Julieta Silva, condenada anteriormente por atropellar a su novio rugbier en 2017, enfrenta ahora nuevas acusaciones por presuntos episodios de violencia contra su esposo, Lucas Giménez. En su declaración ante la Justicia, Silva asegura que ha sido ella quien sufrió violencia de género, y no al revés.
Acompañada por su abogado, Roberto Castillo, quien también es pareja de la mediática Cinthia Fernández, Silva acudió a las oficinas del fiscal Fabricio Sidoti en San Rafael para declarar. En la actualidad, Silva cumple arresto domiciliario.
Castillo explicó que Julieta vivió una relación basada en el control. “Él la amenazaba diciéndole que iba a revelar su pasado a sus hijos”, comentó, aludiendo al incidente que llevó a la condena de Silva por la muerte de Genaro Fortunato, donde recibió una sentencia de tres años y nueve meses de prisión.
El abogado afirmó que Silva fue víctima de “chantaje, manipulación emocional y presión psicológica, lo que amenazaba la estabilidad familiar y la relación con sus hijos”.
Castillo también señaló que Giménez mostraba celos infundados hacia el padre de los hijos de Julieta y hasta hacia el entrenador de fútbol de los niños, razón por la cual ella dejó de llevarlos a los entrenamientos.
Cargos actuales
Silva enfrenta cargos por lesiones menores agravadas por el vínculo familiar y detención ilegal en perjuicio de Giménez, con quien comparte una hija de un año. También se le acusa de desobediencia y amenazas hacia la hija y la ex esposa de su pareja, lo cual ha derivado en su detención.
Roberto Castillo, desde la capital a Mendoza, defiende a Silva ante lo que describió como una sociedad que infunde temor. “Vamos a presentar pruebas para demostrar que esto se trata de un conflicto doméstico”, aseguró.
El abogado destacó que no existió retención indebida de propiedad. “En un video tomado por celular, ella le preguntó ‘¿por qué viniste?’, mientras que los policías presentes no observaron en Giménez señales de lesiones físicas”, dijo Castillo.
Además, subrayó la importancia de no criminalizar a una familia, sobre todo considerando que Silva es madre de tres hijos.
Castillo sugirió que en conflictos matrimoniales como este, la jueza de Familia podría ordenar terapia para promover una relación familiar más saludable y apoyó que, en asuntos de género, los derechos de la infancia deben ser prioridad.
El estudio jurídico de Castillo también se implicará en “tres denuncias que Silva interpuso contra su esposo y no han sido investigadas”, mencionó, refiriéndose a una en particular sobre violencia de género donde “el hombre la sujetó con fuerza de los brazos, aunque no dejó heridas visibles”.
El caso inicial
En 2017, Julieta Silva y su novio, Gerardo Fortunato (25), visitaron la discoteca La Mona en San Rafael. La pareja de apenas tres meses discutió esa noche y Silva salió sola en su Fiat Idea. Fortunato intentó dialogar con ella a través de la ventanilla, pero ella aceleró y, tras correr unos metros detrás del coche, Fortunato cayó al suelo.
La investigación estableció que Silva avanzó 150 metros, dio la vuelta en U y atropelló a Fortunato, arrastrando su cuerpo tres metros. Aseguró en el juicio que no lo vio y que regresó para devolverle su teléfono móvil.
No lo asistió pese a llamar al 911, a su exesposo y a una amiga.
Fue sentenciada en 2018 a tres años y nueve meses por homicidio accidental agravado por conducción negligente y recibió una inhabilitación para conducir durante ocho años. Su defensa argumentó que padece problemas visuales y no usaba lentes esa noche fatídica.
Silva logró arresto domiciliario en 2019 al contar con hijos menores, pero esta medida fue revertida, llevándola a prisión en San Rafael donde sufrió agresiones. Cumpliendo los dos tercios de su condena, obtuvo la libertad condicional el 25 de marzo de 2020.
A tan solo dos años de su liberación, contrae matrimonio con Giménez, y tras el incidente de violencia doméstica, fue arrestada nuevamente el pasado 24 de julio.
Mendoza. Corresponsal.
AA