Gut Journal. Durante los ensayos del impacto de 1D-142 en modelos de cáncer hepático, se descubrió algo inesperado: la molécula no solo reducía el tamaño de los tumores, sino que también disminuía la inflamación del hígado.

Esto dio pie a una hipótesis: ¿podría la proteína RAC-1 estar igualmente activa en casos de hepatitis fulminante? Los científicos de la Universidad Austral y el Conicet confirmaron en el laboratorio que esto era cierto.

Impacto del bloqueo de la proteína RAC1

Tras casi cuatro años de investigación, el equipo demostró que al bloquear la acción de RAC1, una proteína vinculada al agravamiento del daño hepático, se logra una reducción en la inflamación, la necrosis celular y los indicadores bioquímicos de daño hepático.

Mazzolini aclara: “RAC1 no es la única ruta activa en casos de falla hepática fulminante, pero consistentemente está presente. Interrumpir este ciclo de daño celular disminuye la destrucción del hepatocito”.

La investigación, parte de la tesis doctoral de Bárbara Bueloni en el Instituto de Investigaciones en Medicina Traslacional de la Austral y Conicet, fue dirigida por los doctores Guillermo Mazzolini y Juan Miguel Bayo Fina. Además, los resultados fueron publicados en el prestigioso Journal of Hepatology Reports.

Resultados prometedores en modelos experimentales

Constituyendo una innovación única a nivel mundial, los resultados del estudio fueron esclarecedores. En experimentos con modelos animales y cultivos de tejido hepático humano, el tratamiento redujo los indicadores de daño en sangre casi un 50%, mejoró parámetros bioquímicos y aumentó la supervivencia en los modelos probados.

“En casos de falla hepática fulminante, aproximadamente un 30% de los pacientes se recuperan. Sin embargo, muchos dependen de un trasplante, mientras que otros no lo logran a tiempo. Esta molécula puede ofrecer una ventana para el trasplante, o ser útil cuando el trasplante no sea una opción”, expone Mazzolini.

A veces, condiciones adicionales como insuficiencias cardíacas o renales, o la diabetes, pueden hacer que el trasplante no sea viable.

Un futuro prometedor para los pacientes

El descubrimiento abre nuevas puertas en un contexto donde las opciones han sido muy limitadas. “Detener el avance de la enfermedad hasta que sea viable un trasplante es crucial, dada la falta de tratamientos actuales”, puntualiza Juan Miguel Bayo Fina, codirector del estudio.

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En todo el mundo, entre 100.000 y 150.000 personas sufren de falla hepática fulminante cada año. En Argentina, esta condición es responsable del 10% de los trasplantes hepáticos, según Mazzolini.

Mazzolini expresa su entusiasmo y confianza en que este hallazgo podría ser beneficioso para los pacientes, aunque reconoce que todavía queda un largo camino antes de su aplicación clínica.

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El siguiente paso será optimizar la formulación para uso humano y realizar estudios toxicológicos preclínicos en distintas especies animales. “Enfrentamos un gran desafío, no solo experimental sino también en la búsqueda de financiación para cumplir con estos objetivos”, advierte el líder del proyecto. La financiación será esencial para avanzar con esta investigación innovadora.

Mazzolini destaca: “Este tipo de procesos tiene un costo muy elevado, y sin alianzas estratégicas con institutos de investigación, universidades y el sector privado, es difícil avanzar”.

Aplicaciones en la práctica clínica

El equipo trabajó también con tejido hepático humano de muestras sobrantes de trasplantes, expuestas a la droga en entornos controlados. Esto permitió medir en tiempo real cómo la molécula aminoraba la destrucción celular y la inflamación, indicadores claros de daño hepático severo.

Los resultados mostraron que los hígados tratados con 1D-142 presentaron entre un 40% y un 60% menos de las enzimas ALT y AST, marcadores de daño hepático. En los tejidos humanos con falla hepática, se redujeron los niveles de necrosis y se mejoró el equilibrio inmunológico.

Además, en tejidos sanos no se observaron signos de toxicidad, lo que sugiere que el tratamiento es seguro aparte de eficaz. Los hígados que recibieron la 1D-142 sufrieron considerablemente menos que los no tratados.

La posible utilidad de 1D-142 se extiende más allá de la immediatez de la falla hepática fulminante, a pacientes con cirrosis y aquellos en riesgo de descompensación, en quienes RAC1 también juega un rol crucial en el daño hepático.

Según Mazzolini, se estima que más de 120 millones de personas en todo el mundo sufren de cirrosis, una cifra que subraya la urgencia de encontrar nuevas estrategias de tratamiento.

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