En los viñedos modernos de Argentina, es cada vez más común observar vacas, ovejas, gallinas y patos paseando entre la vegetación silvestre y los estanques llenos de plantas acuáticas. Este fenómeno es parte de un movimiento agroecológico emergente que busca mantener el equilibrio entre el suelo, los astros, los animales, las plantas y las personas, promoviendo fincas saludables y alimentos de alta calidad.
“La calidad del fruto refleja el equilibrio natural fortalecido de la planta y el respeto por su entorno”, sostienen las bodegas dedicadas a la vinificación biodinámica.
Un aspecto característico de esta tendencia es la aplicación de preparados biodinámicos, que consisten en mezclas de materiales orgánicos como estiércol de vaca, vísceras y compost, aplicados según estaciones específicas.
La expansión del cultivo orgánico
Según el Instituto de Investigación en Agricultura Orgánica (FiBL), hacia 2024, hay 561,503 hectáreas de uvas cultivadas orgánicamente a nivel mundial, lo que representa un 8,3% de la superficie global de viñedos. Estas uvas se destinan a la producción de vino, así como al consumo fresco y a la elaboración de pasas.
En 2022, Argentina había certificado el 4,7% de sus viñedos como orgánicos. Otros países como Portugal (2,3%), Sudáfrica (3,3%), Chile (3,3%), China (3,1%), Australia (4,3%) y Estados Unidos (4,7%) presentan distintos niveles de certificación orgánica.
España cuenta con casi 150,000 hectáreas de viñedos orgánicos, Italia con 127,638, y Francia lidera con más de 157,000 hectáreas. Juntas, estas naciones europeas contienen el 77% de los viñedos orgánicos en el mundo.
Certificación biodinámica global
Para febrero de 2024, Demeter, una organización reconocida, certificó 26,556 hectáreas de viñedos biodinámicos globalmente, con 1,439 bodegas acreditadas. Francia cuenta con 729 de estas bodegas.
En el año 2024, Argentina registró 645 hectáreas de viñedos con certificación biodinámica, distribuidas en 19 bodegas.
Encuentro argentino-chileno de biodinamia
Durante diciembre, coincidiendo con los 100 años de la filosofía biodinámica, expertos y productores comprometidos con enfoques holísticos se reunieron en Mendoza, la cuna del vino argentino.
Participaron 20 bodegas de Argentina y Chile, miembros de Vinodinámicos, aplicando los principios de Rudolf Steiner, fundador de la antroposofía en los años 1920.
La bodega Alpamanta, situada en Alto Ugarteche, Luján de Cuyo, fue el escenario del 14° Encuentro Internacional de Vitivinicultura Biodinámica. Alpamanta trabaja bajo principios biodinámicos desde 2015, respaldado por inversionistas austríacos y suizos que aplicaron prácticas agroecológicas de sus países de origen.
Victoria Brond, enóloga de Alpamanta, destaca que desarrollaron su propio compost como fertilizante orgánico. “Contamos con huertas de hierbas y utilizamos el calendario lunar biodinámico. También hemos implementado un sistema para reutilizar el agua industrial en el riego”.
El enfoque integral de Alpamanta hacia el medioambiente incluye una planta de tratamiento de residuos y 250 paneles solares que cubren el 40% de sus necesidades energéticas.
“Disponemos de un biolago y un embalse con plantas naturales que restauran el agua; cada organismo contribuye al equilibrio del ecosistema”, explica la enóloga.
Otras bodegas como 4 Gatos Locos, Piedra Negra, Chakana, Conscientemente Viticultores, Domaine Bousquet, Escorihuela, Finca Iral, Krontiras, SuperUco y Wine is Art también aplican estas técnicas de producción.
Ceremonias con raíces ancestrales
Andrej Razumovsky, copropietario de Alpamanta, define la diferencia entre prácticas orgánicas y biodinámicas: “Lo orgánico evita productos químicos, pero la biodinamia busca un equilibrio entre suelo, plantas y animales”.
En su finca de Ugarteche, se usan preparados para sustituir químicos, combinando compost, plantas homeopáticas e intestinos de vaca o ciervo que favorecen el crecimiento saludable. Además, las gallinas controlan las hormigas y los gansos y ovejas se alimentan de la maleza.
Siguiendo el calendario biodinámico, que toma en cuenta constelaciones y fases lunares, se determinan momentos más propicios para la cosecha y poda, optimizando la expresión de las plantas, indica Razumovsky.
“Las labores pueden realizarse a distintas horas, como a las 4 a.m., dependiendo del calendario”, añade el empresario.
La filosofía biodinámica integra meditación y contemplación astral. En varias fincas se celebran ceremonias ancestrales con chamanes para honrar la tierra y realizar limpiezas energéticas.
En términos de mercado, Razumovsky observa un aumento en la preferencia por vinos saludables. “Como con los huevos orgánicos, es una tendencia clara”, comenta.
Sobre la rentabilidad, Razumovsky menciona que aunque las plantas biodinámicas son más resilientes, la producción por hectárea es algo menor.
El valor del vino orgánico se relaciona con la calidad de la uva, su elaboración y almacenamiento, similar a los vinos convencionales.
Arturo Labbé, coordinador de Viñas Biodinámicas de Chile, resalta que la meta es un proceso autosuficiente y sin intervenciones en el cultivo.
Destaca su preocupación por el cambio climático. “La subida de temperaturas genera gran incertidumbre sobre el manejo de plagas y fertilización de viñedos”, expresa Labbé.
El único aditivo permitido es el anhídrido sulfuroso, utilizado en diversos momentos de la vinificación para prevenir bacterias indeseadas.
Argentina y Chile avanzan en la producción de vinos ecológicos, respondiendo a los mercados globales que demandan estos productos.
Un punto alentador, según Labbé, es que “los grandes chateaux franceses están apostando por la agricultura biodinámica”.
