La Vision de un Club que Cambió las Reglas del Juego
En 1985, Hugo Masci inició un proyecto en Palermo con la fundación del Club de Amigos, cuyo propósito permanece inalterado después de 40 años: ser un espacio educativo, no competitivo. “Este fue siempre nuestro norte. No nos enfocamos en crear atletas estrellas, sino en formar mediante el deporte a buenos deportistas y, sobre todo, a mejores personas”, comenta Masci, quien fue presidente durante 35 años y ahora es presidente honorario.
Desde sus inicios, esta idea trajo un cambio en el ámbito deportivo, utilizando el deporte más como un medio para enseñar y fomentar hábitos saludables, y menos como un fin competitivo por sí mismo.
Un Complemento Esencial en la Educación de Jóvenes
El Club de Amigos se autoimpuso la misión de ser un “tercer pilar” en la educación de niños y jóvenes, complementando el hogar y la escuela. “La dinámica familiar y educativa ha cambiado; los hogares no son lo que solían ser y las escuelas enfrentan sus propias dificultades. La formación que proveemos aquí es básica pero esencial”, sostiene Masci.
Actualmente, el programa acompaña a los chicos desde el primer año de vida hasta los 17, paralelo al curso de la educación formal. Este programa está organizado en varias etapas: pre-deportivo (1 a 4 años), iniciación (5 a 7 años), desarrollo (8 a 12 años) y formación deportiva (13 a 17 años). Los niños aprenden a jugar, descubriendo y eligiendo deportes de su interés bajo la premisa: la participación es para todos y el ganar no es lo primordial, sino aprender valores y hábitos perdurables.
Fundamentos del Programa Actual
Carolina Masci, miembro de la comisión directiva e hija de Hugo, detalla que la estructura del programa se basa en tres pilares: el movimiento y formación deportiva, la formación humanística y la competencia educativa.
“El segundo pilar, la formación humanística, es un acompañamiento esencial en todo lo que realizamos: hábitos saludables, sostenibilidad, valores como respeto, resiliencia, la amistad, el juego limpio y la colaboración en equipo”, explica. Aclara también: “Nuestra oferta va más allá de enseñar a jugar al fútbol. Aquí se les enseña habilidades para toda la vida.”
Pese a la existencia de la competencia, se observa bajo un prisma particular del club: todos participan y se valora el fair play. Ganar solo tiene sentido cuando se hace bien, respetando las normas y al contrario”, subraya Carolina.
Otro aspecto singular del modelo es la integración: todos los deportes son mixtos y el club ofrece 700 becas anualmente para asegurar que ningún niño quede excluido. “Lo que realmente nos distingue es que aquí ningún niño se va porque no logra ser campeón. Aquí todos disfrutan, todos pertenecen”, resume Hugo.
Hoy en día, el Club de Amigos cuenta con 10.000 socios (80% menores de 17 años) y calcula que unos 150 mil niños han participado en sus programas a lo largo de 40 años. Con raíces competitivas en el voleibol, donde alcanzó campeonatos nacionales y sudamericanos, el club decidió posteriormente centrarse más en su objetivo educativo. “La competencia nos brindó reconocimiento, pero nuestro camino se encaminó hacia la educación formativa”, dice Hugo.
Este enfoque también se refleja en las familias que eligen el club. “Es un placer ver a mi hijo disfrutar de las actividades, hacer amigos y desarrollarse en un entorno seguro”, comparte Silvina Carrete, madre de Fidel, de seis años.
Para Cecilia Nappe, madre de Matías y Clara, el club se ha convertido en un segundo hogar: “No solo hallé un lugar donde mis hijos aprendan natación, encontré una familia. El club ya no es un simple club, es como el patio de nuestra casa.”
Paola Tortorella, madre de Tomás, lo expresa de otro modo: “El Club de Amigos es para Toto como su segundo hogar. Aquí aprendió a compartir, a jugar limpio, a hacer amistades. A sus 13 años, se siente protegido y feliz de pertenecer aquí. Este club es especial, es como su familia.”
Mirando hacia adelante, el club planea lanzar un libro titulado “Formación a través del deporte” para compartir su metodología, aspirando a que su modelo inspire a otras instituciones en Argentina y globalmente. “El reto es convertir nuestra experiencia en referente para que otros integren el movimiento como herramienta educativa. En un contexto con crecientes índices de sedentarismo y obesidad infantil, este es un camino necesario”, concluye Carolina.
A 40 años de su creación, el Club de Amigos se mantiene fiel a su esencia: no busca ser un semillero de campeones, sino un lugar para formar personas íntegras.