La llegada a Floripa sin necesidad de apps de citas
“Para entablar conversación con las brasileras, lo mejor es acercarse de frente, hablar directamente en español y ser un poco desenfadado con la primera frase”, comenta un joven argentino de 23 años, oriundo de La Plata, que ha alquilado junto a amigos una casa en Praia do Rosa, Brasil, por tercer verano consecutivo.
Mientras que en Buenos Aires las plataformas de citas continúan facilitando encuentros, en las playas de Florianópolis la interacción es completamente diferente. Aquí, la arena y el ambiente relajado alivian cualquier timidez, y el sol es demasiado resplandeciente como para concentrarse en la pantalla del celular.
Interacciones cara a cara: regresando a lo básico
Las anécdotas de encuentros cara a cara entre turistas argentinos florecen sobre las arenas brasileñas. La proximidad, que a menudo raya en lo masivo, fomenta un regreso a las maneras más auténticas de socializar. Las personas pasean con sandalias y no requieren de un previo “me gusta” digital para iniciar una conversación.
“Ni Tinder ni Bumble. Las conexiones principalmente se dan en la playa. Personalmente. A menudo juntamos algunos gazebos y con un parlante creamos un ambiente animado. Si hay interés, continuamos la interacción por Instagram, para invitar a las chicas a una fiesta en nuestra casa o para planificar una salida al club nocturno”, comenta otro argentino de 24 años, también de City Bell, que se encuentra en la misma playa frecuentada por veinteañeros.
En Praia do Rosa, los dos clubes preferidos por los turistas argentinos son Pico da Tribo y Aloha.
“En realidad, con las brasileras hay más interacción nocturna en los clubes. Estos lugares son frecuentados por personas de edades similares, entre 26 y 27 años. La conexión a menudo es más nocturna”, señala otro joven del mismo grupo de La Plata.
Relaciones sin algoritmos en las playas de Florianópolis
“En la playa, generalmente las conexiones son con argentinas”, dice su primo. “Se comienza el acercamiento en la playa y luego se sigue por WhatsApp para mantener el contacto y organizar alguna reunión en la casa donde estamos”.
Los treintañeros y surfistas prefieren la playa de Joaquina. Situada en la costa sur de la isla de Santa Catarina, es reconocida no solo por sus olas sino por su atmósfera más tranquila y relajada.
Resulta difícil imaginar un acercamiento tan directo en un bar de Buenos Aires. Sin embargo, en Joaquina es habitual ver a hombres y mujeres tomando la iniciativa en persona. Florianópolis es un paraíso de interacción directa, superando las normas heteronormativas.
Independientemente de cómo se manifiesta la atracción, todos los caminos convergen hacia la idea de que quienes deseen conocerse lo hagan a través de sus sentidos, no mediante la información de un teléfono.
“Aquí además de hacer amistades, entablas relaciones”, comenta Gerónimo, de 24 años. Hicimos amistad con chicos de Rosario y otras provincias y por las tardes unimos nuestras carpas, ponemos música y creamos una especie de fiesta en la playa. Invitamos tanto a chicos como a chicas que pasan cerca. Todo se extiende hasta las 11 de la noche, y después cada persona decide su camino”, explica a Clarín.
Más tarde en Praia do Rosa y Canasvieiras las celebraciones son más espontáneas y tienen un toque tecno. Sin embargo, la verdadera esencia playera es mucho más del estilo ‘cachengue’ que de la música electrónica debido a la cantidad de turistas argentinos.
La interacción en estas playas es casi infinita. Desde compartir mesas en los paradores porque hay poco espacio, hasta jugar partidos mixtos de fútbol. El contacto humano abunda, mientras que el algoritmo queda en frío.
Barra da Lagoa es el refugio de los que buscan tranquilidad sin perder el sentido de interacción social. Es un lugar ideal para solteros más maduros y a la vez conserva un espíritu familiar.
“Aquí, el coqueteo es más suave, a menudo sin la urgencia de iniciar un romance inmediato, pero con la opción de establecer una amistad que se convierta en algo más”, dice Silvana, quien está tomando mate con sus amigas. Tiene 54 años.
En Lagoa, como suelen llamarla los turistas argentinos, el contacto es más pausado. Tal como sucede en otras playas de Florianópolis, el uso de apps de citas parece innecesario. “Somos todas separadas”, añade una mujer de Buenos Aires. “Acá no nos parece seguro, nos da temor, pero en Buenos Aires sí usamos Tinder”.
“Nos conocimos en Año Nuevo. Vine con mi familia a Brasil y la vi en la playa Ingleses. Había una fiesta ese día, mucha gente, y un amigo nos presentó mientras bailábamos. Fue más rápido y mejor que conocerla por una aplicación de citas, quizás de esa forma nunca hubiese ocurrido”, relata Sebastián, de 23 años, desde la arena de Jureré Internacional, acompañado de su nueva novia brasileña.
Amanda, de 36 años, quien es de Joao Pessoa y también está de vacaciones, afirma que Sebastián fue más simpático que otros brasileños. Saben que la distancia hará necesario el uso del teléfono para mantener la relación.
“Los argentinos no son tan extrovertidos en su país, pero en las vacaciones son más desenvueltos. Los brasileños, en general, son más directos, casi caballerosos, pero el estilo argentino aquí hace que prefiramos a ellos”, comparte Micaela, de Caballito, justo después de haber intercambiado números con un joven de Barracas.
AS
