Un Juicio Largamente Esperado
En un sorprendente giro cuando todo parecía perdido, Gabriela Fernández Aberastain recibió noticias inesperadas de su abogado: el juicio por el caso de sextorsión se llevaría a cabo el 1 de agosto en San Luis. “Pasaron cinco años, pensé que nunca llegaría este día, especialmente porque los imputados hacían todo lo posible para retrasar el proceso. Ahora, con al menos algo de claridad, es un alivio, una brisa de oxígeno”, expresa Gabriela.
La Dolorosa Historia de Gabriela
La profesora de fitness y ex campeona de culturismo de San Luis, Gabriela (41 años), lleva en su rostro las marcas del sufrimiento desde que en 2020, Diego Oliveri, su ex pareja despechada, compartió un video íntimo que databa de cuando aún estaban juntos. Él presionaba para reavivar la relación, a pesar de su nueva relación con Tatiana Yacarini, amenazando a Gabriela con mostrar el video.
“Me amenazaba que Tatiana, quien es muy mala según él, lo publicaría causando daño”, relata Gabriela.
Impacto Emocional y Social
Finalmente, en abril de 2020, Yacarini lo hizo realidad al viralizar el video en medio de la pandemia, causando revuelo en San Luis. La primera alerta golpeó a Gabriela cuando su hijo Ulises, entonces de 9 años, recibió un misterioso mensaje en Instagram diciéndole “abrilo”. Inmediatamente, Gabriela comprendió que su video íntimo había sido expuesto a todo el pueblo conservador.
Conectados a sus pantallas durante el confinamiento, todos sabían cada detalle, transformándola en objeto de burlas y críticas, como mujer, madre y profesional. “Sentía como si todo el pueblo me hubiera violado frente a mis hijos”, comenta con desasosiego.
“Se me juzgaba por mi apariencia, mi figura y el hecho de ser mujer. Siento que si hubiera sido diferente, no habría sido tan severo”, reflexiona Gabriela, luchando con su identidad tras la exposición.
“Aunque tengo una tristeza en los ojos, mi corazón sigue con esperanzas”, afirma Gabriela, mirando hacia el juicio por pornovenganza del cual es víctima.
Tatiana Yacarini y Diego Oliveri se involucraron en la difusión por varias razones. Yacarini estaba convencida, erróneamente, de que el video era reciente, alimentada por las insinuaciones de Oliveri de que Gabriela intentaba volver con él. Las amenazas y el hostigamiento hacia Gabriela se tornaron crueles y persistentes, llevándola a presentar el caso ante la Justicia.
“Pasé por un infierno: ataques de ansiedad, depresión, incapacidad de levantarme de la cama en días, y la mirada juzgadora de la sociedad”, relata Gabriela por videollamada. En medio de este calvario, perdió a su madre, añadiendo más dolor a su vida.
Los acusados, Diego Oliveri y Tatiana Yacarini, enfrentan cargos por amenazas y difusión indebida de material privado. A pesar del tiempo transcurrido, una resolución judicial descartó el cierre del caso por prescripción.
El juicio, uno de los pocos en tratar porno-venganza en Argentina, se desarrollará en tres sesiones bajo la responsabilidad del juez Ariel Gustavo Parrillis. Esta situación tiene reminiscencias del caso de Patricio Pioli en La Rioja, y Gabriela ha recibido apoyo de quienes han vivido experiencias similares.
Gabriela es madre de Ulises y Baltasar, quienes han sido su ancla durante estos años difíciles. La situación laboral se complicó tras el escándalo, perdiendo el acceso a su carrera deportiva y profesional ante el rechazo social.
Con serenidad, Gabriela contempla el fin de un largo proceso que la marcó profundamente. El juicio representa una oportunidad para cerrar un doloroso capítulo y comenzar de nuevo, una posibilidad de reconstruir lo perdido.
La relación con los acusados se rompe definitivamente, y ninguno ha expresado remordimiento. Gabriela, aún cargando con las secuelas emocionales, valora el apoyo de sus hijos, un pilar en su recuperación.