El regreso triunfal de la moda vintage: listas de espera para clases de rock

Una Mirada Desde Afuera

Un visitante desprevenido que observa el salón desde afuera podría sentirse fuera de lugar y desconectado del ambiente interno. Dentro del espacio se lleva a cabo una clase de rock, pero de baile, donde primero se oyen las instrucciones y después suena la música. Los rostros de los participantes, todos con una sonrisa, parecen reflejar la felicidad como si una cámara los estuviese grabando.

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Sin embargo, no hay cámaras; simplemente se están divirtiendo y disfrutando del momento. El forastero, quien observa pero no se anima a unirse, no comprende este entusiasmo, lo que le genera cierta frustración. “Traslado, reboto, preparo, triple, ya”, indica la profesora durante esta sesión nocturna en una tanguería de San Telmo donde el rock ha cobrado gran popularidad.

La Magia del Baile

A pesar de la fría noche, el salón está lleno. Los asistentes sincronizan sus movimientos y siguen cada indicación al pie de la letra, evitando cualquier colisión. La clase empieza con una sección técnica y explicativa, para luego dar paso a la música que transforma el ambiente por completo.

El observador, aunque sólo mueva los tobillos desde su posición, empieza a asimilar la energía de la pista. Allí, un público variado en edades, desde los 20 hasta los 60 y tantos años, se mueve al ritmo de Jerry Lee Lewis. Las parejas cambian continuamente y el baile, sumado a la alegría, forman un grupo unido como una roca.

Gente de Rock: Impacto y Testimonios

Ana Castro y Juan Aron son los fundadores de Gente de Rock, la escuela de rock más extensa de Sudamérica. “La sonrisa que compartimos es de felicidad, bienestar y satisfacción”, relata un destacado bailarín a un periodista, subrayando cómo el rock activa tanto el cuerpo como la mente, fortaleciendo músculos y corazón, mejorando memoria, ánimo y creatividad, pero sobre todo, generando felicidad.

Lorenzo Padin, jefe de Gastroenterología, comenta que le hubiera gustado empezar a bailar antes, pero sus obligaciones se lo impidieron. Desde que descubrió Gente de Rock junto a su pareja Andrea, se ha convertido en su actividad favorita. El aspecto social de la escuela es vital, ya que, además de disfrutar de las clases, han encontrado amigos y compañeros de vacaciones.

Berenice Becker, estudiante de diseño gráfico de 20 años que también enseña alemán, comparte que comenzó a bailar en abril por recomendación de una prima. Resalta la energía única de las clases y la calidad de los profesores. “Aprendo mucho y siempre salgo sonriendo, mejorando mi estado de ánimo”, afirma.

Con amplia experiencia, Nieves Vella comenta que después de años de interés, comenzó a bailar rock en 2019. Aunque la pandemia interrumpió este nuevo pasatiempo, retomó en 2022 y encontró en Gente de Rock una comunidad vibrante y acogedora que enriquece su vida social.

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Gustavo Tahmisian y su esposa Gabriela, ambos dedicados a la informática, encuentran en el rock una oportunidad de fortalecimiento de su vínculo. Gustavo explica que el baile transforma la percepción de la música, creando una conexión más profunda y física con ella.

Juan y Anita, al finalizar otra dinámica clase, están listos para recibir a nuevos interesados, quienes antes dudaban pero ahora se sienten casi persuadidos de unirse a este universo de baile y alegría.

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