La Bahía de Biscayne, ese lugar idílico en Miami que mezcla naturaleza, actividades turísticas y vida náutica, ha sido escenario de tragedias en repetidas ocasiones. Primero, el catastrófico choque entre una barcaza y un velero escolar que resultó en el fallecimiento de Mila Yankelevich (7), nieta de la famosa productora Cris Morena, y de la chilena Erin Ko (13). Antes de este incidente, un suceso similar afectó a Aaron Hirschhorn (42), empresario reconocido en tecnología y padre de tres, quien en marzo de 2021 fue golpeado mortalmente por una embarcación mientras practicaba surf eléctrico o eFoil en las mismas aguas.
El trágico destino de Aaron Hirschhorn
Aaron Hirschhorn fundó DogVacay, fue un inversionista destacado y apareció en el reality empresarial Shark Tank. En su caso, el accidente tuvo lugar cerca del canal Meloy, donde un bote de 38 pies lo impactó por detrás mientras usaba su tabla eléctrica. A pesar de portar un chaleco salvavidas, perdió la vida en el acto. Su muerte provocó discusiones sobre la falta de separación y señalización entre zonas para deportes acuáticos y el tránsito de embarcaciones de mayor tamaño.
Cuatro años más tarde, su viuda logró un laudo arbitral de 66 millones de dólares contra los encargados de la embarcación involucrada. Además, aún está en curso una demanda donde se exige que las aseguradoras, Clear Blue Specialty y Yachtinsure, respondan por el incidente bajo las condiciones de la póliza existente. En fechas recientes, un juez federal de Carolina del Norte resolvió que una de las aseguradoras debe continuar gestionando reclamos de alto valor hasta que se cierre el caso judicial.
Implicaciones para la seguridad marítima
Tanto en el incidente de Hirschhorn como en el de Mila Yankelevich, las actividades recreativas contaban con regulaciones preestablecidas. Sin embargo, la cercanía de botes motorizados a zonas frecuentadas por menores o navegantes con poca experiencia genera interrogantes sobre la adecuada supervisión y señalización en esas áreas.
La Bahía de Biscayne es más que un simple atractivo para los turistas: es una fuente significativa de entretenimiento y empleo. En 2022, se calculó que hubo 119,8 millones de “person-días” dedicados a actividades como navegación y pesca, generando unos 15.100 millones de dólares en producción económica, 113.300 trabajos y 2.300 millones en impuestos solo en el condado de Miami‑Dade.
Comparado con los casi 19 millones aportados por la pesca comercial y los 48.800 millones del complejo PortMiami, esta interacción sin líneas claras entre recreo y comercio incrementa los peligros cuando no se siguen protocolos eficaces.
Opinión legal y regulaciones marítimas
Pablo Rojas, abogado especialista en derecho marítimo en Miami, comentó a Clarín que en el caso de Mila Yankelevich “todas las partes que intervinieron deberían asumir responsabilidad, incluyendo la barcaza, su capitán y posiblemente la empresa vinculada al velero”.
“Es crucial analizar quién permitió el tránsito de la barcaza en aguas concurridas por turistas y embarcaciones pequeñas. Se necesita una investigación íntegra para saber quiénes son responsables. En Florida, se asigna responsabilidad civil según el grado de culpa en un accidente”, aclara.
Según Rojas, “aunque la normativa marítima no es definitiva en este caso, tiene relevancia porque evaluará si las naves actuaron con precaución y si resguardaron la seguridad de otros”.
“Es norma que una nave motorizada ceda el paso a una no motorizada, como un velero. Es sorprendente que esto no sucediera en este incidente, posiblemente contribuyendo a la tragedia”, destaca.
A diferencia de otros tipos de embarcaciones en las aguas de Miami, las funciones de las barcazas son fundamentalmente diferentes. Se utilizan para operaciones industriales, como transporte de materiales y soporte en obras, y tienen limitaciones en maniobrabilidad por su gran tamaño, peso y lentitud.
Investigación y responsabilidad en el caso de Mila
En el accidente con el velero escolar, la barcaza, aunque estaba siendo remolcada y no iba rápidamente, tenía la obligación de seguir las reglas de navegación y atención activa, especialmente en áreas mezcladas con turistas, niños y pequeñas embarcaciones.
La justicia deberá decidir si hubo negligencia compartida que provocara la tragedia. Los investigadores deberán descubrir si ambas embarcaciones tenían los permisos necesarios, si las tripulaciones estaban debidamente certificadas y cumplieron las medidas de seguridad obligatorias, como la velocidad mínima, la señalización y una vigilancia activa.
En Miami, el agua es parte integral de la vida diaria y las llamativas tragedias demuestran el costo de la desorganización. En un país donde las normas suelen ser la máxima prioridad, es esencial recordar la necesidad de un marco regulatorio más definido para balancear la coexistencia de intereses recreativos y económicos en nuestras aguas.