La conexión entre el consumo de alimentos altamente procesados y los riesgos para la salud es bien conocida, y numerosos estudios han evidenciado estos peligros. Recientemente, un consorcio de investigadores de distintos países europeos ha llevado a cabo el mayor análisis sobre este tema, logrando demostrar que una dieta equilibrada y saludable no es solo un concepto popular, sino que cuenta con un sólido respaldo científico. Más sorprendente aún es la conclusión alentadora a la que han llegado con estos resultados.
El estudio, cuya publicación ha tenido lugar en la edición digital de la prestigiosa revista The Lancet, abarcó a 428,728 individuos de siete naciones europeas (con un 71.7% de mujeres participantes) y documentó 40,016 fallecimientos tras más de 15 años de seguimiento. Se encontró una asociación clara entre la ingesta de alimentos procesados y ultraprocesados y un incremento en la mortalidad global, así como en enfermedades específicas como las circulatorias, cerebrovasculares, cardiopatías isquémicas, problemas digestivos y Parkinson.
No obstante, no se observaron vínculos entre estos patrones dietéticos y la muerte por cáncer o Alzheimer. Un dato revelador del análisis fue que sustituyendo los alimentos procesados y ultraprocesados por otros sin procesar o mínimamente procesados se podría reducir el riesgo de mortalidad.
Científicos, principalmente de Francia, junto a colegas de Italia, Reino Unido, Dinamarca, España y Alemania, encontraron que al reemplazar un 10% de los gramos consumidos diariamente de alimentos procesados y ultraprocesados con la misma cantidad de alimentos no procesados o mínimamente procesados, se logró disminuir el riesgo de mortalidad general y por causas específicas en hasta un 9%.
El impacto de la dieta saludable
La investigación, bajo el proyecto EPIC, incluyó participantes de 10 países de Europa, como Dinamarca, Francia, Alemania, Grecia, Italia, Países Bajos, Noruega, España, Suecia y Reino Unido. Los expertos sugieren que fomentar el consumo de alimentos no procesados o mínimamente procesados y desmotivar el consumo de alimentos altamente procesados en las recomendaciones dietéticas podría ser beneficioso para la salud pública.
Este descubrimiento se publica pocos días después de otro estudio que alertó sobre las consecuencias negativas del consumo de refrescos y bebidas azucaradas, que demostró una relación con el aumento de casos de diabetes tipo 2.
La transformación de los hábitos alimenticios
Los investigadores contextualizan su trabajo explicando que “el consumo de alimentos ultraprocesados ha ido sustituyendo lentamente a aquellos no o mínimamente procesados, llegando a representar entre el 25% y 60% de la ingesta total de energía en países con economías avanzadas como Estados Unidos, Reino Unido y Canadá, y entre el 20% y 40% en países de ingresos medianos”.
Este cambio coincide con ciertas recomendaciones médicas que intencionalmente plantean matices sobre el consumo de alimentos procesados, posiblemente causando confusión entre quienes no tienen formación adecuada en nutrición. Algunas de estas opiniones buscan argumentos para mitigar la percepción negativa y valorar positivamente los alimentos procesados.
Diferencias críticas en el procesamiento
En la reciente investigación publicada en The Lancet, se aclara que, a pesar de que tanto los alimentos procesados como ultraprocesados experimentan alguna forma de manipulación, difieren considerablemente en composición y posibles efectos sobre la salud. Los alimentos procesados frecuentemente pasan por técnicas de conservación como el enlatado o congelación, e incluyen opciones más saludables como las verduras enlatadas, pescado en conserva y salsas caseras. Las bebidas alcohólicas más comunes, como la cerveza y el vino, también entran en esta categoría y pueden ser perjudiciales.
Por otro lado, se advierte que “los alimentos ultraprocesados suelen contener ingredientes artificiales, aditivos y elementos altamente transformados, frecuentemente relacionados con resultados de salud negativos. Las bebidas destiladas están incluidas en este grupo”.
Factores a considerar en el consumo de procesados
Finalmente, se remarca que “el consumo de alimentos procesados (sin incluir a los ultraprocesados) mostró una asociación con la mortalidad por diversas causas; sin embargo, estas conexiones desaparecieron al eliminar el alcohol del análisis. Esto sugiere que el alcohol podría ser un factor importante en la relación entre alimentos procesados y mortalidad, debiendo ser considerado al evaluar sus efectos sobre la salud”.
Concluyen también que “alimentos como las carnes curadas, pescados grasos, quesos y salsas caseras podrían poseer altos niveles de sal, conservantes o grasas perjudiciales, los cuales podrían contribuir a potenciales riesgos para la salud digestiva”.
PS