“Era un procedimiento trivial y directo”, comentó Vanesa, refiriéndose a la operación que debía realizarse su padre. “Además, estaba programada”, agregó, enfatizando: “Realmente no era nada importante.” No se equivocaba. Al hombre solo debían extraerle unos cálculos biliares. Sin embargo, falleció tras una prolongada hospitalización debido a una infección sistémica, con diagnóstico positivo para Klebsiella pneumoniae. Había recibido fentanilo adulterado.
Infección postoperatoria
Nos encontramos en Rosario, provincia de Santa Fe. Es un mes de febrero caluroso. El padre de Vanesa debe ser operado. Tras la cirugía, recibe el alta. Sin embargo, pocos días después regresa al hospital con fiebre. Permanecerá internado durante todo marzo y casi la totalidad de abril. Fallece el 28 de abril, tras más de 50 días internado. La infección comenzó tan pronto como fue dado de alta después de la operación.
La tragedia sanitaria
Este es otro caso de las casi 100 historias que conforman el mayor problema sanitario ocasionado por la contaminación de medicamentos en Argentina. Otro relato en los pasillos del Hospital Italiano de Rosario. Otra historia de una joven madre e hija, que se convierte en cuidadora por obligación: equilibrando su empleo, su bebé, su hogar y su padre internado. Una mujer que afronta ese momento para el que nadie está preparado: anunciar la muerte de su padre.
Vanesa quiere mantener su identidad, “sin apellido, si es posible”. Su padre también permanece anónimo, “sin identificación, si se puede”. Él tenía 74 años. Ella, que con 39 años relata esta impactante historia, destaca: “Estamos buscando conectarnos con más familias. Muchos desconocen que sus seres queridos fallecieron por infecciones derivadas del fentanilo contaminado.”
“Mi papá salió bien de la operación. Estaba programada para el 25 de febrero, pero regresamos el 2 de marzo debido a una alta fiebre y, aparentemente, una infección”, relató a Clarín.
Desde mayo, la Justicia Federal investiga si innumerables personas (hasta la fecha de esta publicación, se presume que son unas 96) murieron a causa de infecciones derivadas del fentanilo producido por los laboratorios HLB Pharma y Ramallo. Estos laboratorios, debido a presuntas malas prácticas, produjeron al menos dos lotes (más de 300,000 ampollas) contaminados con bacterias resistentes a los antibióticos.
El padre de Vanesa se sometió a una cirugía rutinaria, regresó a casa, y pronto volvió al hospital con una infección que no tuvo tratamiento eficiente, acompañándolo durante casi dos meses. Esto lleva a preguntarse en qué momento recibió el fentanilo contaminado.
El efecto del fentanilo adulterado
El fentanilo es un opiáceo potente, utilizado comúnmente en hospitales por su efecto analgésico y sedante. Una fuente médica vinculada a esta investigación confirmó su frecuente empleo en diferentes procedimientos hospitalarios.
Clarín se comunicó con esta fuente para dilucidar la frecuencia del uso del fentanilo fuera de las terapias intensivas. Aunque no hay justificación para las muertes causadas por este medicamento contaminado, es relevante que ahora surjan historias de personas que no eran pacientes terminales y, sin embargo, perdieron la vida debido al fentanilo. En estos casos, la gravedad de las enfermedades preexistentes no resultó determinante, como explicó Ariel García Furfaro, propietario de los laboratorios involucrados.
El fentanilo no solo se emplea en cirugía común, también se utiliza para mitigar el dolor en urgencias o, en dosis muy bajas, para analgesia peridural junto a otras drogas.
En tales contextos, la cantidad de fentanilo usado es mínima, reduciendo el riesgo de introducir bacterias en el cuerpo. En contrapartida, un paciente ingresado o con una cirugía programada puede recibir hasta 20 ampollas diarias durante varios días.
El uso del fentanilo, según explicó la fuente médica, ocurre principalmente en “entornos controlados”, es decir, “unidades cerradas con personal de enfermería y equipos de reanimación disponibles. Sigue siendo un opiáceo, por ello no es adecuado su uso en cualquier lugar”.
Vanesa desconoce si su padre recibió el fentanilo durante la cirugía de vesícula o si fue administrado después, durante la infección que requirió la segunda hospitalización.
Describió cómo, tras regresar el 2 de marzo, su padre fue entubado por complicaciones. A medida que transcurrían los días, su salud se deterioraba, alternando periodos de leve mejora con recaídas. Informes médicos revelaron infecciones generalizadas incurables. Falleció el 28 de abril.
Vanesa mencionó cómo, junto a su hermana, visitaban diariamente la terapia intensiva, sorprendidas por el alto número de fallecimientos registrado en casi dos meses.
Decidieron solicitar el historial clínico, para comprender el deterioro inesperado de su padre. Aunque algunas respuestas hallaron, muchos aspectos permanecen sin entender. En el documento destacaba la palabra fentanilo.
Vanesa recordó a su padre como un hombre saludable y vigoroso: “Luchó hasta el final. La semana previa a su cirugía jugaba fútbol”. En mayo, la noticia del fentanilo contaminado en La Plata llegó a ellos: “Con mis hermanos, vinculamos rápidamente el caso. Administraron fentanilo a papá, y su última infección, con causa de muerte, estaba relacionada con Klebsiella pneumoniae, bacteria presente en el fentanilo contaminado.”
“Iniciamos la búsqueda de más familias, conscientes de su existencia. Nosotros nos enteramos por otros medios y queremos que otras familias igualmente se unan como querellantes”, explicó.
Vanesa describió a su padre como “el pilar” de la familia, siempre fomentando la unión y el apoyo mutuo: “Su ausencia se siente en cada detalle, en cada llamada o mensaje. Nos hace mucha falta”.
Cuatro meses han pasado y Vanesa aún no sabe a quién responsabilizar: “Solo queremos hacer visible a más familias. Solo buscamos justicia”.
AA