Durante un largo tiempo, Karyna A.R. se benefició económicamente mediante la reventa de boletos aéreos a precios irresistibles. Ofrecía descuentos de hasta la mitad del precio original o incluso suscripciones para volar ilimitadamente durante un año completo. Afirmaba que se trataba de tickets adquiridos gracias a los beneficios que las aerolíneas otorgan a su personal. Actualmente, la Justicia está investigando si esto constituye un fraude.
El auge de la polémica en redes sociales
El caso resonó en las redes sociales recién en los últimos días, después de circular durante meses entre un grupo reducido y de confianza. Desde un apartamento en Recoleta, Karyna se comunicaba con los interesados a través de un primer audio de WhatsApp, donde detallaba el modus operandi de su modelo de negocio. Aquellos que aceptaban eran incluidos; los demás quedaban fuera. Había una fila de personas esperando ir tras esos boletos.
Detalles del supuesto esquema de reventa
Sus ofertas incluían los llamados tickets “Sublo” –de carácter corporativo– de líneas como Iberia y American Airlines, con tarifas que oscilaban entre 1.000 y 1.200 dólares. Por otro lado, los pasajes de clase Business se ofrecían a 2.000 dólares, la mitad del precio normal.
El supuesto beneficio explicado en el audio
En el ya señalado audio que encontró el periódico Clarín, Karyna explicaba cómo funcionaba todo. “Iberia otorga 16 boletos anuales a sus empleados con jerarquía y más de 12 años de antigüedad”, señalaba, añadiendo que estos tickets podían ser vendidos nuevamente “confirmados”, con asiento y equipaje incluidos.
De acuerdo con su explicación, los empleados pagaban entre 300 y 400 euros por estos billetes para luego revenderlos a 1.200 dólares. Karyna actuaba como mediadora, ofreciendo los mismos términos y precios.
La flexibilidad y condiciones de los boletos
“Puedes indicarme la fecha de tu vuelo con un máximo de 50 días de antelación”, comentó Karyna en el audio, tomando Madrid como ejemplo y mencionando que había tres vuelos diarios. Asimismo, señaló un aspecto del proceso.
“El único inconveniente es que el sistema determina el vuelo. El mismo programa asigna tanto la ida como el regreso, y podría tocar cualquiera de los tres días posibles”, explicaba.
El método consistía en enviar los boletos por WhatsApp una semana antes del viaje, incluyendo un código de reserva, el apellido del pasajero y el horario determinado “por el sistema”. Los destinos principales eran Madrid, Roma y Frankfurt, con escalas que no excedían las dos horas, y exigían que los retornos fueran desde el aeropuerto de llegada. Ofrecía flexibilidad en las estadías: hasta cinco meses, siempre que la fecha de salida no pase de febrero de 2026.
Karyna también vendía membresías anuales a 7.000 dólares, las cuales supuestamente permitían vuelos en primera clase con un 50% de descuento.
Como describía en el audio, “no hay muchos cupos”. Añadía que “los cupos del próximo año salen a la venta a finales de diciembre. Algunas personas compran incluso sin tener fechas planeadas, solo para ser socios del beneficiario de estos pasajes”.
Interrupción del esquema y consecuencias
Todo colapsó cuando se cortó el supuesto acuerdo que ella decía tener con Iberia. En consecuencia, muchos pasajeros quedaron sin medios para viajar. Durante el pasado fin de semana, algunos pasaron el sábado entero esperando un ticket que jamás llegó. Karyna dejó de responder mensajes, citando un “pico de estrés”, y desde entonces se desconoce su paradero.
La Justicia está investigando si se trató de un fraude persistente. Un punto revelador del caso es que Karyna no figuraba como empleada de ninguna aerolínea ni tenía ninguna vinculación directa con los sistemas de venta de boletos para personal, según indicaron las compañías a Clarín. Además de los pasajes de Iberia, también ofrecía vuelos de American Airlines.
La Fiscalía Nacional en lo Criminal y Correccional N° 58, dirigida por Jorge Fernández, continúa investigando bajo estricto secreto.
Existen testimonios de que Karyna habría intentado suicidarse cuando el negocio se terminó y los clientes comenzaron a quedar varados.
La oficina de Karyna incluía una asistente personal, Luz, quien manejaba parte de la administración. Luz se abstuvo de comentar sobre el tema a los medios y afirmó ser otra damnificada. Está considerando unirse a la denuncia, ya que también pagó por un pasaje que nunca recibió.
Los acuerdos eran fundamentalmente verbales. Bajo solicitud de los clientes, ella emitía algo similar a un recibo: un documento de Word transformado en PDF, donde figuraba la cantidad pagada.