Inquietudes presentes en la histórica peregrinación juvenil a Luján durante un periodo turbulento en el país

El Contexto de Turbulencia Nacional

A mediados de 1975, el país se encontraba sumido en una intensa agitación que había comenzado a finales de los años sesenta. Este periodo estaba marcado por una grave crisis de gobernabilidad, y un desplome económico conocido como el “Rodrigazo”. Junto a este escenario, se desató una violencia política sin precedentes. En medio de un ferviente idealismo político de algunos jóvenes a menudo desorientado, y la desesperanza generalizada de otros, un grupo de sacerdotes buscaba orientar esos deseos de cambio hacia caminos de paz y unidad a través de la fe, con el fin de prevenir un eventual régimen dictatorial sangriento.

Un Nuevo Camino para la Juventud

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Era imperativo ofrecer a la juventud, desconcertada y descuidada, una manera diferente de transformar la realidad: a través de las enseñanzas del Evangelio y el acompañamiento de la Iglesia. Pero no se trataba de la percepción común de la Iglesia: la jerarquía, los sacerdotes influyentes, o las alianzas con los poderosos. La verdadera esencia era la Iglesia de los humildes, los sencillos y los desfavorecidos. Era esta Iglesia la que abundaba y existe desde hace mucho tiempo. Esto fue planteado por el padre Ricardo Larken quien, junto a otros sacerdotes y jóvenes de la capital, comenzó a concebir una iniciativa concreta que uniese a la juventud.

La pregunta era: ¿cuál debería ser esa acción? Se buscó algo profundamente arraigado en la comunidad cristiana, y el consenso rápidamente giró en torno al cariño por la Virgen de Luján. Así, el padre Rafael Tello, un distinguido teólogo que trabajaba con grupos juveniles en Buenos Aires, sorprendió a sus colegas en una reunión de sacerdotes que lideraban grupos parroquiales, con una propuesta valiente: una peregrinación desde Liniers hasta el santuario de Luján, en honor a la patrona de Argentina, recorriendo 63 kilómetros.

El padre Raúl Canali recordó: “Cuando el padre Tello propuso esa idea, nos resultó impactante. ¿Cómo íbamos a motivar a nuestros amigos a emprender una caminata de día y noche hasta Luján? Nosotros mismos desconocíamos lo que significaba esa peregrinación, ya que no era habitual visitar ese santuario,” confesó, rememorando su participación a los 19 años en un grupo juvenil del Colegio Episcopal de Devoto. Sin embargo, reconoció que la idea terminó entusiasmándolos, señalando que se trató de una inspiración divina centrada en la Virgen María, crucial para la devoción católica.

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Rápidamente, la visionaria propuesta del padre Tello fue adoptada por numerosos grupos juveniles. No obstante, obtener el apoyo de las autoridades eclesiásticas no fue sencillo. “Era una época muy especial en Argentina. Queríamos involucrarnos en la realidad con amor y solicitar a la Virgen por ayuda y unidad, pero convencer a parte de la Iglesia fue complicado,” explicó Elba Romitelli, integrante del comité organizador de la primera peregrinación. El cardenal Antonio Caggiano, el entonces arzobispo de Buenos Aires, permitió que se llevara a cabo, pero no la respaldó oficialmente.

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Los organizadores tuvieron sus propias reservas. No tanto por posibles manifestaciones políticas que pudieran desvirtuar la peregrinación ni por actos de violencia, como temían las autoridades de la Iglesia, sino por cuestiones de logística y participación. “Esperábamos reunir a unos 2500 o 3000 jóvenes, pero llegaron a ser 30.000. Fue algo inaudito. Algunos mencionaban que llegaron a ser 50.000,” relató el padre Larken. “Marchábamos por la avenida Rivadavia, una vía de sentido doble, ocupando en su mayoría la mano derecha y dejando la izquierda libre para el tránsito,” recordó.

Sin asistencia oficial ni puestos a lo largo del trayecto, los peregrinos debieron recurrir a las estaciones de servicio o a casas particulares para utilizar los baños. Muchas familias salían a sus patios para ofrecerles agua conectando mangueras a las canillas. La solidaridad del pueblo rápidamente se puso de manifiesto con el cántico: “A la dere, a la dere, a la derecha por favor”. Marcelo Michel, otro de los impulsores originales, recuerda con alegría: “La Virgen logró unir a todos los jóvenes”.

La primera peregrinación se realizó bajo el lema “La juventud peregrina a Luján por la Patria”. El año pasado, en su 50º edición, el lema fue “Madre, bajo tu mirada buscamos la unidad”. Este año, bajo el mensaje “Madre, danos amor para caminar con esperanza”, la petición de una mayor hermandad que facilite la unidad nacional sigue siendo relevante medio siglo después. Durante un fin de semana, una multitud camina solidaria y unida con un objetivo común, en lo que se ha convertido en la mayor manifestación de fe del país.

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